Enric Herce es bibliotecario, escritor y filólogo. Un referente de la ciencia ficción. Barcelonés de nacimiento, ha escogido Reus como lugar de residencia. Entre sus obras, Estació Boira o Simulacions de vida. Con la última novela, Capipota (Editorial Specula), ha ido un paso más allá. Género bizarro, «muy divertido de escribir y también de leer. Muy adecuado para cualquier bloqueo lector».
¿Qué es el género bizarro?
Un subgénero de la literatura de género. Como la sección de culto de los antiguos videoclubs, convertida en literatura. Es híbrido, mezcla géneros y se acerca al mundo de los adultos con ojos de niño. Es la creatividad absoluta de los niños. El bizarro juega con lo absurdo, con lo surrealista, pero siempre manteniendo una lógica interna.
Absurdo con un asesino en serie ‘Capipota’, que solo deja las extremidades de las víctimas...
Por eso la policía lo llama así. Empieza como género negro, con un detective que intenta encontrar a este asesino en serie, para, poco a poco, evolucionar. Sabemos quién es este asesino y por qué hace lo que hace. Detrás hay todo un entramado que tiene que ver con el más allá.
¿Más o menos como un pacto con el demonio?
No del todo. Es una apuesta del principio de los tiempos, cuando el cielo y el infierno decidieron jugarse quién los controlaría dependiendo de las almas que acabaran en un lugar o en otro. Si alguien consiguiera el objetivo, pasarían cosas.
Con este detective tan especial, Jack Jelly y su cerebro.
Seguramente este es uno de los elementos más bizarros de la novela, la autofagia. En ella, todo el mundo, para poder digerir los alimentos, huevos, pasta, carne... necesita aportar enzimas que genera su propio cuerpo. En función de cómo genera esta enzima, tiene una tipología u otra y también un nombre u otro. El detective Jack Jelly, como dice su nombre, tiene la cabeza de cristal y el cerebro envuelto de mermelada de frambuesas. Cuando come tostadas, por ejemplo, tiene que aportar un poco de esta mermelada para una buena digestión.
¿Y la crítica social...?
Uno de los temas principales es la corrupción. No tanto desde un punto de vista político o de proceso judicial, a lo que estamos más acostumbrados, sino desde las consecuencias de esta corrupción. De que el dinero no ha ido a parar donde debía, a sanidad o educación. En la novela no es dinero, sino almas. El hecho de que se pierdan almas por el camino, que no lleguen donde tienen que llegar. También se habla de machismo, de techo de cristal, con una mujer que quiere ser pirata y tener su propio barco, de malos tratos...
¿Le preocupa el destino de su alma?
Francamente, no. En el más allá no creo demasiado. Quizás después me llevo una sorpresa, pero ahora mismo no me preocupa mucho.