La ‘Sonata para violín y piano’ de Pau Casals, un templo virtuoso

Disco. El pianista Eloy Orzaiz y el violinista Naaman Sluchin recuperan la «poco conocida» composición del vendrellense

19 enero 2021 09:14 | Actualizado a 19 enero 2021 09:19
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«La Sonata para violín y piano de Pau Casals es un templo musical, una catedral como la Sagrada Familia». Con estas palabras el pianista navarro Eloy Orzaiz destaca el valor y la riqueza artística de la pieza del compositor vendrellense. Ahora, Orzaiz y el violinista francés Naaman Sluchin interpretan esta composición «poco conocida» en el disco Miralls-Reflets (La mà de guido), y reivindican el valor de esta «monumental sonata» con su grabación en el Auditori Pau Casals del Vendrell. 

«Conocí a Naaman Sluchin cuando yo estudiaba en Suiza, hace unos seis años. Entonces, él me comentó que guardaba una copia de la Sonata para violín y piano de Pau Casals. Naaman la conservaba desde hacía más de una década, cuando le invitaron a tocar la pieza en el marco del Festival Pau Casals en Prades (Rosellón francés)», recuerda Eloy Orzaiz quien, cuando tuvo la obra en sus manos, se extrañó de que fuera «poco conocida, teniendo en cuenta la preciosidad musical de la composición».  

De como se hizo realidad la grabación de la sonata, el pianista navarro detalla que «ha sido un disco autofinanciado. También contamos con la ayuda de la violinista Amandine Beyer, quien fue profesora de Naaman. Fue ella la que contactó con Oriol Toldrà, gerente del Auditori Pau Casals, para que pudiéramos grabar el disco allí», detalla Eloy Orzaiz. De la grabación, él mismo asegura que «las sesiones fueron largas e intensas, en días en los que empezábamos a primera hora de la mañana y acabábamos a medianoche, ya que no queríamos pecar de cierta artificialidad, sino que buscábamos que el resultado fuera lo más natural posible para recrear la sensación de un concierto en directo». 

La sonata
En lo que se refiere al lenguaje musical, el pianista navarro destaca que «es muy rico y complejo, es precioso». «Me puedo imaginar que Pau Casals tuvo el deseo de demostrar que no solo era el mejor violonchelista de la historia, sino que también era un gran compositor», afirma Orzaiz. 

Él mismo recuerda que «la pieza musical fue concebida en un marco de aproximadamente 30 años. Cuando Pau Casals tuvo que exiliarse, para huir de las tropas franquistas, se llevó consigo la sonata. A cada paso que daba el músico, la composición viajaba con él, quien la iba componiendo y perfeccionando. La obra es testigo de muchos cambios».

Tres movimientos
La Sonata para violín y piano se articula en tres movimientos. Del primero, Eloy Orzaiz, destaca que «es muy romántico tardío, es decir, recuerda a Wagner y César Franck, es decir, finales del siglo XIX y principios del XX. Es un movimiento precioso que imita la naturaleza, el mar, las tormentas… y con muchas emociones». 

Mientras, el segundo movimiento cambia completamente. «Es un universo que recuerda a Stravinsky, y armónicamente es más audaz, activo, chispeante y con muchos momentos virtuosos para el violín y el piano», resalta el pianista navarro, quien del tercer movimiento asegura que «es absolutamente diferente y, siendo el último, me imagino que Casals lo compuso hacia el final de su vida, estando en el exilio y no pudiendo volver a la Catalunya natal. Es un canto precioso con una melodía melancólica». Por último, el intérprete navarro destaca «estamos delante de una sonata con una gran riqueza de estilos contrastados que crean una unidad». Asimismo, Eloy Orzaiz indica que «supuestamente Casals había previsto hacer un cuarto movimiento, pero falleció antes de poder componerlo». 

Gaubert y Manén, la guinda
En el disco Miralls-Reflets la pieza del compositor vendrellense es arropada por la Sonata para violín y piano, de Philippe Gaubert, y la composición Caprice catalan N.03 op. A-33 del compositor Joan Manén en la que parafraseaba El cant dels ocells. De Philippe Gaubert, Eloy Orzaiz destaca que «fue una de las figuras más prominentes del ambiente musical en el París de la Belle Epoque. Dedicó su sonata para piano y violín a los ilustres Jacques Thibaut y Alfred Cortot, miembros del celebrado Trio Casals», mientras que de Joan Manén pone en valor el «virtuosismo» de su composición que a su vez expresa «el apego que Pau Casals tenía por su tierra, Catalunya, a la que no pudo volver». 

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