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Emili Samper (Tarragona, 1980), profesor de Filologia Catalana en la URV, es un apasionado de los cómics. Tiene tantos que ya casi no le dan las estanterías de su casa para guardarlos. La afición le viene de niño: en 8º de EGB ya hizo un trabajo sobre el manga. Ahora ha publicado el libro Mirades i estudis des de la Setmana del Còmic de Tarragona, copublicado por la Universitat Rovira i Virgili y el Centre d’Estudis Històrics i Socials Guillem Oliver. Es un compendio de textos con dos denominadores en común: Tarragona y el cómic.
¿Se puede ser fan de DC Comics y de Marvel a la vez?
¿A quién quieres más, a tu padre o a tu madre? Bromas aparte, por supuesto que sí. Es cierto que hay rivalidad entre los aficionados de unos y otros, pero también se puede disfrutar con los cómics y los personajes de ambos. Yo lo hago. Y no todo se acaba con DC y Marvel, por suerte.
Pero intuyo por el libro que usted es más de DC.
Mi personaje favorito es Batman y sí es cierto que he leído y leo más cómics de DC que de Marvel. Supongo que es un tema generacional o de gustos. No tanto de la dicotomía actual de ciertos sectores que, a partir de las películas y series, oponen el divertimento de Marvel a la seriedad y oscuridad de DC. Encontramos de todo en todos lados.
Dice que compraba sus primeros cómics, de ‘Superlópez’ y ‘Bola de Drac’ en un quiosco de Torreforta. Eran otros tiempos.
Uf, sí. Influye la nostalgia, por supuesto, pero en aquellos años -los ochenta y noventa- los cómics, que no los llamábamos novelas gráficas, eran más asequibles y los podías conseguir cerca de casa. No digo que la situación actual sea peor, con un modelo basado en librerías especializadas y con secciones propias en las generalistas, pero sí que se ha perdido ese componente más popular y cercano. Ya no hay grapas en los quioscos, solo algunos coleccionables temporales.
En Tarragona ya casi no hay quioscos, pero si una semana dedicada al cómic, por la que han pasado figuras como Max, Paco Roca, Forges, Daniel Torres, Esteban Maroto…
Entre 2008 y 2019, y gracias a Delirópolis, nos han visitado autores de primera línea, muchos de ellos para presentarnos sus últimas novedades, pero, sobre todo, para hablar de cómic. La parte más interesante y gratificante de estas visitas ha sido, sin duda, el contacto directo con todos ellos y conocer de primera mano su trabajo.
Su última edición fue en 2019, antes de la pandemia. ¿Habrá este año?
La pandemia supuso una pausa obligada y actualmente estamos pensando qué hacer y de qué manera. Gestionar y dinamizar actividades culturales siempre es complicado.
¿El cómic tiene el reconocimiento que merece como arte?
En los últimos años ha dado un paso adelante y está presente en espacios en los que antes no estaba, como librerías, sobre todo a partir del uso de la denominación ‘novela gráfica’. Y también ha entrado en las aulas universitarias como objeto de estudio y como herramienta educativa y eso es importante para su reconocimiento más allá del puro entretenimiento.
¿Internet está acabando con los cómics en papel?
El consumo es diferente. Es cierto que en el caso de los cómics es más complicado el paso del papel a la pantalla para leer y los intentos que se han hecho hasta ahora no han acabado de funcionar. Pero también es verdad que se lee mucho en digital, sobre todo obras que todavía no se han publicado aquí.
¿Las viñetas digitales se consideran cómics entonces?
El soporte de un cómic no es solo el papel. Paco Roca, por ejemplo, elaboró un cómic expresamente para las paredes de un museo y en internet se pueden leer también cómics que aprovechan las posibilidades de la red y pueden incluir música, transición entre viñetas, cambios de pantalla...
En el libro destaca la importancia de las autoras ¿Es un mundo cada vez más femenino?
Por suerte, sí. Actualmente hay muchas autoras que han encontrado, o se han decidido, por el cómic, por todas las posibilidades creativas que ofrece, y eso es una muy buena noticia. No quiere decir que antes no hubiera, pero la repercusión que pueden tener hoy es mayor.
