‘La tristeta’ rompe el silencio

El día del entierro de Teresa, una pequeña comitiva acompaña el féretro hasta el campo santo. Es un día triste para sus allegados, pero es todavía más triste para María, la joven que la quería tanto. Su amor siempre ha estado destinado al silencio, en unos tiempos difíciles, donde los miedos predominan por encima de los sentimientos. Ahora que parece que el silencio ha tenido la última palabra, Teresa todavía tiene algo a decir.

Esta es la sinopsis del cortometraje La Tristeta dirigido por Joaquim Sicart (Llorenç del Penedès) y producido por la Escola de Mitjans Audiovisuals de Barcelona (EMAV) y Muchos Pájaros Producciones, ya que el cortometraje nació como proyecto final de grado mientras el director y el equipo técnico finalizaban sus estudios.

Para ello, Jaume Sicart se remonta a finales de 2019. «Entonces, después de hacer la preproducción, rodamos La Tristeta a principios de marzo de 2020 y quince días después nos confinaron», explica el director, quien rememora que «desde casa, todos los miembros del equipo dieron lo mejor de sí mismos, y trabajamos en la postproducción, para después empezar con la distribución en el año 2021».

Desde entonces, el filme ha cosechado selecciones y nominaciones en festivales a nivel nacional e internacional. Entre otros, destacan los catalanes Premis Oriana con nominaciones a Mejor Banda Sonora y Mejor Edición, los Premios Retina del Festival de Cine de Ponferrada, el Filmets de Badalona, el chileno Resistencia Film Festival, el certamen Erronka Munduan de Guipúzcoa y el Transition International Queer & Minorities Film Festival de Viena.

Asimismo, entre los reconocimientos con los que se ha alzado la producción de Jaume Sicart destacan el Premio a Mejor Musical en el Queer Film Festival (Playa del Carmen - México) y el premio a Mejor póster en el BEE Lesbian Film Festival (Brasil), certamen en el que también estuvo nominado a Mejor dirección, Mejor fotografía y Mejor dirección de arte.

«En los últimos años, hemos sido seleccionados en dieciséis festivales y más que estar en el palmarés, lo que buscamos es dar visibilidad a La Tristeta, porque, estamos tan satisfechos del trabajo hecho, cuantas más personas y de otras partes del mundo puedan ver el proyecto, mucho mejor», afirma el director.

Al respecto, él mismo explica que «aunque el cortometraje solo se puede ver en las proyecciones que programan los festivales, este año tenemos pensado hacer una primera proyección pública, seguramente de cara al otoño, en La Cumprativa para cerrar la gira de distribución».

Una canción, la inspiración

En cuanto a la historia que hay detrás del filme, Joaquim Sicart explica que «se inspira en una canción tradicional catalana que llegó a mis manos hace muchos años, alrededor de 2012. De título desconocido, la grabación se conservaba en La Fonoteca de Música Tradicional Catalana (FMTC) y fue originalmente registrada por el Grup de Recerca Folklòrica de Osona, en 1988». En lo que se refiere a la canción, el director de La Tristeta detalla que «es una historia de desamor hacia otra persona. La letra es muy sobrecogedora, áspera y dramática, cuyo origen se desconoce, aunque se calcula que podría ser del siglo XVI y que fue transmitida de generación en generación».

Por ello, el cortometraje «quiere poner nombre y rostro a los diferentes personajes que describe la canción, imaginarse su vida y presentarlos en un momento importante de la trama». Así, jugando con la ambigüedad de la historia de desamor, Joaquim Sicart explica que «quise adaptarla a una relación entre dos mujeres, convirtiéndose en un amor imposible situado en los años 50 en un pequeño pueblo de montaña». En este sentido, el director detalla que «el rodaje fue en La Juncosa del Montmell, en el Baix Penedès».

En cuanto al reparto, Sicart explica que «La Tristeta aglutina, por un lado, el talento amateur de personas que hacen teatro en Llorenç del Penedès, y, por otro lado, rostros conocidos como los intérpretes Quimet Pla, fundador de Comediants, y Laia Fontàn», y añade que «la unión de actores profesionales y de kilómetro cero ha sido una grata experiencia».

Asimismo, el director destaca que «Laia Fontàn es quien también pone voz a la canción, arreglada y reinterpretada, que se convierte en la narración de la historia, es decir, no hay diálogos; sino que jugamos con el factor montaje para entender y relacionar los personajes, el contexto, etc.». Por todo ello, del proyecto cinematográfico emanan valores y cuestiones como «la cultura popular, el patrimonio, la lengua, la memoria, la ruralidad, la comunidad LGTBI+, la represión social, los tabúes y las emociones como la tristeza».