Narrativas volcánicas

Los medios piensan e imaginan nuevas historias para mantener a la audiencia en vilo en este directo continuo, antes que llegue otra noticia que acabe con la espectacularidad de la erupción

30 octubre 2021 18:09 | Actualizado a 30 octubre 2021 19:55
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La erupción del volcán de la isla de La Palma ha puesto encima de la mesa una interesante reflexión alrededor de cómo nos acercamos hoy en día tanto a lo inesperado como a los fenómenos naturales que nos sobrepasan.

La competencia de las redes sociales ha obligado a los medios a detallar el minuto a minuto desde el volcán en una lucha para acercarse lo máximo posible a la zona de peligro, en una atenta espera para ofrecer noticias continuamente.

Sin embargo, el tiempo geológico y el de la propia naturaleza se hacían (y se hacen) eternos para la mayoría de cámaras y móviles que imaginaban un relato más cercano al tempo y al suspense del cine de catástrofes o quizás a la grandilocuencia de los peplums clásicos como Los últimos días de Pompeya que inauguró en el imaginario cinematográfico la historia de una civilización sometida a los horrores del volcán.

¿Cuándo la lava destruirá otro pueblo o cuándo de nuevo habrá una explosión o un temblor más fuerte que el anterior? Gráficos, estadísticas y expertos tratan de dilucidar los interrogantes que se ciernen sobre el presente indescifrable e impredecible.

Los medios piensan e imaginan nuevas historias para mantener a la audiencia en vilo en este directo continuo, antes que llegue otra noticia que acabe con la espectacularidad de la erupción. Y en medio de todo ello, la fiebre de los selfies. El relato alegre y orgulloso de uno mismo como testigo de lo sobrenatural se contrapone a la iconografía legada por la pintura romántica que encontró en el Vesubio el motivo ideal para figurar el sublime. En aquellos cuadros, la erupción en la lejanía se convierte en la manifestación de las fuerzas de la naturaleza a las que la gente es incapaz de hacer frente y dominar.

El ser humano, sometido a la furia de lo sobrenatural y lo desconocido. De ahí, la belleza de uno de los relatos volcánicos más inolvidables, el de Ingrid Bergman ascendiendo hasta la cima del Stromboli y ahí, tumbada entre un cielo estrellado y una tierra humeante, tiene lugar el descubrimiento de una misma, la revelación de las energías que fluyen de debajo de la tierra, la conciencia de llevar en su interior la fuerza innata de la maternidad, de la continuidad de la vida a pesar de la catástrofe.

La aceptación de que los tiempos de la naturaleza pautan nuestras vidas y no lo contrario. 

 

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