«Soy una gran defensora del género humorístico»

Maria Pilar de los Hielos Soria publica su primera novela ‘La verdadera historia del hombre que robaba confesiones’, un relato que tiene como trasfondo el humor, ya que es un estilo con el que se encuentra cómoda

30 diciembre 2021 19:00 | Actualizado a 31 diciembre 2021 13:27
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«¿Para qué sirve un confesionario? Para dejar las almas más limpias que una patena, por supuesto. Pero, ¿alguien se ha parado a pensar en la cantidad de historias fantásticas, maravillosas, tiernas, crueles, perversas, y también, cómo no, otras soporíferamente aburridas que tiene que soportar un confesor?». Todo ello ha servido de inspiración a la escritora María Pilar de los Hielos Soria –nació en Zaragoza en 1961, pero hace más de tres décadas que vive en Reus– para publicar su primera novela La verdadera historia del hombre que robaba confesiones, que ha presentado esta semana en Tarragona.

‘La verdadera historia del hombre que robaba confesiones’ es su primera novela, pero no su primera publicación.

Con anterioridad, he publicado varios cuentos infantiles; La doctora Cuent en la Provenza, que es una recopilación de cuentos terapeúticos; incluso escribí una obra de teatro, La vida alegre, que se estrenó en Reus. También he participado con un relato en el último libro del colectivo Reusenques de Lletres titulado bReus i eròtiques. La verdadera historia del hombre que robaba confesiones es la primera novela que he publicado, aunque en marzo verá la luz la segunda, El Sorteig, ganadora del Premi Celler de Lletres 2021 de Sant Sadurní d’Anoia.

El humor es el trasfondo.

Sí, es la constante en toda la novela. En realidad, es mi estilo, ya que prácticamente todo lo que escribo es humorístico. No es porque tenga una voluntad férrea en que sea así, sino que es un género en el que me encuentro cómoda y nace de forma natural.

Dicen que hacer reír es mucho más difícil que hacer llorar.

Como manejo de forma natural el género humorístico, no me supone un reto. Me cuesta mucho más escribir un relato corto en serio, ya que, sin apenas ser consciente, acabo usando la ironía, el sarcasmo, la parodia o la sátira. Para mí, lo que representa un esfuerzo es relatar algo sin esos recursos.

¿En esto del humor tienen algo que ver sus orígenes?

Posiblemente. En Aragón tenemos un humor muy particular llamado socarronería, supongo que es una huella personal que aflora a la hora de escribir. Por otro lado, tampoco creo que sea el único motivo, puesto que, de ser así, todos los escritores aragoneses trabajarían ese género, lo que, evidentemente, no sucede.

El título es muy largo.

Sí, es cierto. Tiene dos motivos. El primero es un guiño a una novela muy corta de García Márquez titulada La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y de su abuela desalmada (que es casi más largo el título que la novela), cuyo título siempre me fascinó. Así que, decidí atreverme yo también con un título largo. Por otra parte, esta es, en realidad, una novela dentro de otra novela. El protagonista es un profesor de instituto que, de la noche a la mañana, se encuentra convertido en escritor y su falta de imaginación lo lleva a vivir complicadas situaciones para conseguir argumentos para sus obras. Al final, se ve en la obligación de escribir una en la que debe relatar todos esos sucesos rocambolescos, y que él, el protagonista, titula La verdadera historia del hombre que robaba confesiones.

¿La metaliteratura se manifiesta desde el principio?

Se descubre al final. La novela está dividida en dos partes muy diferenciadas: la primera con las aventuras y desventuras del protagonista para dar forma a sus relatos; y la segunda gira alrededor de la venganza de un homicidio. Es aquí donde se producen los puntos de giro más importantes del relato.

En la venganza, ¿todo vale?

El protagonista, aparte de profesor de instituto y de escritor accidental, en su fuero interno es un vengador justiciero, por lo que, a la hora de ejecutarla, saca toda su artillería. Va dando buena muestra de ello a lo largo del relato, pero es en esta segunda parte donde adquiere su mayor dimensión, calculada y planificada hasta el último detalle. Aunque en un principio pensaba arremeter contra el villano y todo lo que le rodea, finalmente solo castiga al delincuente, pero de una manera tan brutal que no deja ni una sola faceta de su vida por destruir. En realidad, son los propios personajes y la trama los que hacen fluir la historia.

Entre los personajes hay caricaturas de algunos conocidos.

Sí, me divierte este juego. Hay un personaje, el editor, que no tiene nombre, y que es una caricatura de Mr. Burns de los Simpson, tanto física como moralmente. Otro personaje femenino, Rachel (en principio se llamaba Melania), es una caricatura descarada de Melania Trump. También, aparece un entrañable, Don Pío, inspirado en tío Pío, el personaje más humilde de la película Gilda, un filósofo y persona sabia, y que es el paño de lágrimas de la protagonista. En mi novela también tiene una ocupación muy modesta, y posee tanto una gran formación académica como una enorme calidad humana.

En el libro también hay referencias musicales.

Cuando escribes, intentas, aparte de explicar la trama y las acciones, ambientar de alguna manera, a través de los escenarios, los decorados, aportar colores, olores y sonidos. Así, las referencias musicales y literarias, que también las hay en abundancia, son una alusión a canciones que todos tenemos integradas, que forman la banda sonora de nuestras vidas y que ayudan a crear esa atmósfera conectando con las propias vivencias y experiencias de los lectores para hacerlas más próximas.

¿Pretende romper una lanza en favor del género humorístico?

Sí, soy una gran defensora de este género. Aunque haya tendencias y modas que hacen que durante unas épocas prevalezcan más unos géneros que otros, en la actualidad el relato cómico no está, precisamente, en su momento de esplendor. Quizá porque no es fácil escribir género cómico y puede que no haya muchos escritores que lo cultiven, o porque en ocasiones se considera un género de segunda. Justamente en los tiempos que estamos viviendo, considero que disfrutar de literatura cómica contribuiría a desconectarnos mediante la lectura, al menos durante un tiempo, del contexto tan complicado en que estamos inmersos. Y, el humor genera humor. Seguramente yo no escribiría así sin mis referentes: Eduardo Mendoza, Tom Sharpe, Augusto Monterroso, Jesús Moncada o Stella Gibbons, entre otros autores admirados

¿Considera que el humor es una cosa muy seria?

Evidentemente. El humor puede ser terapéutico. En la presentación del libro esta semana, en la librería Abacus de Tarragona, me acompañaron Isabel Fornos Vilanova y Rosa Queralt Casanova. Rosa es enfermera y doctora en Pedagogía, y también defiende que el humor puede llegar a ser terapéutico porque la risa es un elemento muy sano.

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