Tània Juste: «El relato de la historia del arte nos ha ocultado toda una serie de talentos femeninos»

La autora reivindica en ‘Amor al arte’ el papel artístico de las mujeres a lo largo de los siglos. Una novela que transcurre entre la Barcelona de los años 70 y el París más bohemio, de las primeras vanguardias.

05 noviembre 2021 19:15 | Actualizado a 09 noviembre 2021 09:49
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En 1925, a orillas del Sena, la artista Valeria pinta su autorretrato, en el que aparece desnuda. Casi megio siglo después, en 1974, Olivia descubre el cuadro y a partir de ese momento inicia un viaje al corazón del París más bohemio. Son las dos protagonistas ficticias de Amor al arte, de Tània Juste, publicado en castellano por Maeva Ediciones y en catalán por Columna y que obtuvo el último Premio Prudenci Bertrana. Una novela que reivindica el papel de la mujer en la historia del arte y que su autora presentó recientemente en la Llibreria La Capona. Se trata del cuarto libro publicado por la escritora barcelonesa después de Pasaje al Nuevo Mundo, El hospital de los pobres y Tiempo de familia.

¿Es una novela feminista?
Se puede decir que es un libro feminista en el sentido de que busca lo mismo que el feminismo. Es decir, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, en este caso en el sector del arte.

Encontrar a mujeres artistas era una inquietud suya desde la Universidad...
El deseo de escribir este libro me viene de muy lejos, de cuando estudiaba Historia del Arte. Hacia el final de la carrera me di cuenta de que todo aquel listado de artistas que había en cada siglo eran mayoritariamente hombres. Mujeres artistas había muy pocas. Diríamos que la historia del arte está llena de mujeres, pero en tanto que musas, en tanto que parejas de artistas hombres. Entonces, me empecé a construir este gran interrogante, ¿realmente no existieron las mujeres artistas? 

 

«El Premi Prudenci Bertrana es maravilloso. Es un reconocimiento y también una oportunidad de llegar a muchos más lectores y lectoras».

¿Existieron?
Sí. Evidentemente ha habido mujeres creadoras desde el principio de los tiempos. Y, por tanto, llegas a la conclusión de que el relato de la historia del arte, que ha sido mayoritariamente escrito por hombres, nos ha ocultado toda una serie de talentos artísticos femeninos. Yo quería contribuir a dar visibilidad a todas estas mujeres artistas. 

¿’Amor al arte’ es esa contribución?
He tardado muchos años en hacerlo porque quería ganar musculatura con mi oficio, que es la escritura y quería hacerlo con un libro ambicioso con el que estuviera suficientemente satisfecha. Y, efectivamente, es Amor al arte.

Puede estar satisfecha. Ha ganado el Prudenci Bertrana.
Para mí es maravilloso. Es un reconocimiento, una satisfacción y además una oportunidad de llegar a muchos más lectores y lectoras. Porque, quieras o no, un premio te da difusión, consigues crecer como autora y que te descubra más gente.

 

 

¿Hay alguna cosa suya en sus personajes femeninos, en Valeria y en Olivia?
En todas estas mujeres protagonistas de Amor al arte hay parte de mí. Es una novela muy personal y he dejado mucho de mí. Pienso que para todas las mujeres que practicamos este amor al arte de una manera incondicional e incluso hemos querido hacer nuestro oficio, el camino está lleno de luchas y anhelos que tienen tanto Olivia como Valeria.

Refleja el momento en que las mujeres no podían adquirir anticonceptivos, por ejemplo.
La liberación de la mujer también es la liberación del cuerpo, como se ve en la novela. El tema del sexo para la mujer ha sido un corsé social muy importante. Y en la Barcelona de las postrimerías del franquismo no podían conseguir esa píldora, que era mucho más que una píldora, era un acceso a la libertad del propio cuerpo. Por tanto, se las tenían que ingeniar para ir a un ginecólogo amigo que pudiera recetarles la prescripción. Y estamos hablamos de unas pocas décadas atrás. 

Puig Antich, la Revolución de los Claveles… ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?
Me encanta hacer investigación histórica y es mi trabajo inicial cuando tengo una novela entre manos. Para mí es una fuente de inspiración constante para dar cuerpo y color a la historia. En este caso el viaje lo hacemos a la Barcelona de los años 70 y también al París más bohemio de las primeras vanguardias, de los años 10 y 20 del siglo XX.

También Valeria empieza en Barcelona.
Es de origen barcelonés. Me apetecía mucho situarme en el barrio gótico de los años 70 porque es un momento que yo viví de niña. Mis padres y sus amigos, que eran los jóvenes de la época, vivían muy intensamente y se movían por estas calles. Por ejemplo, uno de los locales que sale en Amor al arte, La Taverneta, donde Marc Hailer y sus amigos del Cercle Artístic de Sant Lluc pintan a la clientela, es un lugar donde iba mi padre con otros artistas, precisamente a hacer lo que hacen en la novela este grupo de amigos. En este libro y en estos escenarios hay muchas complicidades con mi infancia y me ha gustado mucho poder recrearlo de esta manera.

 

«La liberación de la mujer también es la liberación del cuerpo, como se ve en la novela. Y el tema del sexo para la mujer ha sido un corsé social muy importante»

Siempre viaja a Barcelona.
Es la ciudad donde nací y donde me he formado como persona. La llevo en el corazón y la tengo muy interiorizada. Creo que una autora tiene que escribir sobre lo que conoce y, por tanto, si escribo sobre una ciudad lo hago sobre Barcelona. Si hay algún otro rincón en mis novelas, son lugares que llevo en el corazón, que he pisado, que he sentido, que he vivido. Por esto también sale París porque es una ciudad a la que he tenido la gran suerte de poder viajar muchísimo por motivos de trabajo durante muchas décadas. Si he osado recrear el París de aquella época es porque lo conozco.

En el caso de Olivia, el paseo por Barcelona va de la mano de su abuelo.
Soy una apasionada de los abuelos, tanto de los míos como de todos los que adoptaría y reivindico absolutamente su figura y su sabiduría. No sabemos lo que nos perdemos si no los aprovechamos porque realmente son la transmisión del conocimiento. No el que está en los libros, sino el conocimiento vital, el de la experiencia humana. Y por esto esta relación entre Olivia y su abuelo para mí es un canto de amor a la familia y a las generaciones.

En definitiva, ‘Amor al arte’ habla de sororidad.
De hecho, es abrir los ojos. No mirarte a través de los ojos de los demás, sino hacerlo a través de los tuyos propios. En el caso de Olivia, el hecho de descubrir esta pintora, Valeria Sans, es un espejo. Ella tira del hilo, de la vida y la obra de Valeria, y en ese camino se encontrará tanto con Valeria como con todas estas mujeres artistas que existieron en aquel París bohemio. Y por primera vez se verá como una mujer de su tiempo. Por tanto, se hará preguntas de cómo es o de cómo quiere llegar a ser. Y aquí es donde tenemos las claves de la evolución del personaje de Olivia.

Olivia y Valeria, separadas por unas cuantas décadas.
Cada una es fruto de su tiempo y cada una escoge su camino. Porque este camino difícil y complicado que se han tenido que forjar las mujeres traspasa siglos y generaciones. Todas podemos hablar de nuestras madres, abuelas o bisabuelas. Algunas optaron por una vida como les mandaban los cánones del momento, pero también hubo otras que se rebelaron y querían alguna cosa más, querían traspasar esas fronteras que la sociedad patriarcal marcaba. Por tanto, todas las que hemos tenido alguna inquietud, alguna aspiración profesional, sea en el campo que sea, nos podemos reconocer en estas mujeres que, de alguna manera, nos han abierto el camino.

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