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    Los médicos denuncian que el vapeo es la «puerta de entrada» al tabaquismo juvenil

    Uno de cada cinco adolescentes consume ya cigarrillo electrónico mientras los fumadores de 19 a 24 años se han disparado hasta el 32%

    23 mayo 2023 17:21 | Actualizado a 23 mayo 2023 17:28
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    Los médicos de familia han decidido dar la alarma y expresar su preocupación sin medias tintas. El vapeo, advierten, es el caballo de Troya de la industria del tabaco para enganchar a los adolescentes. El cigarrillo electrónico y las cachimbas, «dispositivos perjudiciales para la salud por sí mismos», ejercen además de «puerta de entrada» al consumo de tabaco entre los más jóvenes, asegura Susana Morena, de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).

    El chequeo que los especialistas realizan anualmente, encuesta en la que han participado casi 10.000 ciudadanos de todo el país, confirma con datos la sospecha de la profesión médica, que los adolescentes llegan al hábito tabáquico a través de la moda y el marketing colorista y aromático del vapeo y las 'shishas' y de ahí dan el salto casi de inmediato al cigarrillo. El resultado es un retorno a porcentajes escandalosos de jóvenes fumadores.

    No es una intuición, así lo indica el estudio. Uno de cada cinco adolescentes, el 19,2%, fuma. Usan distintos procedimientos, pero el más extendido de los 14 a 18 años es el vapeo, que practica el 20,8%, seguido por las pipas de agua (14,3%), con los cigarrillos clásicos en tercer lugar (13%) y los porros de cannabis en cuarto (6,7%).

    Lo que documenta la encuesta es que, en pocos meses, cuando ponen la lupa en los chicos de 19 a 24 años, observan dos hechos alarmantes. El primero, que la transición al tabaquismo se completa. Los porcentajes previos se invierten. Los que fuman cigarrillo tradicional ya son el 19% y los que vapean bajan al 13,8%, con los aspiradores de la cachimba en el 11,5% y los fumadores de canutos en el 6,7%.

    La segunda certeza es que un tercio de jóvenes, el 32%, se convierte en fumador, un hábito que mata a 60.000 personas todos los años, una cada once minutos. Es el éxito, explica Morena, de la «falsa sensación de inocuidad de estos dispositivos, que se ha divulgado mediante campañas de marketing con intereses comerciales dirigidas especialmente a los jóvenes», muchas de ellas basadas en publicidad encubierta de músicos, series o influencers. Cuatro de cada diez usuarios de cachimbas ni siquiera saben que este instrumento es perjudicial para su salud haya o no tabaco de por medio, porque en cualquier caso inhalan humos de combustión y de colorantes y porque el agua que bulle no filtra ni la nicotina ni ningún otro tóxico.

    Tasa verde a las tabaqueras

    Pero los malos humos no son solo un problema de fumadores. Hasta el 85% de los españoles están expuestos sin buscarlo al humo del tabaco o sus derivados. Los puntos negros son las terrazas, los lugares con actividades al aire libre, las paradas y las colas. El colectivo más afectado por el humo ambiental es justo el más vulnerable, los más jóvenes, a quienes causa más lesiones y quienes corren el riesgo de normalizar un hábito tóxico.

    La generalización de estas inhalaciones tóxicas hace que nueve de cada diez ciudadanos estén a favor de que se amplíen los espacios libres de humos. La demanda de prohibición casi unánime, del 82%, es impedir fumar junto a colegios, pero hay otras tres con altos consensos.

    Vetar el vapeo y tabaco en las paradas de autobús lo apoya un 70% y aún dos puntos más (71,6%) están a favor de sacar el humo de las terrazas de los bares, demanda que sube al 85% entre quienes no fuman. La tercera prohibición cada vez con más defensores es desterrar el tabaco y el vapeo de las playas. Ya lo defiende el 61%, seis puntos y medio más que hace un año, y ni siquiera le parece mal al 30% de los fumadores.

    Médicos y pacientes coinciden en que las tasas de tabaquismo están de nuevo disparadas en España, sobre todo entre los jóvenes, y que es preciso intensificar las campañas preventivas, pero también adoptar una nueva batería de medidas de choque y de prohibiciones. Justo lo que el Gobierno promete desde hace años, pero no termina de aprobar.

    Las medidas que más apoyo tienen son llevar las campañas antitabaco hasta los colegios e institutos, ampliar los espacios sin humos, encarecer de forma notable el precio de cigarrillos clásicos y electrónicos, extender las mismas prohibiciones y limitaciones de los cigarrillos al resto de los nuevos usos del tabaco y erradicar la publicidad encubierta de estos productos en televisión, internet y redes sociales.

    Ocho de cada diez españoles, en este caso prácticamente sin distinción alguna entre fumadores o no, también son partidarios de que el Gobierno obligue a las multinacionales del tabaco a pagar los gastos de recoger los millones de colillas que contaminan y ensucian los parques y espacios naturales españoles.

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