Natàlia Romaní: «Cuando a la guerra le pones nombres y apellidos, la dimensión es otra»

‘La historia de la nostalgia’ es la primera novela de la tarraconense, publicada por Univers. Una encrucijada entre tres personajes que realizan un recorrido vital y geográfico por una Europa herida

16 abril 2022 20:00 | Actualizado a 17 abril 2022 19:30
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Sarah, David y Laura se mueven entre la pasión, el amor, la lealtad, la infidelidad y la amistad. Forman parte de un triángulo poliédrico que les llevará a vivir un viaje íntimo, vital, pero también físico por una Europa siempre convulsa, por paisajes taciturnos, devastados y devastadores. Son los protagonistas de la primera novela de la tarraconense Natàlia Romaní, La historia de la nostalgia, publicada en castellano y en catalán por Univers Llibres (Grup Enciclopèdia). Natàlia es una de las plumas de La Mirada, la contraportada de este ‘Diari’.

 

Firmas de Sant Jordi este sábado en Barcelona:
 

  • 12-13 horas. Parada Grup Enciclopèdia (Viena Edicions). Pg. de Gràcia (Tramo Roselló-Provença. Parada 13-15).
  • 13-14 horas. La central. Pg. de Gràcia con Diputació.
  • 14-15 horas. Ona. Pg. de Gràcia con Gran Via.
En la novela hay dos viajes, el emotivo y el geográfico.
Para mí cualquier excusa es buena para viajar y cualquier literatura que tengo entre manos me tiene que llevar a algún sitio.  

Sus personajes viajan interiormente, sobre todo Sarah.
De alguna manera, los viajes de Sarah y de Laura son los que yo he hecho. El de esta última tiene que ver con la no maternidad, por ejemplo, o con un rol de mujeres un poco particulares, con una manera de entender la pareja que me identifica bastante. Y el viaje a los Balcanes, que a nivel personal son, sin duda, la geografía que más me ha marcado.

 

«Hasta el mayor criminal de la historia tiene unas circunstancias. Incluso Putin, lo que no significa que no se deba combatir»

En la novela destaca que nadie movió un dedo para ayudar a Sarajevo. ¿Qué siente cuando ve las imágenes de Ucrania?
Los conflictos, hasta cierto punto, tienen una parte de previsibles y de recurrentes. Entonces, esa fractura que existe en Europa entre un este y un oeste que fluctúa, es real. Es antropológica, étnica, religiosa y tiene muchísimas consecuencias. Es una pequeña cicatriz, algo que tienes que cuidar, pero lo que no puedes hacer es rasgarla. Y lo que está ocurriendo en Ucrania me genera muchísima rabia y frustración porque como pude vivir el conflicto en los Balcanes, sé que cuando a la guerra le pones nombres y apellidos, la dimensión es otra. Los Balcanes fueron el final de la Segunda Guerra Mundial, pero por lo visto no fueron el final de la Guerra Fría.

 

 

¿Cómo lo vivió?, ¿es su nostalgia transmitida a los personajes?
Yo no viví la guerra, llegué justo después. Las postguerras son muy complicadas de gestionar, ya que si bien el peligro de vida o muerte no existen de esa manera tan inmediata, sí la total desesperación porque el conflicto no se soluciona. En los Balcanes ocurrió y hoy en día lo estamos viendo con las demandas de Serbia o Kosovo, por ejemplo. Lo que viví fue tristeza, las mujeres que habían sido violadas... Al irse la ONU la población se quedó sin trabajo porque la mayoría eran chóferes o traductores y continúa sin haberlo. No había manera de ser profesor universitario o médico. La nostalgia en ese caso existe porque para mí, cualquier capital del Imperio Austrohúngaro tiene un toquecito tristón, de algo que pudo ser y no fue. Me pasa igual en Viena, en Zagreb, Sarajevo o Budapest.

Ha nombrado a los profesores. La novela habla de ellos. ¿Diría que sus personajes son elitistas?
Sí. Fue una elección consciente. 

Se mueven entre Thomas Mann y Kafka. No tienen diálogos del día a día de la gente normal.
Son del día a día, pero de otro tipo de personas. Esta gente existe y además, creo que hay que reivindicarla. La gente culta de estos medios académicos habla así, incluye referencias continuamente. Es algo que a mí me ha gustado siempre. Además, reivindico el derecho a escribir lo que te dé la gana y a poner todas las referencias que se quieran.

 

«Creo que te enamoras de la persona que sabe más que tú, de la persona que te hace reír. Es mi manera de entender el amor»

Emilia, la psicoanalista, dice que interpretamos lo que vemos. ¿Su novela tiene muchas interpretaciones?
Todas las novelas las tienen. Como en el fondo lo que quiero es ser periodista, intento recopilar diferentes puntos de vista sobre una historia, para darnos cuenta de que cuanta más información tenemos, más difícil nos va a ser odiar a otra persona. En este sentido, la literatura es una excusa para ponerme en el lugar del otro, para vivir otras vidas y entenderlas. Cuantas más vidas vives, más entiendes el alma humana, más cuenta te das de que los extremos no sirven para nada. Y en los matices es donde te tienes que encontrar porque incluso el mayor criminal de la historia tiene unas circunstancias. Incluso Putin, lo que no significa que no se tenga que combatir.

¿Cree que tanto Laura como Sarah toman el camino correcto?
Sí. Sin pretender recibir nada a cambio, juegan a un equilibrio muy interesante. Cuando piensas en la sororidad, creo que es justamento eso. Las mujeres somos muy duras con nosotras mismas y con las demás. En este caso son dos mujeres inteligentes y preparadas que han abierto una ventana para comprender por qué han sucedido las cosas de una determinada manera. Me interesa especialmente la opción de Laura, de intentar entender por qué el marido le es infiel.

¿Sarah se enamora de David o de su conocimiento?
Sarah busca en David seguridad, no el igual. Creo que te enamoras de la persona que sabe más que tú, que te hace reír. Yo me he enamorado siempre de esto, es mi manera de entender el amor, por lo que tampoco sabría escribirlo de otra forma. 

¿Cómo fue el proceso de publicación de su primera novela?
Me lo pasé muy bien escribiéndola, pero estuve a punto de tirarla y la aventura de publicación también tiene su gracia. Llegó la pandemia, la volví a revisar y finalmente se la leyó una persona de la editorial. Si tuviera que pintar a un editor, hubiera pintado al editor de Univers, que además es amigo y acompaña. Me ha hecho vivir todo el proceso de una forma muy agradable a la que no estoy acostumbrada. Pasan cosas bonitas con este libro.

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