Laureano Clavero: «La fotografía de recreación histórica me ha enseñado a ser empático»

El cineasta y fotógrafo, que vive en Segur de Calafell desde 2007, nació en Buenos Aires en 1980.

21 noviembre 2021 12:27 | Actualizado a 21 noviembre 2021 12:31
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Las raíces de Laureano Clavero se remontan a más de 10.000 km. El cineasta y fotógrafo, que vive en Segur de Calafell desde 2007, nació en Buenos Aires en 1980. «Viví en este monstruo de ciudad hasta los nueve años para después cambiar totalmente de vida y trasladarme a Mar del Sud, un pueblo de apenas un centenar de habitantes, donde mi padre tenía un pequeño hotel de ocho habitaciones», rememora. Entonces, su vida dio un giro de 180 grados porque, dice, «no había agua corriente y solo tenía una calle asfaltada. Yo era un chico de ciudad, jugaba al rugby desde los cuatro años, y para mí el pueblo era el lugar donde, hasta el momento, iba a veranear».

En 2001 era el comienzo de la fotografía digital, pero su primera cámara fue de 1986

Este cambio de rumbo vital le despertó su pasión por la paleontología. «Era voluntario en el museo local y salíamos a buscar fósiles, lo que para un chico de nueve años era un estímulo brutal», explica. Pero, en plena adolescencia emigró a Los Ángeles (Estados Unidos). «Allí viví en el Valle de San Fernando, donde me apunté como voluntario en el Museo de Historia Natural de Los Ángeles, ayudando a científicos de la National Geographic, el Discovery Channel, el History Channel… Me encargaba de ordenar y clasificar las colecciones de fósiles», recuerda Laureano Clavero.
Y esta actitud incansable se vio recompensada con un contrato de trabajo en el área de Evolución de Cetáceos. «Además de salir a los desiertos de California, junto al equipo, en busca de fósiles de ballenas y delfines, también me encargaba de crear réplicas en el laboratorio», afirma Laureano Clavero. Así es como, colaborando con el Stan Winston Studios, llegó a sus manos «el encargo de realizar una réplica de la cabeza del Tiranosaurio Rex que se usó en la película Parque Jurásico II». 

Pasados los años, Laureano Clavero se fue de expedición a la Patagonia en busca de huevos de dinosaurios. «Estuvimos 40 días en el desierto de una provincia que se llama Neuquén, al lado del volcán inactivo Auca Mahuida, donde encontramos 120 nidos y por primera vez se halló piel de dinosaurio pegada en uno de los huevos», asegura. 

La fotografía le inspira a Laureano Clavero «la necesidad de narrar historias»

Después, más que los dinosaurios, a Laureano Clavero le eclipsaron las cámaras y las luces del equipo de la revista National Geographic, por lo que decidió viajar hasta Barcelona para formarse en el antiguo Museo de la Zoología de la ciudad. «Hablamos de 2001, y aunque era el comienzo de la fotografía digital, la primera cámara que me compré, aunque nueva, era de 1986», recuerda el fotógrafo. Y como ejemplo de que «la tecnología no lo es todo, gané bastantes concursos con esta cámara». Es a partir de la fotografía que a Laureano Clavero le surge «la necesidad de narrar historias». «Entonces empecé los estudios de guion, después realización y por último, dirección». Con todos estos estímulos científicos, fotográficos y cinematográficos, y siempre arropado por el rugby, ya que allí donde ha viajado ha seguido practicando el deporte, «llegó a Segur de Calafell después de conocer a su pareja, es decir, como típico veraneante acabé siendo residente en 2007». 

Después de echar raíces familiares en la provincia, creó Mirasud Producciones. Así, tras un viaje a Argentina en 2010, surge su primera película 1.533 Km. hasta casa. Los héroes de Miramar, sobre la guerra de las Malvinas, mientras que el segundo filme que firma el director es El Diario de Peter Brill (2017), y que poco después se convirtió en un libro. De este modo, en el cineasta se despierta el entusiasmo por la literatura y que da lugar, entre otras, a publicaciones como Enfocando la Segunda Guerra Mundial, en su faceta fotográfica de recreación histórica y cuyo coautor es David López Cabia, y Ginesta. La història del Rugby catalá, «ya que como jugador, ahora veterano, el rugby ha sido mi filosofía de vida». «Es un deporte que te forma como persona y que transpira un sinfín de valores humanos, como el trabajo en equipo», asegura (actualmente también practica remo en el Vogadors de Calafell), mientras que a través de la fotografía ha aprendido a «ser una persona más empática y a sentirme cerca de la historia porque la vives desde todos los sentidos».   

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