Huérfana de madre y abandonada por su padre a los seis años, Gabrielle Chanel (Saumur, 1883-1971) pasó de criarse en orfanatos y entre monjas a vivir los últimos 30 años de su vida en el lujoso Hotel Ritz de París. Esas dificultades en la infancia construyeron un carácter a prueba de bombas. Muy hecha a sí misma, sofocó la soledad con la aguja y el dedal que pusieron en sus manos sus tías.
El proceso de transformación de Gabrielle a Coco lo protagoniza una artista revolucionaria, una de las mejores diseñadoras de la historia y una audaz e independiente empresaria con una visión comercial tan cristalina que fue capaz de dar un vuelco al armario de las mujeres de todo el mundo. Lo hizo desde una mirada sencilla y elegante.
La joven Coco se dio a conocer en los cabarets de Moulins, allí cantaba para entretener al público. La ayuda económica de su amante Arthur Edward Capel le permitió abrir las primeras tiendas de moda. Sus éxitos más tempranos se relacionaron con el diseño de los sombreros. Después vinieron los jerséis o el sport. Unas líneas atrevidas que marcaron tendencia. Supo aprovechar hasta las estrecheces que padeció Francia durante y tras la Gran Guerra.
La creadora diseñó decorados para las representaciones teatrales de Jean Cocteau y Diaghile y en ese ecosistema artístico conoció a Paul Iribe, que se convirtió en una especie de cerebro artístico en la sombra para Coco, sobre todo en el registro de la decoración de interiores.
Coco Chanel vivió una vida de lujo y opulencia gracias al Chanel Nº5 que lanzó en 1921 con el perfumista Ernest Beaux. La diseñadora quería vender el producto a gran escala, así que llegó a un acuerdo con el empresario judío Pierre Wertheimer para crear Parfums Chanel, por el que Wertheimer se quedaría con el 70%; Théophile Bader, dueño de las Galerías Lafayette, con el 20%; y Coco con solo el 10%.
Su filosofía se resume en la frase: «No pierdas el tiempo chocando contra una pared, con la esperanza de transformarla en una bonita puerta».
Chanel fue acusada de colaborar con los nazis en Francia. De hecho su nombre figuró en la lista de informantes del Almirante Wilhelm Canaris. Necesitó superar durísimos interrogatorios para quedar en libertad. Incluso se llegó a rumorear que su poder empresarial y los contactos con las altas esferas evitaron su ingreso en prisión.

Gabrielle fundó su propia línea de ropa Chanel en 1910, en París. Su moda generó revolución en la época, puesto que eliminó el uso de los restrictivos corsets y proporcionó mayor comodidad y liberación a las mujeres. La diseñadora fue precursora de una nueva dirección: el minimalismo.
No solamente la liberación de la cintura marcó la diferencia con el siglo pasado, sino que también, Coco Chanel, provocó que las mujeres comenzaran a utilizar pantalones, ya que consistía en una prenda más cómoda, facilitó los movimientos de las féminas.
Además de modificar la forma en la que se diseñaba el vestuario femenino, también cambió la manera en que las mujeres mostraban el cabello. Después de una ruptura amorosa, decidió cortarse el pelo a la altura de sus orejas estilo garçon (o estilo muchacho, como se traduciría desde el francés). Expresó un look muy original, rompedor y elegante, más masculinizado y altamente alabado por otras mujeres que decidieron imitarlo.
Chanel se erigió en pionera incluso en la estrategia comercial, sus modelos estaban confecciondos con piel de conejo, un material más económico en la época. La jet solía utilizar ropajes más caros, pero ella modificó la mentalidad y la conducta de compra del mercado. Hasta el punto que otros diseñadores de alto standing no comprendían cómo la Socialité empleaba ese materal más barato. Con esta filosofía lanzó una de sus piezas más icónicas, el Fort de Chanel, un vestido negro hasta las rodillas, que marcó un antes y un después.