Jesús Ruiz: «Las redacciones han luchado contra la prostitución descarada que ha habido en algunos medios»

Papel es la historia de una pasión. Es un thriller con personajes que sienten, padecen y defienden el periodismo contra todos aquellos que lo quieren menoscabar, en una novela que acerca a los lectores los entresijos de una redacción.

05 septiembre 2021 15:04 | Actualizado a 17 septiembre 2021 20:48
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Benjamín Sarabia es un reportero veterano. Luz Perea es una periodista milenial. A ambos los separan años de diferencia, pero los une una única pasión, la del periodismo. Luz y Benjamín se encuentran inmersos en la transformación de la profesión, con la vista puesta en la decadencia y en el futuro incierto que les espera. Son dos de los protagonistas de Papel, la última novela del escritor y periodista Jesús Ruiz Mantilla (Santander, 1965), publicada por Galaxia Gutenberg. Una obra valiente que cuenta los entresijos de una redacción, con todas sus contradicciones. Jesús Ruiz trabaja en el diario El País desde 1992. Como escritor ha publicado, entre otras, Los ojos no ven, Preludio o la trilogía sobre el siglo XX radicada en Cantabria (Ahogada en llamas, La cáscara amarga y Hotel Transición).

En 'Papel' ha querido mostrarle al lector cómo funciona una redacción.
Hacía falta una novela sobre el periodismo. Ha habido muchas novelas con periodistas, pero no una novela sobre el periodismo, sobre personajes que trabajan en periódicos, sobre los círculos de poder que tratan de influir diaria y constantemente en los periodistas, en los medios de comunicación, eso no creo que se conozca. Se puede intuir, pero el gran público no conoce bien el mecanismo de cómo funciona. Y mi novela trata de contar eso. Es una novela sobre el periodismo y sobre los periódicos.

¿El papel está destinado a la desaparición?
No. Creo que desaparecerá tal y como lo hemos conocido. De hecho, los ritmos de trabajo de una redacción, los cierres y todo eso ya cambió hace mucho tiempo. Pero se resiste bastante a morir, a pesar de que algunos a estas alturas ya lo habían dado por muerto hace tiempo. Aunque no creo que actualmente tenga la influencia mayoritaria de hace unos años, todavía conserva cierta influencia de prestigio.

 

Todos los periódicos hemos sido más o menos culpables del desprestigio y hemos ido cavando nuestra propia tumba.

¿Usted cree?
Sí. Lo que va a costar que muera o que se carguen es el prestigio del papel. Desde luego, los gerifaltes que han estado propagando la muerte del papel no sabían, ignorantes, que lo que más les iba a costar matar era la influencia que les daba. Qué frivolidad. Entonces, a lo mejor tiene tanto prestigio y tanta influencia que si alguien lo mata, de repente otro lo va a resucitar. Estamos en ese ciclo.

¿Pero ese prestigio no se ha perdido un poco teniendo en cuenta todos los inputs externos que intentan controlar la información?
Todos los periódicos hemos sido más o menos culpables de ese desprestigio y hemos ido cavando nuestra propia tumba. Pero ha habido un anticuerpo en las redacciones, que se dieron cuenta de esa falta de independencia que tuvo lugar por culpa de empresarios vendidos al poder dentro de los medios de comunicación. Vieron que había que luchar contra esa prostitución descarada que ha habido en algunos medios. De tal manera que las redacciones han sido la salvaguarda de esa independencia, de ese periodismo, a pesar de que los responsables de las empresas que las han llevado intentaran hundirlas, socavarlas y vender esa independencia, que era realmente su mayor bien. Esto también es una esperanza. Rápidamente, cuando se pone al mando alguien que tiene prestigio, que tiene autoridad, en el buen sentido de la palabra, se puede salvar y ha habido algunos ejemplos que lo han demostrado. Vamos a ver qué pasa en el futuro.

 

 

Usted tiene en la novela uno de esos directores, atípico, incansable, que lucha por lo que cree.
Tengo varios. Para mí el director atípico es el que llega al cargo porque el gobierno y los intereses económicos deciden que hay que quitar al periodista, que es David Lucas y ponen a un vendido, a un tipo dócil, a un tipo que saben que no va a poner ningún obstáculo al poder. Ese es el director atípico, es el director que nadie quiere, el que la redacción rechaza porque ve inmediatamente que es un peligro para la independencia del periódico y se activa ese anticuerpo que lo quiere destruir desde el minuto uno. Lo boicotea y lo ningunea. Y no tiene autoridad sobre la redacción porque no es nada, es un vendido. El otro es un periodista con todas sus contradicciones incluso poniendo en riesgo su propia relación de pareja con tal de conseguir una buena portada en su suplemento. Es un periodista casi sin escrúpulos en algunos aspectos, pero es un periodista que cree que la verdad y los hechos son algo sagrado y que tienen que estar por delante y por encima, incluso, de los intereses de la empresa en la que trabaja.

 

Las fake news no vienen del periodismo, sino de órganos que quieren conseguir el poder político a toda costa.

Sí, pero no todo el mundo se enfrenta a la empresa en la que trabaja. Y menos en este momento.
Es el director que a mí me gustaría que existiera, el director como debería ser. Muchos de esos directores existieron hasta 2008, cuando las empresas periodísticas quedaron en la ruina y en crisis perpetua. Quedaron a expensas de poderes económicos y políticos.

Y de internet y la información gratis. Muchos periodistas hemos conocido ambos tipos de directores.
Yo los he tenido. Hay algunos ahora que van de mártires, que fueron directores repugnantes vendidos al poder.

 

 

La falta de recursos también lleva al desprestigio. ¿Y las fake news?
Las fake news no surgen de las redacciones. En las redacciones hay defectos de forma por las prisas, pero son faltas de rigor. Las fake news no vienen del periodismo, sino de órganos que quieren conseguir el poder político a toda costa, respaldados por intereses económicos o geopolíticos muy fuertes. Y claro, a lo que acceden es a las redes sociales, se expanden por ellas y en muchos ámbitos se cree que son una forma de periodismo. Pero no lo son. Son una forma simplemente de expresar opiniones o información por medios nada profesionales. Son la vieja del visillo.

Pero los medios también trabajan con Google o Facebook.
Están pactando con el enemigo, con la antinatura. Facebook ya ha demostrado que es lo contrario al periodismo. Es una empresa que se forra a costa de vender tus datos para que esas fábricas de fake news te acosen con mentiras con el objetivo de declinar tu voto en un sentido u otro. Eso no tiene nada que ver con el periodismo.

¿Todavía se espera la solución a internet y a la caída de ventas?
Ahora ya la tienen. Pero en eso ha habido un proceso muy interesante que a mí me gusta comentar. Cuando llegó la crisis de 2008 y las tres que sufrimos los medios de comunicación: la crisis general de 2008, la crisis del modelo y la de nuestras empresas, o sea tres en una, rápidamente los gestores, los dueños, nos dijeron que se había acabado la fiesta, que había que reconvertirse en otro tipo de periodistas. Casi como que era nuestra culpa el que hubiésemos llegado a esa situación. Y creo que no había pasado ni un año cuando ya había muy poca gente dentro de la redacción que no había hecho esa reconversión personal en otro tipo de periodistas. Demostramos que podíamos hacer el digital tan bien como hacíamos el papel. ¿Y cuánto tardaron ellos en encontrar una fórmula de negocio que más o menos pudiera sacarnos del atolladero?

Los gerifaltes que han estado propagando la muerte del papel no sabían, ignorantes, que lo que más les iba a costar matar era la influencia que les daba. Qué frivolidad.

¿Cuánto?
Doce años han tardado en encontrar una fórmula económica que diera viabilidad a nuestras empresas. Todo esto con recortes de sueldos y despidos, mientras ellos seguían ganando más. Entonces, ¿por culpa de qué inútiles han quedado en el camino todos esos compañeros? Por los gestores que ha habido en las empresas, que han sido incapaces de encontrar un modelo de negocio. Esto es lo que ha ocurrido en los periódicos.

¿Por qué siempre la culpa es de la redacción?
Porque es muy fácil echársela, porque somos el punto débil y porque somos imbéciles. Como hacemos un trabajo vocacional, ellos saben que lo haríamos gratis y entonces nos recortan el sueldo, nos quitan vacaciones y nos humillan. Y nosotros cargamos con la culpa. Pero siempre cargaríamos con la culpa porque tenemos pasión. Para nosotros el periodismo no es un trabajo, es una forma de vida. Se aprovechan de eso y nosotros no nos hacemos valer.

Por eso son sus héroes en 'Papel'.
Sí. Papel es un thriller con personajes que sienten, padecen y defienden el periodismo, caiga quien caiga. Y lo defienden con su vida. Es la historia de una pasión de una redacción, de ese colectivo capaz de reinventarse cada día y alguna vez hacer una obra maestra. Porque a veces un periódico sale tan bien que es una obra maestra. Por eso estamos aquí y por eso es difícil acabar con nosotros, a pesar de que hay muchos que lo han intentado desde dentro de las empresas y desgraciadamente, lo han conseguido. Afortunadamente, en otros muchos casos no lo han logrado.

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