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    Mucho más que aprender a bailar

    Social. Las salas de bachata y salsa, entre otros estilos, se llenan de gente que huye de la soledad y de los complejos

    29 enero 2023 20:28 | Actualizado a 30 enero 2023 06:30
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    Acudir a clases de salsa y bachata, entre otros estilos del baile, se ha convertido en un movimiento social imparable. Los alumnos y alumnas que deciden dar el paso y soltarse no sólo lo hacen con el fin de descubrir esa nueva aspiración artística, las salas de la provincia se llenan de gente que huye de la soledad y desea conocer nuevas amistades, además de quitarse complejos, miedos y fatiga rutinaria.

    El baile es una herramienta para liberar el estrés. Igual que cualquier práctica, el hecho de hacer una actividad física, ayuda a reducir notablemente los niveles de preocupación. Además, aprender pasos y coreografía requiere mantener la mente concentrada, en una especia de mindfulness que no deja espacio a pensamientos recurrentes, ni preocupaciones del día a día.

    «Es una forma de socializar, hay personas que vienen para conocer gente y además practican algo nuevo. Les ayuda a perder la vergüenza», confirma Loli Alcaide, de la sala New York de Reus, uno de las establecimientos especializados más populares de la zona, con 400 socias y socios actualmente.

    «Aquí el goteo es constante, cuando hacemos el social pasa mucha gente y tenemos un ambiente muy sano y optimista», añade Alcaide.

    El baile, independientemente del registro, implica interiorizar diferentes técnicas que requieren controlar distintas partes del cuerpo. Esto se erige en todo un descubrimiento para personas que nunca han bailado. De repente hacen cosas que no sabían que podían hacer.

    En realidad, esa especie de complejo inicial es la barrera a romper más frecuente entre los aprendices. Superarse a sí mismo permite mejorar de una forma sustancial la autoconfianza. No hace falta ejecutar movimientos complejos para superar retos, basta con la capacidad para desenvolverse en la pista, y dejarse llevar relajadamente y sin temor al error.

    Lo social

    La danza no sólo permite ejecutar una actividad sana, hoy se ha transformado en un movimiento social indiscutible. Solo el hecho de compartir pareja con alguien desconocido propicia una interacción nueva y fascinante. Incluso los bailes individuales, se realizan en un contexto grupal. Cultivar esta modalidad artística resulta una de las mejores formas de socializar y conectar con otras personas con intereses en común. Además, este contacto se hace en un entorno muy positivo, donde el objetivo principal pasa por divertirse, lo que puede dar lugar a grandes amistades. Incluso permite perder la timidez de una manera relajada, y a medida que se aprenden cosas nuevas y se conoce mejor a las otras personas, se gana en confianza.

    «A mí me animó una amiga que hacía un par de años que bailaba. Yo acababa de dejar una relación y me encontraba algo aislada. La experiencia me ha permitido conocer a gente y salir un poco de esa mala rutina. Además, a nivel de recuperar la seguridad también me ha ayudado». Las palabras de la tarraconense Ana Romero confirman esos beneficios sociales y emocionales de esta actividad.

    Ese provecho cuenta con un impacto positivo en las personas. Responde a una de las tantas maneras de drenar problemas, aprender, ejercitarse y divertirse al mismo tiempo. Se trata de una propuesta liberadora.

    El baile es una manera muy eficiente, sencilla y práctica para ayudar en el desarrollo de los seres humanos en distintos aspectos. Contribuye a la mejora del bienestar físico y emocional.

    Moverse ayuda a sentir seguridad con el cuerpo de cada uno. Además, permite descubrirlo de una manera original.

    Existen ciertos registros de la danza que se amoldan a todos los cuerpos. Estos tienen relación con la salsa, el merengue, o la bachata, práctica habitual en las salas con este concepto, la provincia ya que cuenta con un número importante de ellas.

    Los expertos incluso se atreven a verificar que «bailar libera cantidades significativas de dopamina». Esta es la hormona responsable de la felicidad. Los sonidos de la música y su danza estimulan al cerebro para incrementar su producción.

    Todos estos ingredientes que provocan que esta modalidad de ocio se haya posicionado en un lugar privilegiado.

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