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    La Mirada de una Estrella

    Adiós a Ouka Leele

    29 mayo 2022 12:43 | Actualizado a 29 mayo 2022 12:47
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    En el mundo del arte español de los últimos treinta años, podemos encontrar grandes figuras; sin embargo, hay una que destaca por encima de las demás, por su eficacia en cambiar el mundo de ese arte, siguiendo el camino que habían empezado a principios de siglo figuras que se arriesgaron como Maruja Mallo. Esa es Ouka Leele, y a mí me cuesta hablar de ella en plan panegírico, porque ella era como las hadas, mujeres que no deberían morir nunca.

    Se habla de ella como fotógrafa, mejor fotógrafa de la década, bla, bla, bla. Yo siempre la he considerado una pintora exquisita, lanzada, vanguardista y clásica, casi mística al mismo tiempo. Esta mezcla es la que da la impronta a su trabajo, y se debe a varios factores. Clásica, muy influida por su familia, (familia ilustre, abuelo pintor, padres de la alta burguesía), y los cuadros del Prado, que ella visitaba de pequeña, mística por su formación en el Colegio Sagrado Corazón, y vanguardista, por sus amigos, y la gente que tenía alrededor, Ceeseepe, Mariscal, Alberto García-Alix, El Hortelano.

    Nació en Madrid y de pequeña pintó y escribió poemas, hasta que un novio celoso la prohibió pintar. Entonces cogió la cámara y se puso a hacer fotografías. Estudió dibujo en la Academia Orsini, y poco después, entro en Bellas Artes, pero la carrera la desanimó y no llego a terminarla. En su lugar, estudió piano y entró en el Photocentro de Madrid para aprender fotografía. En los primeros libros y revistas, Principio, Zoom o Nueva Lente, mostraba sus primeras fotos en color. Y en 1978, comenzó a exhibirlas en exposiciones. Y cuando un grupo le pidió una foto para portada de disco, a ella se le ocurrió hacer la foto en blanco y negro y a continuación pintarla con acuarela.

    Ese fue el comienzo de una carrera única. Su exposición con fotos pintadas, Peluquerías, fueron treinta retratos de personas cercanas a ella con tocados surrealistas, se hizo muy famosa y la lanzó como la fotógrafa más popular de la llamada “movida”, aunque ella había empezado antes, con Ceesepe y El Hortelano, entonces su marido. En aquellos tiempos (1978-1981), se había ido a Barcelona, donde perfeccionó su estilo y vivió en una comunidad de artistas del hambre: tenía que revelar sus fotos con guantes, por no poder pagar la calefacción, y a veces comía por los Hare Krishna y sus menús gratuitos.

    Era la época en que se hacía llamar Bárbara Sin Apellido y montaba performances auténticas: proyectaba sus fotos detrás de un búnker, mientras por delante pasaban modelos ataviados con pulmones de cerdo, que lanzaban patas de pollo a los espectadores, mientras ella leía la guía de teléfonos. La revista Star le pidió una portada y ella les hizo una composición como la de las postales de principios del siglo XX: la pintó manualmente con colores chillones. Fue la primera de una serie casi infinita de revistas iluminadas por ella.

    Su seudónimo lo seleccionó de un cuadro de El Hortelano, que consistía en estrellas con nombres inventados

    Fue en Barcelona donde también encontró a su primer mecenas, el galerista Albert Guspi, quien fue el que la animó a buscarse un seudónimo. Lo seleccionó de un cuadro de El Hortelano, que consistía en estrellas con sus nombres inventados. Seleccionó Ouka Leele, al que quitó la “e”, hasta 1999, que volvió al Leele. Como tal, firmó su primera exposición en una galería barcelonesa, Spectrum, en 1979. Desde entonces, no ha parado de hacer exposiciones, y sacar libros de poesías, no sólo en España, sino en todo el mundo. Expos en Estados Unidos, Japón... La emblemática foto de Cibeles, una superproducción con doce o trece personas posando, y ella en una grúa, que paró el tráfico durante un día. El mural “mi jardín metafísico” que luce en Ceutí (Murcia) que tiene 300 metros. Rafael Gordon rodó un documental, “La mirada de Ouka Leele”, sobre cómo se hizo el mural. Bárbara estuvo trabajando prácticamente hasta ayer, por eso de “La fotógrafa de la Movida” no es la realidad.

    Barbara Allende/ Ouka Leele me dejó, entre otros, un mensaje que tengo como lema: “No hagas caso a nadie, sigue los dictados de tu corazón”.

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