Miguel Bustos, diseñador gráfico de formación, pero ilustrador por deformación

«Más que comenzar a ilustrar, la verdad es que, desde pequeño, nunca he dejado de dibujar». De este modo se refiere Miguel Bustos (La Sénia, 1984) a su trayectoria en el mundo de la ilustración. Si bien, bromea con que «soy diseñador gráfico de formación, pero ilustrador por deformación, ya que primero estudié un ciclo formativo y más tarde el grado de Diseño Gráfico, pero después la vida me ha llevado hasta el mundo del grafismo ilustrado».

En todos estos años, nunca ha dejado de experimentar empujado por «las ganas de hacer cosas nuevas, de probar y de ver que a través de los dibujos puedes explicar todo tipo de historias». En este sentido, a Miguel Bustos «las ilustraciones me permiten, por un lado, dar forma a ideas propias, y, por otro lado, cuando se trata de un encargo, me centro en que la imagen funcione para cumplir con el propósito que te encargan, ya sea un cartel o ilustraciones para un libro que sirvan para dar otro punto de vista gráfico al relato».

En cuanto a la libertad creativa, el ilustrador de La Sénia confiesa que «tengo la suerte de poder trabajar en diferentes ámbitos, y precisamente esto es lo que me gusta; puedo ilustrar publicaciones, colaborar en entrevistas, diseñar ilustraciones para marcas y publicidad, realizar murales, talleres infantiles, etc.». Sobre este último aspecto, el pasado mes de noviembre impartió el taller de ilustración y estampación Rostres para acercar el arte a alumnos de primaria. «En los talleres, me gusta que los niños y niñas jueguen, prueben y experimenten con la plasticidad de diferentes materiales, y sobre todo que no tengan miedo a expresarse, ya que cada uno sabe dibujar a su manera».

Sobre si el miedo a dibujar cuando somos adultos tiene su razón de ser en la búsqueda de la perfección, Miguel Bustos opina que «se debe a que muchas veces se nos dice lo que está bien y lo que está mal, como por ejemplo salirnos de la línea cuando pintamos».

De su estilo, el ilustrador de La Sénia destaca que «independientemente del dibujo, intento limitar la paleta cromática» y añade que «mezclo la técnica analógica y la digital, es decir, los esbozos los hago con lápiz y papel, y después en el ordenador termino de definir las formas y doy color a las ilustraciones». En consecuencia, los personajes llaman la atención por sus rostros. «Los rostros son una síntesis gráfica para explicar cómo es una persona o cuál es la acción que está desarrollando», añade Miguel Bustos.

En 2013 publicó su primer cómic, El Senyor Romaní (EDT) –ganador de la IV Beca Carnet Jove Connecta’t al Còmic 2012– con guion de Carme Pons, con el que fue merecedor de un premio Junceda en 2014. «Hasta entonces me dedicaba a la ilustración, pero no de forma profesional, en cambio, la beca me permitió recibir más encargos profesionales y me abrió las puertas al mundo profesional», asegura el ilustrador de La Sénia. Así, este año ha publicado Humor se escribe con lápiz (Pepitas de calabaza). «Se trata de un libro de chistes ilustrados con juegos de palabras con doble sentido. Fue un autoproyecto que empecé hace diez años», asegura el autor, quien concluye que «los autoproyectos me permiten explicar las historias que yo quiero y experimentar».