Gloria López de María: «En el amor y en la guerra no todo vale»

La  autora tarraconense presenta ‘Mujeres entre guerras’, una historia de sororidad a lo largo de un siglo XX marcado por los conflictos bélicos.

13 agosto 2021 16:17 | Actualizado a 13 agosto 2021 16:34
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La sororidad es el eje de Mujeres entre guerras, historias femeninas que se ven atravesadas por las diferentes contiendas bélicas del siglo XX. Desde la Guerra Civil, hasta la del Sinaí, pasando por la Segunda Guerra Mundial. Amelia, Bianca, Carmen, Irene... Todas deben lidiar con el momento que les ha tocado vivir, además de con sus parejas, maridos y amantes, quienes no siempre están a la altura de la situación. Mujeres entre guerras (Esstudio Ediciones) es la segunda novela de la tarraconense Gloria López de María, licenciada en Derecho y apasionada de la escritura. López de María es autora también de La urbanización, que tiene como centro Salou, localidad en la que veranea cada año.

Ha escogido ‘El rapto de Proserpina’ para la portada.
Se la encargué a una sobrina que, aparte de ser abogada es pintora y escultora. Y escogió la escultura de Bernini porque consideró que se adapta muy bien al argumento, ya que hay mujeres en esta novela que lo pasan muy mal. Se ven muy acosadas, hay intentos de violaciones... Entonces, dejó el resto de la escultura oscura para que resaltara la mano de Plutón, cómo atenaza la carne de Proserpina. Es de un realismo tal que más que una escultura en mármol parece una foto.

‘Mujeres entre guerras’ es una historia contra el patriarcado.
Sí. No sé por qué motivo durante siglos y siglos se ha fomentado una cierta rivalidad, unos celos entre mujeres. Pero esto es absurdo, ya que siempre habrá una mujer más alta, más delgada, más guapa, más inteligente. Es algo que entre los hombres no sucede, tal vez solo a nivel profesional. 

 

 

 

En la novela ocurre lo contrario.
Efectivamente. Es el extremo opuesto. Aquí todas las mujeres se llevan fenomenal, no hay ningún problema de celos. Entre ellas se quieren, se entienden… Hay algunas que son distintas, que no se parecen en nada, pero en el fondo, todas van a una. Incluso entre cuñadas, que ya es difícil que haya esa armonía. Tanto Amelia, que es la protagonista de la primera parte de la novela, con su cuñada Bianca. Como Carmen e Irene, que son absolutamente diferentes porque una es aventurera e independiente y la otra mucho más familiar, mucho más tradicional.

¿Sus protagonistas masculinos son infieles por naturaleza?
Quieren a sus mujeres, las quieren mucho. Pero no consideran la infidelidad como una traición. Vincen es un ejemplo. Hay que pensar, y sin ánimo de generalizar, que tradicionalmente la infidelidad en el hombre se ha visto algo normal y, sin embargo, en la mujer siempre ha estado muy mal vista. A una mujer infiel se le tilda de lo peor. 

 

«Tradicionalmente, la infidelidad en el hombre  se ha visto algo normal. Sin embargo, a una mujer infiel se le tilda de lo peor».

Hace un recorrido bélico a través del siglo XX. Empieza con la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué justamente vista desde Grecia?
Todo fue fruto de un viaje que hice con mi familia en julio de 2019. Recorrimos las islas griegas y precisamente estas del Jónico me encantaron, me entusiasmaron porque son menos conocidas. Y me impactó especialmente la historia de la masacre de la División Acqui.  

Que refleja en la novela. 
La guía nos explicó que quienes los habían masacrado habían sido sus propios aliados, los nazis. Los consideraban traidores desde el momento del desembarco de los estadounidenses en Sicilia y la firma del armisticio por parte del rey, de Víctor Manuel. Se habla de que murieron allí entre 5.000 y 8.000 personas, entre soldados y oficiales y muchos fueron lanzados al mar para que no se recuperaran los cuerpos. Pensé que tenía una historia muy interesante que contar, así como el terremoto que asoló la isla en 1953.

 

«Me impactó la historia de la División Acqui,  masacrados por sus propios aliados, los nazis tras el desembarco norteamericano».

¿Y Armenia?
Siempre me han gustado las causas perdidas y también la Historia. Por esto envío a Irene a entrevistar al general Drastamat Kanayan, que tiene una vida realmente apasionante. Voy mezclando realidad y ficción. 

¿En el amor y en la guerra todo vale?
No. Pero por desgracia en la guerra se cometen auténticos disparates. Es cierto que cuando la gente se ve con la impunidad de grupo parece que todo vale.

¿Le consta que hubiera muchas partisanas?
Sí que hubo. A lo largo de la historia ha habido partisanas. Por ejemplo en Rusia hubo muchísimas mujeres que lucharon. 

¿Contra Hitler o contra Stalin?
Contra Hitler y contra Stalin, contra los dos. Aunque el papel de la mujer nunca se ha tenido en cuenta, siempre ha ocupado un segundo lugar. Una vez que ha pasado la guerra se ha ninguneado, se ha omitido.

 

«Son alarmantes los ataques en manada a mujeres, a chiquillas. Es increíble que en el siglo XXI puedan seguir ocurriendo estas cosas».

Las guerrilleras kurdas fueron noticia en su momento por luchar contra el ISIS. Se contaba su historia como algo excepcional.
Y moderna, pero no es así. Cuando en una guerra se necesita que las mujeres se pongan en la primera línea a producir, se recurre a ellas para lo que haga falta, para puestos que antes tenían reservados los hombres. Pero en el momento en que la guerra se termina, las mujeres vuelven a su casa a cuidar de la familia y de los hijos y los hombres a sus puestos de trabajo. Es muy triste, pero las guerras ofrecen a las mujeres la oportunidad de demostrar que pueden hacer otras cosas aparte de guisar y cuidar de la familia. 

¿Es partidaria de las mentiras piadosas?
A veces son necesarias. Y hay algún personaje que sí que las cuenta. 

¿El título hace alusión a las mujeres en guerra o a su lucha diaria en la sociedad?
En principio aludo a las distintas guerras que se desarrollan en la novela, la Civil, la mundial y la del Sinaí porque también llega hasta aquí. Pero se puede interpretar que la mujer puede estar en una guerra continua con la sociedad que la rodea, aunque, afortunadamente, cada vez menos. No obstante, seguimos viendo actualmente todos estos ataques en manada a mujeres, algo que está siendo una cosa realmente alarmante. Tal vez ha existido siempre, yo no lo sé. Pero ahora los crímenes pasionales y sobre todo, estos ataques, son espeluznantes. Ataques en manada a chiquillas por la noche, por la tarde… Es increíble que en siglo XXI puedan seguir ocurriendo estas cosas.

¿Es también una ausencia de empatía?
Cuando Hannah Arendt estuvo en Jerusalén cubriendo el juicio del nazi Adolf Eichmann para ‘The New Yorker’ hablaba de la banalidad del mal. Hasta qué punto el mal puede ser una cosa tan inconsciente. Hacer daño al prójimo de una forma tan irresponsable, sin meditarlo, absurda, banal, sin remordimiento. Son personas sociópatas que no sienten ni empatía ni cariño, ni pena alguna. Nada, es como romper un objeto, que no te causa ningún sufrimiento o dolor.

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