José Sanclemente: «Tras el 15-M, las cosas han ido a peor»

El escritor y economista publica ‘Regeneración’, un thriller político que transita entre las cloacas del Estado, la corrupción y la connivencia de los medios de comunicación. Es la cuarta entrega de la serie protagonizada por la periodista Leire Castelló y su compañero, el inspector Julián Ortega.

20 febrero 2021 16:48 | Actualizado a 25 febrero 2021 12:33
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José Sanclemente es economista, vinculado a los medios de comunicación durante toda su trayectoria profesional. Entre ellos, el Grupo Zeta, Antena 3 o el ADN, periódico del que fue promotor y fundador. Actualmente es presidente de Diario de Prensa Digital, editor de eldiario.es. Sin ser periodista, conoce la profesión desde dentro y ha vivido su evolución en las tres últimas décadas, desde su reinado más absoluto hasta la aparición de los gratuitos y el reto del clic fácil en la era digital. Como novelista ha publicado la serie protagonizada por Leire Castelló, una periodista de «raza» y su compañero, el inspector Julián Ortega. Regeneración (Roca Editorial) es su última entrega. Un thriller en el que ambos deberán desentrañar una verdad que apunta directamente a las altas esferas. Transitarán entre las cloacas del sistema, la corrupción y la connivencia entre medios de comunicación y sistema político.    

¿Qué se debe regenerar?
La novela parte de 2015, cuando se van a producir unas elecciones que pueden acabar con el bipartidismo. Pero arranca un poco antes, con uno de los eslóganes que proliferaban en el 15-M, cuando decían ‘No nos representáis’, en referencia a la clase política, a muchas instituciones y también a los medios. Y esto acabó con una contestación por parte del sistema, con la palabra regeneración, que salía de la boca de cualquier político. Pero ese cambio nunca llegó. Al contrario, se deterioró mucho más la sanidad, la educación o la monarquía.

«La extrema derecha tiene un peligro tremendo porque puede acabar con las instituciones democráticas»

Sin embargo, la entrada de Podemos y Cs lo que hizo fue polarizar y bloquear.
Hay más pluralidad y, evidentemente, más polarización. Pero cuando no se produce esta regeneración, también se da acceso a otro tipo de políticos de la extrema derecha, que siempre van a pescar en el agua revuelta. Una extrema derecha que tiene un peligro tremendo porque puede acabar con las instituciones democráticas. En general, nos da miedo el cambio porque lo asociamos al caos, pero es necesario en muchas instituciones. 

¿Y en el periodismo?
Sí. Si lo que estás haciendo no tiene credibilidad frente a tus lectores, tienes que cambiar. Si lo piensas bien, para llevar a cabo todo esto es necesario el bipartidismo. El sistema solo se regenera a través de una mayoría. Es un tema colectivo al cual los políticos no están dispuestos a llevarnos. En absoluto.

En esta última campaña ha habido un debate sobre el veto a la extrema derecha en los espacios públicos. ¿Usted, qué opina?
Es un debate complejo, pero yo diría que todas aquellas formaciones que tienen este componente xenófobo y que son antidemocráticas no deberían tener cabida. Ya se buscan sus propias formas de llegar, utilizando algunos medios de comunicación que se prestan a ello o las redes sociales. Yo creo que sería tan tajante como Twitter lo fue con Donald Trump. A la extrema derecha, ni agua.

Su personaje Carlos Fuertes ya no cree en el periodismo. ¿Usted sigue creyendo?
Creo en el buen periodismo, en el que es honesto, crítico y va en busca de la verdad. El periodismo no tiene como función salvar al mundo, pero sí que es tan necesario como la sanidad o la educación y más en unos momentos en los que estamos inundados de informaciones. Pero faltan precisamente aquellas a las que solo un periodista puede dar credibilidad. Si no, estamos absolutamente contaminados.

Pero parece que no hay tiempo de contrastar. ¿Se ha perdido la figura del periodista investigador a la manera de Leire Castelló, su protagonista?
Hay un factor importante y es que los medios de comunicación también se han visto inmersos en una crisis, achacable a la tecnología y al uso de las redes sociales. A esta situación, las empresas periodísticas han reaccionado recortando el motor, que son sus redacciones. Las han diezmado, les han dado menos recursos. Es impensable que un periodista tenga que cerrar hoy un artículo y no pueda esperar tres o cuatro días a investigar o a contrastar una fuente. Al final, lo que se produce es que la información que nos llega no es de calidad. Y a medio plazo el lector se da cuenta y acaba abandonando el medio.

En la novela ha puesto una directora al frente del periódico Liberación. Sin embargo, en la vida real no es muy habitual.
En mis novelas las mujeres tienen un gran protagonismo. La propia periodista, pero también la directora. Antiguamente nadie quería ser redactora jefa porque tenía que ir a casa, a cuidar a sus hijos. Con los cierres que lleva un periódico, con el horario infernal de los periodistas, era imposible. Ahora ha habido un cambio sustancial en cuanto a igualdad, pero todavía hay mucho recorrido por hacer. Por descontado, la mujer tiene igual capacidad y seguramente mayor sensibilidad para buscar enfoques a muchas de las informaciones con mayor claridad que la que pueda tener un director hombre.    

«Las empresas periodísticas han reaccionado a la crisis recortando su motor, que son las redacciones. Las han diezmado»

‘Regeneración’ empieza con unos asesinatos relacionados con el banco malo, la Sareb.
Evidentemente la novela está inspirada en hechos reales. No concretamente en los asesinatos de estos personajes de las inmobiliarias o del banco malo. Pero sí que me interesaba poder explicar en un thriller lo que está pasando a través de mucho diálogo. Porque muchas cosas que oímos cada día no las comprendemos. ¿Qué es un banco malo o un fondo de inversión buitre? Quizás es una manera de entender cómo se mueven los hilos políticos, financieros y también periodísticos en la sociedad española hoy en día. 

¿La sociedad está anestesiada?
Estamos inmunizados un poco frente a todos los casos de corrupción, pero cuando llegan temas que nos tocan muy de cerca como es esta pandemia, es cuando valoramos de verdad los recortes que se nos han hecho. Tras ese 15-M, del que en marzo se cumplirán diez años, las cosas han ido a peor. La libertad de expresión está en tela de juicio, pues hay raperos que han sido condenados por sus canciones y tenemos la famosa ley mordaza. Parece que el sistema, en lugar de regenerarse, lo que hizo fue protegerse. Hay un gobierno progresista, con un partido que surgió del 15-M, de coalición, y es un poco más de lo mismo. Todo es más difícil de conseguir una vez estás dentro del sistema, parece como si te engullera. Es mejor enterrar las cosas, que no ponerlas al descubierto y cambiarlas.

Después salen de debajo de la alfombra.
Es otro de los hilos conductores de la trama de la novela. Las cloacas son una especie de red transversal que atraviesa a todos los gobiernos, a todos los partidos, a las instituciones, en mayor o menor medida, y también a los medios de comunicación. 

Creo en el buen periodismo, en el que es honesto, crítico y va en busca de la verdad. El periodismo no tiene como función salvar al mundo, pero sí que es tan necesario como la sanidad o la educación.

¿Cómo ha vivido el cambio en los medios en los últimos treinta años?
Están en una crisis a la que no se sobreponen. Han perdido bastante su independencia porque se han tenido que someter al dictado del poder económico, financiero y político. Entonces, la independencia es algo que cuesta muchísimo en un medio de comunicación porque no es fácil. Requiere del apoyo de los lectores, que paguen por el periodismo y por tanto, tienen que darles unas historias veraces. Esa independencia es absolutamente necesaria para que puedan sobrevivir y para que los periodistas puedan hacer bien su trabajo. Sin ella, inexorablemente, acabarán en la ruina.     

Y el papel, ¿se morirá?
Lo tiene mal y en nuestro país, en especial, la crisis se ha cebado más con los periódicos impresos. Con la pandemia, a pesar de que los quioscos durante el estado de alarma no se cerraron, la gente dejó de ir a comprar. Y esos lectores ya no volverán. Además, se acostumbraron a leer en digital. Esto se une a que el lector de periódicos ha envejecido y que las nuevas generaciones ya no se incorporan al papel.

 

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