Senderos para descubrir el Camp de Tarragona y las Terres de l'Ebre

Josep Gironès publica dos guías con 15 rutas cada una dirigidas especialmente a las personas mayores.

05 febrero 2022 11:30 | Actualizado a 07 febrero 2022 06:31
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Iglesias; antiguas masías; pequeñas torres de defensa y castillos medio en ruinas; barracas de viña; refrescantes pozas para cuando aprieta el calor o para los más atrevidos cuando aún refresca; conjuntos arquitectónicos de gran valor y árboles centenarios. Son rincones sorprendentes que forman parte de los recorridos que propone el escritor Josep Gironès (La Fatarella, 1954) en dos guías publicadas por la Editorial Piolet, dirigidas especialmente a la gente mayor, aunque también sirven para los no tan mayores y familias con niños. Se trata de dos volúmenes que llevan por título 15 rutes de senderisme per a persones grans i actives, una del Camp de Tarragona y su homónima de las Terres de l’Ebre.

 

 

 

La filosofía de las excursiones es invitar a caminar, a descubrir, a mirar con otros ojos más reposados. «A nuestra edad, a base de esforzarse un poco podemos alargar el momento de la llegada de la decrepitud. Queremos tener las piernas ágiles caminando todo el territorio y la mente espabilada estudiando un mapa con el que orientarnos. De alguna forma, ofrecemos esta posibilidad a las personas que, como nosotros, están en el paso del fin de la etapa laboral hacia la jubilación». Son palabras de Josep Gironès, el artífice de estas 30 rutas de senderismo que, para los más tecnológicos, disponen de un QR que permite descargárselas en el móvil, en alta resolución.

 

 

Como señala Gironès, el máximo de recorrido son 15 kilómetros, aunque la mayoría tienen menos. Asimismo, a excepción de alguna más exigente, suelen ser planas, senderos que recorren viñas, pasan por pequeños pueblos, cerrados bosques y húmedos valles. Y con un poco de suerte, la fauna autóctona acompaña a los visitantes. El origen de las guías hay que buscarlo tiempo atrás, cuando el grupo de amigos que ahora recorre los caminos, ya lo hacía en su juventud. «Teníamos cierta afición a pasear por la montaña y hace unos cinco años la retomamos. Y nos dimos cuenta de que nuestra percepción del entorno había cambiado. Antes solo caminábamos y ahora nos fijábamos más en todo lo que encontrábamos por el camino. Y este fue el primer paso».

 

 

Terres de l’Ebre

Les Roques de Benet. Terra Alta.
«Las Roques de Benet son un espacio muy fotogénico. El nombre proviene del antiguo castillo de Bene, del que hay algunos indicios en la zona de la Canal», explica Josep Gironès. La ruta sale de Horta de Sant Joan, «probablemente el municipio más atractivo de la comarca de la Terra Alta». Se trata de ocho kilómetros y medio de recorrido, apto para todo el mundo, aunque con un ascenso en el tramo final y el posterior descenso, también abrupto. 

«De entrada, el recorrido puede parecer complicado, sobre todo si desde lejos se observa el perfil de las Roques, que recortan el horizonte altivamente, como si fueran un gran elefante con las patas hacia arriba. No obstante, solo se requiere un poco de atención en los puntos más complicados», dice Josep. Desde el Castell, la roca más alta del conjunto de Benet, se puede ver el Caro, la montaña que culmina los Ports, situados al sur. Al este destaca la Serra de Cardó, mientras que más al norte, las de Pàndols y de Cavalls. Otras piedras destacadas son el Cap del Gos y Lo Faralló. Y con un poco de suerte, es posible ver alguna cabra salvaje o, incluso, una familia. Eso sí, hay que evitar acercarse o hacer movimientos brucos para no molestarlas».

 

 

Camp de Tarragona

Montferri. Alt Camp.
Esta ruta, con inicio y final en el santuario de la Mare de Déu de Montserrat, al lado del pueblo de Montferri, consta de poco más de once kilómetros. Justamente este templo es uno de los elementos más llamativos del recorrido. La construcción es fruto del proyecto inicial del tarraconense Josep Maria Jujol, quien tuvo que parar las obras a causa de la Guerra Civil. Después de muchos años de abandono, fue Joan Bassegoda i Nonell quien reprendió los trabajos, ya en 1984.

Además de esta joya arquitectónica, a lo largo de la jornada los excursionistas caminarán entre diversas barracas de piedra seca, construcciones que forman parte de los antiguos cultivos de viña, actualmente bien integradas en el entorno. Los viñedos son los protagonistas de los senderos, que llevan a la torre de Montferri, también conocida como la torre del Moro, a la que se puede acceder hasta su parte más alta. Asimismo, a los 7.280 metros, la ruta pasa cerca del Mas de la Polla Rossa, conjunto documentado del siglo XVI que en tiempos pretéritos dominaba un amplio espacio de cultivos. Como colofón, Gironès recomienda visitar el templo de Jujol, antes de abandonar Montferri.  

 

Camp de Tarragona 

Escornalbou. Baix Camp
Duesaigües, en el Baix Camp, es el punto de salida y de llegada de este itinerario, de unos ocho kilómetros y medio, que transcurre por el Castell d’Escornalbou. Un recorrido de una gran riqueza hídrica que deja a su paso unos lavaderos públicos o las ruinas de Lo Molinet, que antiguamente se movía con la fuerza del agua. 

Siguiendo la ruta y dejando atrás L’Argentera, se llega al Camí dels Frares, nombre en recuerdo de los antiguos monjes que habitaban el monasterio de Escornalbou. «Es uno de los más bonitos de la comarca», defiende Gironès. «Con una fuerte pendiente, entre tramos empedrados, invita a transitarlo poco a poco, cosa que permite recrearse en el pavimento, los escalones, la vegetación y el paisaje». 

El actual conjunto arquitectónico es la suma de una fortaleza romana que se transformó en un castillo medieval y, más adelante, en el monasterio de Sant Miquel. Se puede visitar previa reserva. Y en él se encuentra una magnífica biblioteca, piezas de arte, diversos muebles, así como algunos objetos que el reusense Eduard Toda, uno de sus antiguos propietarios, adquirió en sus muchos viajes. Y desde el claustro, en la lejanía, se divisa el Mare Nostrum.

 

 

Camp de Tarragona 

Poblet. Conca de Barberà
Zigzagueando entre masías y bosques, esta propuesta de trece kilómetros se adentra en el Paraje Natural de Interés Nacional de Poblet. Desde Les Masies, que se remontan a finales del siglo XIX, pasando por la ermita de la Santíssima Trinitat o el Comellar de les Cent Fonts. «Pararse en el mirador de la Pena es un placer, ideal para disfrutar del paisaje, con el monasterio de Poblet al fondo como uno de los elementos más destacados», señala Gironès. Otro de los espacios imprescindibles es la Font del Deport, uno de los lugares tradicionalmente más visitados. A partir de aquí, el camino sigue hasta el pozo de hielo de la Pena, que antiguamente se utilizaba para almacenar una gran cantidad de hielo, aunque a principio del siglo XX se le dio otros usos.

Finalmente, se puede aprovechar el recorrido para visitar el Reial Monestir de Santa Maria de Poblet y reponer fuerzas en alguno de los restaurantes de la zona. Fundado por Ramon Berenguer IV, durante la Edad Media fue un importante centro de poder y también el panteón de los reyes de la Corona de Aragón. Actualmente es el monasterio habitado más importante de toda Europa.

 

 

 

Terres de l’Ebre

La Sénia. El Montsià
«El pantano de Ulldecona merece una visita pausada. Igual que la fuente de la Fou o de la Canaleta», manifiesta Josep Gironès. La ruta por los árboles emblemáticos del Montsià tiene 15 kilómetros, a los que hay que añadir 114 desde la ciudad de Tarragona a La Sénia

El paseo combina las pozas de agua como el Toll dels Sabaters, con árboles como avellaneros, que comparten espacio con tejos, pinos y acebos. Entre ellos, el Pi Gros. Se trata de un árbol de la variedad Negral, de 35 metros de altura y cinco de circunferencia. Se considera que tiene unos 700 años de vida y, como no está en buenas condiciones, recibe todos los mimos posibles por parte de las autoridades forestales. Mientras, el Faig Pare es uno de los ejemplares más destacados de su especie en el sur de Europa. De 25 metros de alto y cuatro de circunferencia, se le calculan unos 250 años de vida. Uno de sus atractivos son sus raíces, superficiales debido a las características del terreno. La de La Sénia es una excursión larga que, en todo caso, compensa por su gran belleza. «Vale la pena dedicar el tiempo necesario a observar el paisaje, los barrancos, la flora y la fauna. Y, sobre todo, respirar, coger aire en un entorno limpio y puro».

 

Terres de l’Ebre

Benifallet. Baix Ebre
Situado en Benifallet, en el Baix Ebre, el antiguo balneario de Cardó es el punto de encuentro de los excursionistas. La ruta que se propone por el valle, de unos cinco kilómetros y medio, pretende descubrir algunas de las ermitas que forman parte del conjunto de  Cardó, así como otros espacios singulares. Entre ellas, la ermita de Sant Josep, la del Àngel custodi o la de Santa Teresa, muchas de ellas en grave proceso de degradación, un escenario decadente muy distinto de cuando las aguas termales de Cardó atraían a las clases pudientes. 

Siguiendo el itinerario, cuando se llevan 1.600 metros de camino, se llega a la Cova Lluminosa. Se trata de un agujero natural acondicionado con obras de piedra, colocada en seco para poder pasar con comodidad. Todo indica que recibe su nombre de la luz que se proyecta por su cavidad, encarada hacia el sur. Mientras, a los 1.950 metros se pasa cerca de la Roca Foradada, que también se puede visitar. De vuelta a casa, se recomienda hacer una parada para  «comprar los pastissets de Rasquera, que gozan de una gran popularidad, sin olvidar los capazos y cestos de gran tradición propios de la artesanía del palmito».

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