Laura Vidal: «Para algunas personas, una mascota es una compañera de vida»

Autora de ‘Cuando ya no estás’, esta profesional imparte talleres sobre el dolor que supone perder a un animal de compañía.

05 noviembre 2021 13:23 | Actualizado a 08 noviembre 2021 10:14
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Laura Vidal estudió asistencia técnica veterinaria, pero después de perder a los animales con los que compartía su vida, sufrió un duro proceso que la llevó a encauzar su camino en otra dirección. Actualmente acompaña e imparte talleres sobre el dolor que conlleva la muerte de una mascota. Es autora de Cuando ya no estás. Cómo superar la muerte de tu animal de compañía (Vergara, Penguin Random House), en el que aporta pautas para ayudar a sobreponerse. @esperameenelarcoiris

Este tema puede parecer un poco frívolo para una persona que no tenga animales.
Precisamente la idea es visibilizarlo. No busco que a todo el mundo le gusten los animales o que lloren desconsolados cuando fallecen, sino simplemente que se respete a las personas que sí lo hacen, en lugar de ridiculizarlas y reírse de ellas.

 

«No estamos preparados para la muerte, ni la de las mascotas ni la de los humanos».

Entiendo que se refiere a perros y gatos...
Y conejos y pájaros. Hay personas que los quieren tanto como otras a sus canes. El problema es que no solo se enfrentan al duelo, sino que está peor visto aún que si se tratara de perros o gatos.

¿Cómo se afronta la pérdida de una mascota?
No estamos preparados para la muerte, ni la de las mascotas ni la de los humanos. Es un tema que no nos enseñan y que está muy mal visto socialmente. Cuando la realidad es que la muerte está ahí y nos va a venir a todos. Por lo tanto, debemos aprender y estar preparados, lo que no significa que no vaya a doler cuando llegue. Cuando se produce se pasa por diferentes etapas como la negación, la ira o la depresión.

¿Y la culpa?
No es más que la etapa de la rabia dirigida hacia uno mismo. Es pensar si podríamos haber hecho las cosas de otro modo, es el autoexigirnos ser perfectos. Y como consideramos que no lo hemos sido, ahí es cuando nace ese sentimiento de culpa, que en este duelo hay muchísimo. 

 

 

¿Por qué?
Porque tenemos muchas cosas que cuestionarnos. Al ser animales, que no pueden decidir por ellos mismos, aparecen todas esas preguntas sin respuesta.

Se dan casos de no querer tener más animales después de perder a uno.
Es una parte lógica del duelo. Pero si pasan los años y no se ha superado, quiere decir que no se ha gestionado bien. Podríamos compararlo a no querer tener más parejas después de una ruptura. Al final, no es otra cosa que cerrar el corazón. La forma de no pasar por ningún duelo es sencilla, no querer a nadie, no tener a nadie en tu vida. Por eso se dice que el duelo es el precio que se paga por el amor. Pero es una situación que nos va a llegar a todos, no solo si hablamos de los animales.

También hay quien, previendo la muerte de la mascota, adopta o compra un cachorro. ¿Es correcto?
Es regular. Generalizar es muy difícil, pero normalmente no está bien hecho. 

 

«En este duelo hay mucho sentimiento de culpa».

¿Cuál es el problema?
Un animal anciano lo que menos necesita es un cachorro a su alrededor. Cuando trabajaba de auxiliar de veterinaria vi casos en los que el animal, ya mayor, tenía alguna enfermedad y del estrés de introducir un cachorro, la patología empeoraba rápidamente. Siempre digo que antes de adoptar hay que ver desde dónde lo estás haciendo. Si son decisiones que se basan en el miedo no suelen acabar bien o, por lo menos, no se basan en un motivo justo.

 

 

¿Decisiones basadas en el miedo?
Sí. Miedo a estar sola, miedo a la tristeza, a que el animal se vaya... Es como estar en un trabajo o en una relación por miedo. Sin embargo, las cosas que se hacen desde el amor suelen salir mejor.

¿Se puede comparar al duelo que se pasa por la muerte de una persona?
Muchas personas me han transmitido que lo han llevado peor que la muerte de un familiar. ¿Por qué? La respuesta es que seguramente hay relaciones que son más frías, más difíciles, gente que vive lejos, con la que no se ven todos los días. Por contra, hay gente que vive sola y los peludos son su única compañía. A estas personas se les ha muerto un compañero de vida, no un animal sin más.

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