Mayte Martín: «Me gusta la crudeza en el escenario»

La reputada artista clausura este domingo (19 horas) en el Teatre Tarragona, la tercera edición del Festival Sona Flamenc 

10 marzo 2021 16:17 | Actualizado a 10 marzo 2021 17:55
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Mayte Martín es una de las grandes voces del flamenco. Está considerada una pionera y un referente. Sin embargo, más allá de premios y reconocimientos, esta barcelonesa es, primero persona y después artista. Una cantaora que crea desde la humildad y la honestidad, lejos del ego y la popularidad. Y que comparte su voz, «ese don prestado», como ella dice, para estremecer a los demás, para conmover. Este domingo (19 horas), intentará con ella remover los sentimientos de su público en el Teatre Tarragona, en directo, en la clausura del Festival Sona Flamenc, en el que pone el broche de oro.         

¿Qué recuerdos rescatará con el espectáculo ‘Memento’?
Cantes de todas las cantaoras y cantaores que han creado obras clásicas y en muchos casos, poco reconocidas. Un recorrido bastante amplio por palos de muy distinta naturaleza musical.

Si han salido grandes talentos hombres, pues seguramente se han perdido grandes talentos mujeres.

¿Ha habido muchas cantaoras a lo largo de la historia?
Claro. Pero hay más hombres.

Como en casi todo.
Había muchas mujeres que tenían talento y que podrían haber sido grandes artistas, pero sus hombres no les permitían dedicarse profesionalmente al flamenco. Esto ocurría mucho y no hace tanto tiempo. Si han salido grandes talentos hombres, pues seguramente se han perdido grandes talentos mujeres.

No quiero que nada ni nadie mande en mí. Ni el poder, ni el dinero, ni la fama, ni el ego.

¿Cómo se ha impuesto en este mundo masculino? 
No me he impuesto. He vivido como siempre y como en todo, a golpe de corazón. Con mi verdad por delante, con mi intuición y con mi meta, que es ser libre a todos los niveles. Personal y artístico, que para mí es lo mismo. Yo soy así. Soy una persona que sé muy bien lo que quiero y, sobre todo, lo que no quiero.  

¿Qué es lo que no quiere?
No quiero que nada ni nadie mande en mí. Ni el poder, ni el dinero, ni la fama, ni el ego. Quiero dedicarme en cuerpo y alma a lo que  en cada momento siento que quiero y puedo hacer. Porque siempre hay que tener en cuenta qué puedes aportar y qué no. Uno no sirve para todo. Hay que tener mucho respeto por el arte y ser consciente de cuáles son tus cualidades y tus carencias. Ser humilde y entregarse a lo que uno cree que ha venido a hacer aquí, pero para servir a la música, no para que la música te sirva a ti. 

El precio de la popularidad muchas veces es hacer concesiones. Y yo no estoy dispuesta a pagarlo.

¿Qué supone para una artista hacer lo que quiere?
De entrada, supone renunciar a la popularidad y no lo digo con pesar porque no estoy dispuesta a pagar el precio. Es decir, hablo de renunciar, aunque en realidad no lo es. Desgraciadamente, el precio de la popularidad muchas veces es hacer concesiones. Quiero vivir de acuerdo a mis principios. Para mí, arte y ego son dos cosas que no pueden estar más lejanas.  

¿En qué palo se encuentra más cómoda? 
Los palos son como pequeños micromundos musicales y emocionales dentro del flamenco, que se van desvelando ante ti a medida que avanzas, a medida que se te ensancha el alma, el sentir, a medida que maduras. Esa es mi experiencia, mi manera de entenderlo. Yo me voy sintiendo a gusto con los palos a medida que los voy comprendiendo desde la parte emocional. Siempre digo que los cantes tienen cuerpo y alma, como las personas. El cuerpo es la forma musical y el alma es lo que transmiten con su interpretación, si esta es buena, naturalmente.   

Soy exhibicionista emocionalmente hablando, en el sentido de que lo más bonito del arte, lo más importante es que uno se puede desnudar.

¿Por qué va al cante antiguo? 
La raíz del cante está ahí. Cuando necesitas expresarte, tienes que irte lo más lejos que puedas porque es ahí donde puedes sacar la materia prima más pura para después moldearla, pasarla por tu filtro y convertirla en algo que sientes de una determinada manera. En todas las músicas hay que irse a la raíz, a la esencia.   

Al hacer flamenco evolucionado, ¿se pierde la raíz?
Depende de quién lo haga. Si la persona la conoce, si tiene el talento para filtrar, no se pierde nada. 

La pandemia me ha sensibilizado. Me ha cambiado la manera de cantar.

Cuando solo utiliza su voz pone la piel de gallina. Pero, ¿cómo se siente usted?
Soy exhibicionista emocionalmente hablando, en el sentido de que lo más bonito del arte, lo más importante es que uno se puede desnudar. El arte es un terreno que no juzga, es un terreno donde te puedes mostrar y esto es una oportunidad importantísima. Entonces, soy muy partidaria de que haya muy pocos elementos. Los justos y necesarios, porque me gusta la desnudez, la crudeza. Hubo una época en que salía al escenario y lo primero que cantaba era un martinete, que es un cante a capela. Me gusta sentirme vulnerable. 

¿Con la pandemia ha escrito nuevas letras? 
No, pero la pandemia a mí me ha sensibilizado. Me ha cambiado la manera de cantar.

Mi madre me dijo que yo tenía la obligación moral de compartir con el mundo el don que tenía, porque no era mío. Era prestado.

Es crucial.
Siempre soy consciente de la fragilidad de lo que hago. Por eso no entiendo a las personas que hacen esto desde el ego. Porque yo mañana me puedo despertar sin voz. Lo que tengo no es mío. Es una cosa prestada que la vida me puso ahí pues a lo mejor para que removiera sentimientos en los demás. Cuando era adolescente vi que había cosas que no me gustaban de este mundillo y le dije a mi madre que no sabía si quería dedicarme a esto profesionalmente. Y ella me contestó que yo tenía la obligación moral de compartir con el mundo ese don, porque no era mío. No era una razón para sentirme superior, sino para sentirme agradecida, privilegiada.

¿El Cante de las Minas es el último reducto de las jóvenes promesas?
No. Ganar un premio significa que has sido el menos malo de los que concursaban. No tiene ningún mérito. Hay mucha gente con muchísimo talento que nunca ha ganado un premio. El talento no se mide así. Un premio no es garantía de nada. Como tampoco lo es ser popular.

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