María Oruña: «La incertidumbre con la Covid es similar a la del cólera en 1833»

'El bosque de los cuatro vientos' es la última obra de la escritora, un thriller histórico ambientado en Galicia, que viaja desde la actualidad hasta 1830, entre misterios, asesinatos y la caída del Antiguo Régimen

04 febrero 2021 08:01 | Actualizado a 19 febrero 2021 15:49
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«Cuenta la leyenda que el antiquísimo monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, en Ourense, custodiaba nueve anillos mágicos. Habían pertenecido a nueve obispos, que vivieron entre los siglos X y XI. Aquellas reliquias fueron reunidas en una cajita de plata y los que la tocaban decían que sanaban de sus dolencias». El corazón de esta leyenda es la base de la historia de El bosque de los cuatro vientos (Ediciones Destino), el último thriller histórico de la gallega María Oruña. Lo sorprendente es que el mito cobró vida meses después de publicarse la novela, cuando unos trabajos de restauración dieron con cuatro de los anillos, depositados en una bolsa de tela. Oruña, que también es abogada, es asimismo autora de la serie protagonizada por la teniente Valentina Redondo, Puerto escondido, Un lugar a donde ir y Donde fuimos invencibles.

Quién le iba a decir a usted que se hallarían cuatro de los nueve anillos.
Yo no sabía nada. La responsable es la restauradora. Al revisar el arca en la que iban a trabajar, insistió al equipo en abrir una bolsita que se hallaba junto a los restos mortales. Había muchas bolsas con huesos y una de ellas estaba un poquito más adornada, por lo que le pidió permiso al párraco. Y ahí estaban. 

Ahora solo faltan que hagan milagros, aunque igual son necesarios los cinco restantes.
Si en algo beneficia a Santo Estevo para que revitalice su ánimo, su idiosincrasia cultural, la visita de turistas y fieles, yo encantada.

 

¿En qué estado se encuentra el patrimonio?
Considero que bastante descuidado. Quizás en mucho patrimonio, que es religioso, tiene que intervenir una institución civil. No solo es de la Iglesia porque llega un momento en que es de todos. ¿Vas a permitir que se desmoronen unas ruinas románicas del siglo XII porque nadie va? Es un tema de coordinación de instituciones.

En la novela plantea un patrimonio en manos de una elite, a la que no hay manera de acceder.
En el bosque de los cuatro vientos se habla de una elite que negocia, comercia y realiza contrabando de un mercado patrimonial, sea religioso o no. Y realmente esto existe en Europa. Todos los datos que se aportan los puede corroborar Arthur Brand, que es el detective de arte en el que baso el personaje de Jon Bécquer.

El Indiana Jones del arte.
Todo lo que digo, incluso sobre funcionarios de la Unión Europa, lo he sacado de información que él mismo publicita y que me ha facilitado. Pero solo son pinceladas.

 

Un Jon Bécquer un poco pedante al principio.
Lo hice para que el lector necesitase un poco de tiempo para saber de qué iba, para luego ver su fragilidad y su ternura. Y esto es un riesgo porque si en las primeras páginas ese personaje no cae bien, pues a lo mejor se cierra el libro. Pero no quería hacer el típico antihéroe. También es una novela que va a un ritmo suave de forma deliberada, porque estamos viajando al siglo XIX. He evitado los trucos, los giros imposibles y los golpes de efecto, sin perjuicio de que pasen cosas todo el tiempo y que tiene que suscitar interés, que tenga acción. Es una novela con vocación literaria.

Y después está Marina.
Sabía que la voz del pasado iba a enganchar porque era una chica joven, llena de posibilidades. El de Marina es un mundo más desconocido. 

Con el que quiere romper.
Ella no es una rebelde que busca romper. Es una hija de su tiempo. En realidad, Marina obedece a su papá. Pero llega un momento en que tiene que partir con todo porque no le queda más remedio, las normas son imposibles de seguir. Marina es un homenaje a todas esas mujeres que empezaron a romper ese corsé de normas y gracias a ellas después hubo otras que sí que pudieron salir en los libros de historia, cambiar las líneas de pensamiento e ir a la universidad. Por otra parte, el personaje que sí que va ganando fuerza es Franquila. 

Cae la Iglesia, que ya lo lleva haciendo desde finales del XVIII con la normativa desamortizadora; Fernando VII nos está vendiendo a Napoleón y encima le llamamos el deseado; estamos perdiendo todas las colonias...

¿Qué destaca de él?
Es un expósito que pretendía cambiar de nivel social, estudiar, algo extraordinario. La revolución social es tremenda. Que la clase, ya no baja, sino un expósito, un abandonado, vaya a tener incluso un cargo universitario, esto era alucinante.

En general, sus personajes de 1830 ya ven mal la situación.
Necesitaba un momento histórico en el que todos los vientos soplasen desde todas las partes. Cae la Iglesia, que ya lo lleva haciendo desde finales del XVIII con la normativa desamortizadora; Fernando VII nos está vendiendo a Napoleón y encima le llamamos el deseado; estamos perdiendo todas las colonias; el gobierno se está quedando sin dinerito y nos estamos recuperando de las guerras de Independencia.

También las guerras carlistas.
Fernando VII lo está dejando todo preparadito para que en cuanto la palme vayan a comenzar las guerras carlistas entre el hermano y la hija. ¿Qué más puede pasar? Encima llega el cólera. Evidentemente se tocan muchos vectores, el amor, la política, la historia, la ambición... 

Uno de sus personajes apunta que la desamortización es peor que la peste.
Me documenté con informes médicos de la época sobre qué pensaban los facultativos de entonces sobre el cólera. No tenían ni idea. Tardaron años en saber cómo se transmitía, que era por las heces infectadas. Igual que también la peste se tardó muchos años en saber que iba portada en las pulgas que llevaban las ratas. Al final todo estaba vinculado a la higiene. Pero sí que me sorprendió muchísimo el paralelismo con las noticias que veo a día de hoy porque tampoco sabemos muy bien cómo se transmite 100% o cómo pararlo. Ese no saber, esa incertidumbre, era muy similar a la de los informes médicos que yo leí de 1833 a 1835.

La Galicia despoblada también queda reflejada en 'El bosque de los cuatro vientos'.
La despoblación, el caciquismo... El sargento Xocas es la imagen pura y dura de la forma de ser de los gallegos. En él está toda la ironía gallega. Y luego Bécquer, que llega de Madrid, supermoderno. Esa es una sensación que yo al menos la he tenido en alguna ocasión. Creen que están en un entorno falsamente primitivo cuando en realidad es un entorno muy despoblado y mal comunicado. ¡No me extraña que tengamos aquí todavía tesoros perdidos porque cualquiera se anima a venir!

Utiliza las mismos espacios en diferentes épocas, como la cámara del Abad.
Porque al final estamos contando lo mismo, pero con distinta perspectiva. Para que viésemos qué significaba ese lugar hace 200 años nada más y qué significa ahora, que es más superficial. Los vientos que soplaban entonces sí que eran decisivos. Ahora son momentos más blandos. Por suerte, estamos en Europa y no en medio de un fuego cruzado. En el primer párrafo Jon Bécquer empieza diciendo que es experto en analizar a la gente y en ver a qué ha renunciado para convertirse en lo que es ahora. Y a lo largo de toda la voz del presente se ve a qué ha renunciado cada personaje para ser lo que es en la actualidad. Él por ejemplo, por un lado es muy ligón y por otro, muy cobarde en el amor. Y Amelia renuncia al amor para no sufrir, sigue guardándole respeto a una pareja que ya no está. Todos renunciamos a algo.

¿Usted, a qué ha renunciado?
A otras vidas. Cuando escoges una vida ya renuncias a otras. Cuando decides tener una pareja o en mi caso, que tengo un niño de 9 años, eso supone otras renuncias. Pero a mí me compensaba lo que ganaba. No son renuncias que me pesen. Sí que he renunciado a una carrera de abogada por escribir, pero pesa más escribir, me llena más que mi otra profesión. Entonces, no son renuncias de las que note un peso, sino al contrario, me dan ligereza. 
 

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