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    La Mussara, el supuesto pueblo fantasma del Baix Camp

    Esta población, en estado avanzado de degradación, estuvo habitada hasta la década de los cincuenta del siglo pasado

    09 febrero 2023 10:51 | Actualizado a 09 febrero 2023 18:59
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    Quienes visitan La Mussara (Vilaplana) se sienten fascinados por las ruinas de un antiguo pueblo cuyos vestigios dan rienda suelta a nuestra imaginación. Uno se descubre reconstruyendo la población sirviéndose de lo poco que queda hoy en pie. Esa fascinación se acentúa por una visión que conmociona al menos sensible, la planicie del Baix Camp y el mar Mediterráneo vistos desde el risco de Les Airasses.

    El carrusel de emociones concluye con un cierto pesimismo por el avanzado estado de degradación de una localidad que estuvo habitada hasta los años cincuenta. Es lógico preguntarse, pues, qué pasó para que acabara así. ¿Acaso se trata, como afirman los aficionados a lo paranormal, de un pueblo fantasma? Esta semana, visitamos La Mussara a fin de resolver las incógnitas que la rodean.

    Instrucciones de la ruta

    El punto de inicio es el pueblo de Vilaplana, concretamente, el Aparcamiento de la Planeta, desde el que nos dirigiremos a la Font de les Creus con el objetivo de tomar el Camí de Les Campanilles hasta La Mussara. Una vez en el despoblado, iremos por el Camí de Les Tosques después de recuperar fuerzas en el refugio.

    El primer sendero recibe su nombre por el sonido de campana que producen unos pequeños agujeros cuando son golpeados, mientras que la denominación del segundo se debe a las piscinas naturales que alberga. Debe tenerse en cuenta que el desnivel de la ruta es piramidal, es decir, la ida consiste en un ascenso y la vuelta en un descenso.

    Dificultad de la ruta

    Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos o condiciones del camino. Desde el punto de vista de la dificultad física, el recorrido es exigente, siendo este el segundo grado de dureza más alto de la metodología anterior. En lo que respecta a la dificultad técnica, debemos considerar un par de puntos. Por un lado, es fácil resbalar en el sendero de regreso si ha llovido, por otro lado, habrá que cruzar el río de Les Tosques de vuelta a Vilaplana. Conviene apuntar que la mejor forma de lidiar con las pendientes pronunciadas de la ida será utilizando bastones de senderismo, los mismos que podemos guardar en la mochila antes de emprender la bajada.

    Así se abandonó La Mussara

    El origen del pueblo de La Mussara está en el siglo XII, pues en 1194 se cita por primera vez la iglesia de San Salvador en una bula papal a Celestino III. Sin embargo, cerca del núcleo de población ya hubo un poblado prehistórico que subsistió mediante la ganadería, la incipiente agricultura y la recogida de frutos. Gracias al sacerdote, académico y arabista Miguel Asín Palacios, sabemos que el nombre del lugar debió ser dado por los sarracenos, quienes veían en él una zona libre de obstáculos en la que practicar sus ejercicios ecuestres durante el tiempo que dominaron las montañas.

    La Mussara, de acuerdo con Pascual Madoz en el siglo XIX, era «un municipio del partido judicial de Reus situado en la cima de un monte, desde el cual se descubre, en días claros y serenos, todo el campo de Tarragona». Es bien conocido su núcleo de población, formado por la iglesia de San Salvador y las casas antiguas, ahora bien, existen hasta 34 masías como, por ejemplo, el Mas de l’Abelló, adyacente a la carretera y hogar de su último alcalde. Esta dispersión geográfica, una de sus principales características, fue una de las causas que contribuyó a su abandono en tanto que impidió que llegaran los elementos de modernidad como la electricidad, el teléfono o el agua corriente. Dichos factores, sumados a los escasos medios de creación de riqueza que les proporcionaba la tierra, propiciaron un éxodo que se consumó en la década de los años cincuenta. Entre 1857 y 1957, esto es, en tan solo 100 años, pasó de su apogeo demográfico con 324 habitantes a estar deshabitado.

    La verdad

    Se ha especulado mucho con que la principal causa del abandono de La Mussara está en una maldición que la habría convertido en un pueblo fantasma conectado a una aldea de ultratumba, la conocida como La Vila del Sis. Lo cierto es que este nombre proviene de una malformación de Viladencís, un municipio ficticio de la novela Estic morta, saps?, de Francesc Valls y Carles Pastrana.

    Esta localidad estaría, en palabras del libro, en un paraje inhóspito gobernado por la niebla cuyo señor es Demoniak Zerí, un demonio perdonado por un dios misericordioso. Si bien se trata de un relato inquietante, el abandono de La Mussara responde a causas mundanas. Así pues, por respeto a la memoria de sus oriundos, conviene que separemos la realidad de la ficción con la llegada del nuevo siglo.

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