Salutem Plurinam

"El libro doce" es la obra póstuma de Carmen Jodra Davó, una reflexión sobre el tiempo, la edad y la belleza

28 noviembre 2021 09:52 | Actualizado a 28 noviembre 2021 19:06
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Hoy pocos recordarán aquel Canal Norte de televisión, en el que emitía en diferido sus contenidos la Universidad Popular José Hierro, de San Sebastián de los Reyes en Madrid.

Quizá ya nadie se acuerde de las tertulias de poesía (¡de poesía!), donde se entrevistaba a un buen número de vates jovencísimos que vendrían a renovar el panorama poético, a través de la obtención de decisivos reconocimientos públicos.

Ese espacio tan minoritario acogió, a comienzos de los dos mil, a la poeta Carmen Jodra Davó (Madrid, 1980-2019). Y es ya en los primeros minutos de la emisión, cuando el presentador se dirige a la escritora con las palabras siguientes, Salutem Plurimam, que Carmen ríe y es su risa un verbo prístino y radical sobre la última tradición literaria española.

La poeta se dio a conocer gracias a la obtención del premio María Dolores Mañas en su segunda edición. Poco después, en 1999, se alzaba con el Hiperión gracias a un título que abriría la lírica joven y futura: Las moras agraces. Más tarde, en 2004, aparecería Rincones sucios, llave de entrada para cursar una beca en la Residencia de estudiantes de Madrid.

Las ediciones de aquellos poemarios, de difícil encuentro hoy, hallan ahora acomodo editorial en La Bella Varsovia, bajo el atento cuidado de Elena Medel, su editora. Es crucial destacar la labor de la también poeta y escritora, a propósito de la obra de Jodra. Pues es precisamente esa continuidad que se establece entre el buen gusto, el respeto intelectual y el amor más allá del libro como objeto lo que mantiene viva la obra de quien ya no está.

Las nuevas ediciones en La Bella Varsovia de Las moras agraces y de Rincones sucios son una transparente y limpia declaración de intenciones al armar un tríptico de la obra de Jodra, bendecido por las ilustraciones de las distintas cubiertas: una geometría divina sobre algunas pinturas de Caravaggio.

Tal vez por eso, a la llegada de la tertia parte de ese tridente, El libro doce (2021), el lector, prendido por la renovación no solo estética, sino moral que Carmen Jodra ejecutó en sus composiciones, solo puede sentir una alegría luminosa y feliz. Desde su verso prudente de loco afán (no especialmente por el mundo clásico en sí, sino por su forma y su voluptuosidad), el uso de los metros clásicos por parte de Jodra se entiende como un modo de libertar el capricho de amor sin domesticarlo ni volverlo sereno. Su publicación hace de él un cuerpo tan peculiar como hipnótico; un himno póstumo que nos ayuda a armar una hipotética sensibilidad compositiva. Este volumen es también un homenaje a las formas tradicionales que se adentran en los sinuosos canales de una modernidad poco convencional y periférica: el deseo de los muchachos y los que desean con pasión aquella mancebía. El libro doce es más que un juego de pastores. Es un rincón donde esparcir la estética camp, hablar del cantante Mika (¡Mika!) o guiñar el ojo a quienes siempre desean la piel joven y la hermosura perpetua.

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