Esa salvaje distorsión de la realidad
‘Ni una palabra’: un compendio inimitable de relatos de Caroline Blackwood, donde la violencia y la ternura se sirven en vaso de cristal

Caroline Blackwood.
La literatura de Caroline Blackwood (Londres, 1931) es afilada y casual. También inteligente, porque recrea con astucia y autenticidad en qué consiste la disociación en las sociedades contemporáneas. Además, lo hace de manera auténtica. Te hace instalarte en la creencia de que tú también estás narrando una historia, pero que te es inevitable enredarte en otra para poco tiempo después abandonarla y olvidarla.
La identidad medio inglesa medio irlandesa de nuestra autora parece reconciliarse a través de los distintos cuentos que integran el volumen, al dibujar escenarios y personajes cuya humanidad desborda un teórico racionalismo obsoleto. Cada relato se estructura alrededor de una anécdota, que supone el punto de inflexión vital en la trayectoria de alguien que, sin embargo, no parece darle mucha importancia o no la suficiente. Tampoco resultan importantes los contextos históricos o sociales, o eso es lo que nos hace creer Blackwood. Pienso, por ejemplo, en una de las primeras narraciones, donde se cuenta el conflicto religioso en Irlanda entre católicos y protestantes, que abarcó desde 1968 hasta 1998, a través de un grupo de niños que apedrean la casa de una familia católica. También en otra donde se recogen los restos de las relaciones entre las familias acomodadas y el servicio de sus casas para la segunda mitad del siglo XX. Igualmente, en cómo llega al panorama anglosajón esa oleada antibelicista que parecía que conduciría al orden mundial a un lugar mejor: “Quizá lo único que querían es que legalizaran la marihuana. ¿Cómo cojones saberlo con esas pancartas genéricas? “¡Amor”, “¡Amor!”, “¡Abajo los políticos!” ¿Alguna persona cuerda militaría bajo el lema “amor”? No le gustaba ver cómo los apartaban a golpe de porra. ¿Pero por qué los pobres infelices tenían que pintarse la cara con signos del zodiaco en color azul? ¿Por qué usaban abalorios y andaban descalzos? Cyd siempre decía que era un fascista”.
El mecanismo que vertebra cada pieza es una situación traumática y eventual, que decide archivarse en un cajón hasta nueva orden. Las anécdotas que le sirven a cada cual para contarse su vida o transmitírsela a los demás son, en este punto, inimaginables. De hecho, más de una vez, quien lee se pregunta si quien habla está haciéndolo realmente en serio o se está tirando un farol. En ocasiones, las mentiras que cada una de las voces que nos narran sus historias de vida están tan alejadas de la realidad que se han olvidado de integrarse en una sociedad y las convenciones o las normas sociales resultan herramientas no operativas en los procesos relaciones. Caroline Blackwood condena a sus personajes a la incomunicación absoluta.
Los temas que aborda Blackwood son tan distintos como esenciales, y parten en su mayoría de un golpe: la falta o ausencia de amor y empatía por el otro. De igual forma, las atrocidades, comportamientos amorales o gestos generosos o tiernos nacen desde el mismo lugar: el desconcierto ante las muchas verdades que entraña vivir.

Título: Ni una palabra
Autor: Caroline Blackwood
Editorial: Chai editora