Claves para ser feliz

A partir de una metáfora, los psicólogos Joan Piñol y Javier Savin aportan técnicas para ver el vaso medio lleno

02 abril 2022 14:42 | Actualizado a 05 abril 2022 13:15
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Esta historia empezó hace mucho tiempo. Ocurrió en el que durante algunos años fue mi hogar, un lugar donde solo contaba el trabajo bien hecho y no cabía otra manera de hacerlo. En Occidente existe la tendencia a pensar que el trabajo duro, los ingresos altos y el prestigio deben ser nuestra meta. El protagonista de este relato es un joven de éxito que aparentemente lo tiene todo, hasta que se da cuenta de que la situación lo supera y la ansiedad, la tristeza y la certeza de que nada tiene sentido se adueñan de su persona. Es la historia de El aprendiz de farero. 15 claves para disfrutar de la vida, de los psicólogos tarraconenses Joan Piñol y Javier Savin, publicada por Editorial Kairós. Una fábula por la que el protagonista decide parar, dejarlo todo y aceptar un trabajo en un faro. 

¿Es necesario dar este paso tan radical para sentirse bien? «No», responden los autores. «Tanto Joan como yo tenemos nuestros ‘faros’. Lugares a los que nos retiramos en ocasiones varias veces al día, espacios de relajación, meditación y conciencia plena, y otros con menos frecuencia pero durante más tiempo, como es el disfrutar de algunas actividades que nos gustan, del mar y la montaña», explica Javier Savin. Sin embargo, apunta a una acción específica muy fácil de llevar a cabo, a diario y con grandes beneficios. A saber, «silenciar el teléfono es suficiente para alejarse del ruido durante algún rato y esto lo hacemos los dos con frecuencia». Psicólogos ambos, Joan Piñol es Director general de la Fundación Salud y Persona, mientras que Javier Savin es el responsable de atención psicológica, donde atienden personalmente los casos más complicados.

 

 

A través de la experiencia del joven farero, los autores se adentran en algunos aspectos del desasosiego de este siglo XXI y aportan técnicas psicológicas con el objetivo de tener buenos hábitos y gestionar las emociones. En este sentido, manifiestan que a pesar de que una crisis de ansiedad o de pánico paraliza los sentidos, puede muy bien ser el detonante de algo nuevo. «Es la manera que el cuerpo tiene de reaccionar al estrés. Puede ayudar a centrar los pensamientos en cosas positivas y para frenarla se puede realizar la que conocemos como respiración diafragmática. Es decir, inspirar por la nariz, llenar el abdomen de aire y soltarlo poco a poco por la boca. Así al menos durante un minuto».

 

«Silenciar el teléfono es suficiente para alejarse del ruido durante algún rato»

Sin embargo, una vez detectada la situación, no siempre es fácil darle un vuelco. ¿Cuáles son los pasos a seguir? «Antes o después hay que crear un punto de no retorno, una situación en la que ves que no quieres seguir así y en la que resulte más sencillo seguir adelante que dar la vuelta». De todos modos, comentan, «El aprendiz de farero trata más en profundidad sobre cómo ser feliz que cómo escapar de donde estamos» y en este aspecto defienden que «la felicidad está dentro de cada uno, no fuera». Justamente, para dar con ella, ambos profesionales hacen hincapié en las buenas relaciones sociales. De hecho, algunos estudios resaltan su relevancia. Así, uno iniciado por la Universidad de Harvard allá por el año 1930 y que continúa en la actualidad pone de relieve que las relaciones de calidad del entorno correlacionan mucho más con una vida feliz y saludable de lo que hace la fama, la fortuna y el trabajo duro. Vieron que una vida solitaria aumenta mucho la probabilidad de enfermar y de sentirse desdichado.

 

 

       Sugerencias:

  • Listas. Pasa el hábito por encima de la voluntad y las listas en papel por encima de la memoria.
  • El Plan B. Anticipa lo que puede salir mal.
  • Esfuerzo. Lo fácil se puede hacer en cualquier momento, lo difícil se hace a diario.
  • Ser conscientes. Entrena tu conciencia plena.
  • Retos pequeños. Ataca las dificultades de una en una.
  • Reflexión. Que tus decisiones no vayan más allá de las emociones.
  • Liberar. Elimina lo superfluo y los ladrones del tiempo.
  • Compartimentación de las tareas. Gestiona tu tiempo.
  • Pararse a pensar. Eres lo que haces.
  • Valoración. Escucha tus emociones.
  • Atenciones. Cuida de los demás.
  • Escoger. ¿Quién quieres ser?
  • No resignarse. Disfrutar, amar y trabajar.
  • Libertad. Menos es más.
  • No te preocupes de lo que dicen los demás. Busca tu felicidad.
 

La soledad impuesta
«Somos sociales por naturaleza», resaltan Piñol y Savin. «Esto nos ha llevado a sobrevivir. Es verdad que unas malas relaciones te amargan la vida, pero ten por seguro que las buenas hacen que la existencia merezca mucho más la pena. Y no es necesario que sean de un gran número de personas, sino pocas pero de calidad». La cuestión no es baladí, tras dos años de pandemia y largos periodos de aislamiento obligado que, en algunos casos, ha cambiado la forma de relacionarnos. «Es importante proteger el tiempo que se dedica a amigos y familia. Valorar a quién se tiene, cultivar estas relaciones, mantenerlas. Porque si dependen únicamente del trabajo, entonces es seguro que una vez finalizada la vida profesional, se terminará también con la vida social», determinan.

No obstante, no todo el mundo puede escoger y al respecto resaltan que «quizás la soledad más dura es la de aquellos mayores que sí tienen familia y, sin embargo, se sienten ignorados. Cuidar de ellos es una responsabilidad de quienes aún no estamos ahí. Con suerte, llegaremos y nos gustará pensar que nos viene de vuelta la compañía que dimos. Además de enseñar con nuestro ejemplo la importancia de acompañar a nuestros mayores».

 

«Hay tantas felicidades como personas. Lo importante es lo que cada uno sienta como tal»

Mientras, otras de las técnicas que sugieren para llegar a la tan anhelada dicha, sea lo que eso signifique para cada cual, pasan por quererse a uno mismo. Señalan qué alimentos son los indicados y cuáles no, el ejercicio físico que siempre debe acompañar, el sol, la luz y la vitamina D o las horas necesarias de sueño. En otro orden de cosas, por ejemplo, hacer listas en papel, «ya que nos permiten priorizar, pero para que sirvan hay que asegurarse de que el orden es el correcto. Deben contener lo que se considera más importante, no lo que otros opinan que se debería hacer primero».

Y entre estas sugerencias, también entra en juego el cuidar a los demás, una tarea de la que tradicionalmente se han encargado las mujeres. «Afortunadamente, las buenas personas no se pueden ni imaginar que se pueda no cuidar al enfermo. No todas las personas son buenas, aunque sí todas las sanas lo son. El ser humano es bueno por naturaleza y sabe que el hacer bien nos permite sentir una felicidad eudaimónica, de la vida plena. Quizás cuidar a un enfermo no es divertido, pero te hacer sentir realizado, útil y feliz», sostienen. Y sobre todo interpelan, ¿qué le hace feliz?

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