Prades, un destino que rebosa historia y carisma

Entre los lugares de interés de la localidad destacan la Iglesia de Santa María, los restos del castillo y la plaza Mayor, donde se encuentra la gran fuente de estilo renacentista

28 agosto 2021 08:30 | Actualizado a 28 agosto 2021 09:01
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TARRAGONA

Orígenes e historia. Prades, conocido como ‘La Vila Vermella’ por el color de la piedra de muchas de sus casas, tiene unos orígenes tan antiguos como diversos. Se localizaron talleres de sílex al aire libre en las Gritelles y en el Pla de la Guàrdia, entre otros, que se han relacionado con establecimientos neolíticos dedicados a la agricultura y la ganadería. La mayoría de este tipo de yacimientos arqueológicos datan del Neolítico y la Edad de Bronce.

Y no solo eso, la civilización íbera y la romana también dejaron huella en la población del Baix Camp, pues se han encontrado monedas iberas del siglo II junto con piezas de molino y algunos fragmentos de cerámica de esta época. Además, se descubrieron restos de cerámica y mosaicos de época romana.

Más tarde, la civilización islámica tuvo su presencia en Prades y sus alrededores. Aún así, lamentablemente, los vestigios arqueológicos de este periodo son muy poco conocidos. Finalmente, la reconquista cristiana recuperó territorio, incluídas las montañas de Prades.

Más adelante y durante la Guerra de Sucesión, el castillo de Prades se encontraba arruinado, según se desprende de una noticia de 1718. A lo largo de este siglo, la población fue perdiendo, paulatinamente, su papel de centro comarcal. A lo largo del siglo XIX Prades también fue escenario de diferentes episodios de las guerras carlistas.

Qué visitar

Con un núcleo antiguo que forma un conjunto histórico de gran interés, los visitantes de la población dicen que no hay un espacio más adecuado para iniciar el recorrido por el pueblo que la cruz de término que desde el siglo XIII da la bienvenida a todos los visitantes.

Antes de entrar en la zona amurallada, es aconsejable disfrutar de los restos de unas murallas que, con el paso del tiempo, se han ido fundiendo con las casas y el portal más impresionante del pueblo.

La plaza, la iglesia, el castillo y las murallas son los principales elementos que determinaron, desde la época medieval, la configuración y organización interna de la localidad. Una vez bajo dominio cristiano (a mediados del siglo XII), Prades es un ejemplo claro de ciudad-mercado, un cruce donde confluían varias rutas comerciales.

La estructura de la plaza pone de manifiesto la importancia que llegó a adquirir, como centro mercantil, a partir del momento en que los condes-reyes de las casas de Barcelona le concedieron los derechos de celebración de un mercado semanal, documentado desde el año 1200.

Durante siglos, al margen de la agricultura, la economía de Prades se centró en la explotación del bosque, cuyo privilegio fue adquirido a partir de la carta de población otorgada por Ramon Berenguer IV, en mayo de 1159. La población adquirió un sistema de pesos y medida propio y el derecho de batir moneda.

La Costa del Castell es la calle con más piedra roja por metro cuadrado de Prades. El castillo, del que se conservan algunos restos, estaba situado en el extremo noroeste de la población. Su delicado estado de conservación hace que sea muy difícil su correcta interpretación. Fue la sede de los condes de Prades hasta que la cancillería se trasladó al castillo de Falset. El elemento del conjunto castral mejor conservado ha sido la iglesia de Sant Miquel del castillo.

También es recomendable visitar la iglesia del pueblo. El primer documento conservado que habla de la iglesia de Prades, dedicada a Santa María, es una bula del Papa Celestino III del año 1194. El edificio de la iglesia es una construcción ecléctica, de transición del románico al gótico y con una fachada principal con elementos renacentistas.

Se trata de un edificio de planta rectangular que se compone de una gran nave central. Con bóveda de cañón y un ábside sisavat y reforzado con contrafuertes. Entre las capillas laterales, hay una dedicada a santa Florentina, patrona del pueblo.

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