Qué lector no ha sucumbido en algún momento de su vida a esa suerte de voyeurismo literario que lleva a querer asomarse a un trocito de la intimidad de sus autores más venerados. ¿A qué hora se sientan a escribir?, ¿fuman o toman café? y, sobre todo, ¿cómo tienen clasificada su biblioteca, ese espacio portentoso que contiene sus joyas más preciadas? Esto fue precisamente lo que regalaron el pasado sábado Manuel Vilas y Ana Merino, en un ejercicio de generosidad hacia los congregados.
La charla, conducida por Antonio Iturbe, se enmarcaba en las VI Jornadas de literatura Transversal’23 que, como es habitual, se celebraron en el Hotel Le Méridien Ra del Vendrell con gran presencia de público, entre el que se encontraban Jorge Carrión, Gemma Ventura o Juan Carlos Elijas. Una transversalidad que reivindica la esencia del Baix Penedès como cuna y punto de reunión de grandes artistas, antaño y ahora. Porque no deja de ser paradójico que el hotel se encuentre más o menos franqueado por la presencia/ausencia de Pau Casals y Carlos Barral.
En esta ocasión pasaron por el escenario de las letras, entre otros, Álvaro Colomer, Manel Ollé, Christina Rosenvinge o Santiago Beruete, todo ello maridado con música y orquestado con la varita magistral del gestor cultural José Luis Espina.
Tú de día, yo de noche
En esta casa se escribe era el título de la conversación de Ana y Manuel, ambos escritores y pareja. Una vivienda la suya donde se escribe, sí; se lee, por supuesto y se escucha música. Alimentos para el alma y menos para el cuerpo. «Tenemos la nevera vacía para que no haya distracciones. Ana, sobre todo, se alimenta de pipas y olivas. Es su comida favorita», bromeaba Manuel.
Ana y Manuel, dos gigantes de las letras, los dos Premio Nadal, se acercaron al público con naturalidad y arrancaron unas muy bien venidas carcajadas. Al mismo tiempo, reflexionaron sobre lo más profundo, lo que les desvela, como personas y como creadores, el paso del tiempo y la amistad, el amor y la felicidad o la alegría. Todo ello trasladado a sus novelas, como Amigo, de Ana Merino y Nosotros, de Manuel Vilas, publicadas por Destino, aunque no las únicas.
Siempre a caballo entre España y EEUU, la pareja se complementa, imaginan diferente. «Él es volcánico, todo emoción. Antes, se quedaba hasta el amanecer escribiendo, mientras que yo me despertaba a las seis de la mañana. Con el tiempo, nos hemos acompasado», contaba Ana, quien añadía que creció escuchando la Olivetti de su padre para después sentirse arropada por Manuel, aporreando el teclado. «Yo escribo a mano», comentó. «Tengo mis manuscritos, en los que dibujo las caras de mis personajes». Manuel se levanta de la silla cada cierto tiempo, necesita moverse. Ana, por el contrario, trabaja horas y horas sin distracción. ¿Manías o simplemente hábitos?
Y en cuanto a la biblioteca, «es como un resto de naufragio. A lo largo de la vida vas perdiendo bibliotecas, también por todas las mudanzas», reconocieron con un punto de nostalgia. No está ordenada alfabéticamente, ni por autores o editoriales. «Van llegando libros y se apilan, en la mesa, en el suelo, contra las paredes». Una compañía que aporta paz, dentro de un caos controlado.
«¿Dos escritores son capaces de vivir juntos y no morir en el intento?», preguntó Iturbe al inicio de la conversación. Por supuesto y por muchas obras más.