Hologramas: nostalgia del futuro

El concierto virtual que el grupo Abba dará en Londres en 2022 en motivo de su reencuentro es el pretexto para reflexionar sobre los hologramas, sus usos y sus significados

25 septiembre 2021 17:09 | Actualizado a 26 septiembre 2021 21:54
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Si alguien se pasea por la web de Industrial Light & Magic, empresa especializada en efectos especiales creada por George Lucas en 1975, encontrará "Abba: The Voyage" entre los proyectos en proceso de producción.

Cuando hace unas semanas se activaba toda la pirotecnia mercantil para promocionar el lanzamiento de un nuevo disco del popular grupo sueco, 40 años después de su disolución, también se anunciaba un concierto virtual en Londres interpretado por sus «Abbatares» (juego de palabras de los propios creadores), hologramas rejuvenecidos de los 4 integrantes del grupo.

El caso de Abba: the voyage es paradigmático de la nostalgia contemporánea, en la voluntad de vivir un tiempo embalsamado

No es azaroso que sea la misma Industrial Light & Magic la encargada de crear los hologramas que escenificarán el reencuentro del grupo sueco cuando fue el propio Lucas en Star Wars quien popularizó el motivo del holograma en la ficción cinematográfica mediante la imagen de la princesa Leia, proyectada por el robot R2D2, pidiendo ayuda al viejo Obi-Wan Kenobi.

Aquella comunicación holográfica, que reescribía formalmente toda la tradición clásica de los cuentos y mitos del rapto de princesas a manos de un malvado, se convirtió en una de las iconografías más célebres de la saga galáctica. De hecho, tanto en las precuelas como en las secuelas (y otras derivadas) del film fundacional, los hologramas han reaparecido en múltiples variantes y matices, poniendo en evidencia que una de las formas de representar el futuro dentro del género de la ciencia-ficción es el holograma, la presencia virtual de un cuerpo en la ausencia o bien en la distancia real.

Quizás ha sido en el relato distópico de Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve donde la reflexión tanto existencial como visual alrededor del holograma se ha hecho con mayor profundidad, con la inolvidable escena de sexo en la que el holograma de Joi (un asistente de inteligencia artificial) se sobrepone al cuerpo real de una prostituta para consumar el amor entre la primera y el caza replicantes protagonista. La yuxtaposición entre el cuerpo virtual y el cuerpo real llevada a cabo por Villeneuve escenifica la técnica del morphing tan habitual en la creación de los efectos especiales contemporáneos, donde se capturan mediante infinidad de cámeras los movimientos y gestos de los actores reales para posteriormente generar una imagen digital que se sobrepone al cuerpo real.

De hecho, y volviendo al proyecto Abba: the voyage, los 4 integrantes del grupo sueco, como si de un film de ciencia-ficción se tratara, han sido filmados desde múltiples ángulos para posteriormente crear sus avatares rejuvenecidos que son los que estarán encima del escenario; el registro de cuerpos y rostros envejecidos para la proyección de cuerpos y rostros de hace 40 años.

La operativa holográfica en el mundo de la música pop no es novedosa porque tanto con Michael Jackson como con Whitney Houston, ya se han llevado a cabo conciertos con sus hologramas en el centro de atención. La diferencia es que en estos dos casos ambos ya estaban muertos y el holograma era la única vía para materializar el deseo (imposible) de los fans.

Por otro lado, existe la variante de grupos de música como Gorillaz o la estrella pop Hatsune Miku que existen (para el público) solo como entidades holográficas. Tanto en un caso como en otro, se explora la vertiente fantasmática del holograma de crear una imagen tridimensional de alguien que está muerto o bien que no existe propiamente.

Sin embargo, el caso de Abba: the voyage es paradigmático de la nostalgia contemporánea, en esta voluntad de vivir y relacionarse con un tiempo embalsamado, a través de replicar cuerpos desmaterializados que pueden ponerse en escena en cualquier tiempo y lugar. La imagen de los 4 cantantes enfundados en los trajes (cibernéticos) para la captura fotográfica de sus gestos y movimientos, recuerda sin duda a la fascinante The Congress de Ari Folman, donde la actriz protagonista firmaba un contrato con una productora para ceder su imagen para la eternidad, pudiendo ser insertada en cualquier película futura.

La factoría de George Lucas, no solo especializada en los efectos especiales sino también en la nostalgia (con historias y merchandising que nos remiten continuamente a nuestra niñez), también ha introducido los hologramas en determinadas atracciones de los parques temáticos Disney. La ilusión óptica y el placer de ser «engañados» visualmente es otra de las vías de representación en la que podemos enmarcar los hologramas, convertidos también en una fuente de entretenimiento.

El proyecto Abba: the voyage se presenta, pues, como una derivada más de esta transformación de la realidad, convertida en parque temático. La experiencia de un concierto (del pasado) convertida en un auténtico simulacro (del presente).

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