Cultura

Libros

Novela negra

El comisario Montalbano o la justicia imperfecta

Se cumple un siglo del nacimiento de Andrea Camilleri, quien supo retratar la sociedad italiana a través del crimen y de su entrañable personaje

El escritor siciliano Andrea Camilleri.

El escritor siciliano Andrea Camilleri.Wikipedia

Glòria Aznar

Creado:

Actualizado:

En:

El comisario Montalbano es perspicaz e irónico. Impaciente con la burocracia y, por momentos, testarudo, con un fuerte sentido de la justicia que no siempre coincide con la de los tribunales italianos. Mediterráneo, una característica fundamental de su universo es la gastronomía siciliana, que paladea con fruición, como la pasta cche sardi –con sardinas– un plato que no solo es una delicia culinaria, sino también un símbolo cultural que conecta al lector con la tierra siciliana, la del comisario y la de su creador, Andrea Camilleri.

Pero Montalbano no solo es un amante apasionado de la buena mesa. También gusta de nadar en el mar, momento que convierte casi en un ritual. Como su creador, es un fumador empedernido y un devoto lector de Leonardo Sciascia, singularidades que generan una simbiosis entre persona y personaje. Sin embargo, Camilleri (septiembre 1925-julio 2019) negaba que fuera su alter ego. «Tiene más de mi padre que de mí», sostenía.

Luca Zingaretti, el actor que interpretó durante 22 años al famoso Comisario Montalbano.

Luca Zingaretti, el actor que interpretó durante 22 años al famoso Comisario Montalbano.EFE/Luca Zingaretti

Este mes de septiembre se cumplen cien años del nacimiento de Camilleri en Porto Empedocle. Empezó su carrera artística en el teatro y la televisión y no fue hasta 1994 cuando publicó su primera novela de la saga, con casi 70 años. Un detective que nacía como homenaje al barcelonés Manuel Vázquez Montalbán y a su Pepe Carvalho. «Fue uno de mis maestros», reconoció el siciliano. El que le enseñó que podía utilizar la novela negra para denunciar la corrupción, hablar de política y defender la historia y la cultura. Eso fue exactamente lo que hizo en la treintena de obras protagonizadas por su comisario.

La conexión Montalbano-Carvalho fue inmediata e inequívoca: ambos son exquisitos gourmets y los dos reflexionan sobre la sociedad, lo que en el caso del siciliano se extiende a la mafia, quien le dio no pocos problemas a su autor. No le perdonó que sacara a la luz muchos de sus secretos a través de sus libros. Camilleri reconoció en varias entrevistas que lo había amenazado en diferentes ocasiones, aunque no tenía miedo. Persistente, defendía que había que decir la verdad, a pesar de que eso significara ponerse en peligro.

Vigàta es la localidad ficticia donde se desarrollan la mayoría de las novelas del comisario Montalbano, inspirada en Portopalo di Capo Passero, situada en la punta sureste de Sicilia, en la provincia de Siracusa. Vigàta es símbolo de zona rural y costera, con sus contradicciones, bellezas, problemas y complejidades sociales. Un microcosmos de la Sicilia que Camilleri conocía bien.

De igual manera que la gastronomía y el paisaje, la lengua, el siciliano, es otro de los ejes de sus novelas. Un aspecto que ha sido objeto de análisis en estudios literarios, como los publicados por la Universitat Pompeu Fabra en tesis doctorales o trabajos de fin de grado. Como ejemplo, El Reto de la traducción: la transferencia del puzzle lingüístico de Andrea Camilleri al castellano y al catalán, de Caterina Briguglia. En él se desgrana cómo los traductores han afrontado el pastiche lingüístico de Camilleri –esa mezcla entre italiano, siciliano y variedades populares– en dos de sus obras, una de ellas El ladrón de meriendas, traducida al castellano por María Antonia Menini Pagès y al catalán por Pau Vidal.

Para Andrea Camilleri, el siciliano no solo era una lengua, sino la memoria y la identidad de un pueblo que intentaba conservar viva en sus novelas, «aunque mezclado con italiano, para que sea entendible», como sostuvo en alguna ocasión.

En la piel de Montalbano

Si los lectores adoran a Camilleri y a su personaje, también se venera a Luca Zingaretti, el actor que durante 22 años se metió en la piel del rudo jefe de policía de Vigàta. Ambos se conocieron en la Academia Nacional de Arte Dramático Silvio d’Amico, donde Carmilleri impartía clases y Zingaretti era alumno. «Me enseñó muchas cosas, pero las que más valoro tienen que ver más con la vida que con la profesión», señaló el intérprete en una entrevista en EFE. Montalbano lo cautivó, hasta el punto de no separarse de él. Siempre lo consideró «un viejo amigo que vivía en un pequeño pueblo de la lejana Sicilia al que iba a visitar cada año».

Camilleri adaptó sus novelas a Il commissario Montalbano, serie que abarcó más de dos décadas, con episodios que se fueron lanzando de forma irregular pero constante desde 1999 hasta 2020. Durante ese tiempo, se produjeron 37 capítulos divididos en 15 temporadas aproximadamente. Cuando terminó, dejó un gran legado en la cultura popular y el género policíaco televisivo. Es la más vista de la historia de la televisión italiana, además de haberse emitido en otros 20 países. Actualmente se puede seguir por Apple TV+, RTVE Play y Amazon Prime Video.

Lo mejor, su amistad. «Recuerdo las risas que nos echamos juntos a lo largo de los años», rememora. De las enseñanzas de Camilleri, Zingaretti destaca dos cosas. La primera, «su capacidad de hablar con todos, pobres y ricos. Poderosos y desamparados, sin hacer distinciones». La segunda, que «el éxito, una palabra fea, como él decía, es un accesorio sin importancia. Es como la meteorología: va a cambiar sin que tú puedas hacer nada. Para alguien con mi profesión, es un consejo muy importante».

La justicia imperfecta

Su visión de la justicia es compleja, como la realidad, llena de grises. Camilleri distinguía entre la legal, a menudo insuficiente, y la moral o personal. El autor era un azote contra la corrupción y la mafia, contra las complicidades entre poder político, judicial y criminal.

En esa Sicilia, Montalbano a menudo se encuentra en situaciones donde la ley no puede alcanzar a los culpables, por falta de pruebas, por interferencia política o la consabida corrupción. Y aunque se esfuerza por aplicar la ley, su sentido ético le lleva a priorizar la justicia verdadera, lo que en la práctica significa que algunos criminales queden impunes o que ciertas verdades no salgan a la luz por un bien social mayor.

En cualquier caso, para Camilleri, la literatura policial debía reflejar la realidad social y denunciar esas injusticias, mucho más allá de resolver enigmas. El siciliano fue incansable hasta el final, cuando ya casi ciego, dictaba sus textos a un asistente para no dejar de escribir.

tracking