Tres años después de su debut literario con Mogador, Marie Jo Barbier (Tarragona, 1954) publica su segunda novela, Otra luz, en la que se adentra en los meandros del amor y explora otras vertientes como la maternidad, la homosexualidad, los celos o la culpa. «Me interesa el ser humano, cómo se mueve. Y he querido hablar de lo que conozco. Porque en el fondo de las historias tiene que haber una verdad», enfatiza la autora, que comparte entorno físico e incluso sociocultural con Olivia, la protagonista de Otra luz.
Premisa inculcada a las mujeres
El amor y sus convenciones capitalizan las primeras páginas de una novela en la que la autora, según resaltó el editor Alfred Arola en la presentación de Otra luz en Barcelona, «juega con los sentimientos al límite, resuelve el relato de una forma que fluye perfectamente, de una manera intensa; y dice cosas». En esas primeras páginas, Olivia evoca recuerdos de infancia al cumplir siete años en la Barcelona de principios de los sesenta: «la vida, a esa edad, me parecía un preámbulo que empezaría a cobrar vida cuando el amor, con sus hermosas acuarelas, viniera a sorprenderme». «Cuando es pequeña y se siente arropada por la familia, le pasa un poco como a Madame Bovary; se siente incompleta, le falta siempre algo. Y está convencida de que ese algo quedará colmado cuando encuentre el amor de su vida. Así arranca la novela», explica Marie Jo Barbier.
Ese día de su cumpleaños, la entonces joven Olivia se pone a echar cuentas y piensa que en el año 2000, cuando tenga 50 años –explica la autora– «podrá mirar atrás, podrá mirar cómo ha sido la vida del amor, cómo ha recorrido la vida del amor, porque está convencida de que su vida empezará a contar en el momento en que encuentre el amor». Barbier reconoce que todo parte de una premisa «muy femenina» inculcada a las mujeres a lo largo de los siglos: «sin el amor la mujer es incompleta». Pero, subraya a continuación, lo que trata de explicar en las páginas de su novela es que las mujeres que a ella le interesan son «las que buscan su camino a pesar del amor». «Y que al final encuentran su camino. Y también el amor», recalca.
Entra en juego después el deseo, «un pulso vital que te mantiene vivo», y el primer amor de la protagonista, a los 19 años, con uno de sus profesores en la Facultad de Derecho. Y más tarde con el hombre que será su pareja, Theo, profesor de literatura en un instituto de Barcelona con el que tendrá un hijo y que la abandonará poco después. Olivia era entonces, en la Barcelona de los ochenta, una abogada competente y ambiciosa que intuía que no estaba preparada para ser madre. «La mujer que quiere ser libre se asusta con la maternidad; ya no es una, son dos. Dónde está la individualidad. Hasta que al final se da cuenta de que es casi lo más bonito que le ha podido pasar», asegura.
Aborda también la autora cuestiones como el abandono, los celos, el adulterio o el sentimiento de culpa que, apunta, «está todo el rato palpitando». «En la novela intento hablar de cómo se negocia con la culpa. Puede ser un camino hacia la redención o también un recordatorio de la herida». Y por último el proceso que lleva a la protagonista a la homosexualidad y la manera de afrontarla. «Tengo la suerte de que he conocido a gente muy joven que me ha explicado cómo ha sido su proceso, cómo se vive hoy en día». En definitiva, lo que pretende es contar historias sin más. Y hacerlas bonitas», concluye.