Una reflexión
sobre la inevitable tragedia del paso del tiempo

En casa de la familia Bayard, el pavo está a punto y el vino, en las copas. La misma escena durante noventa años y cuatro generaciones. Con ese trasfondo, El llarg de dinar de Nadal reflexiona sobre la tragedia cotidiana del paso del tiempo, en torno a una mesa en la que se repiten rituales, ecos y canciones. La vida pasa de manera rápida durante la hora aproximada que dura esta obra de la compañía barcelonesa de teatro La Ruta 40. Este jueves, a las 19.00 horas, la interpretará en el Casal La Violeta de Altafulla, con un reparto encabezado por la actriz Bruna Cusí, ganadora del Goya a mejor actriz revelación en 2018 por la película Estiu 1973.

«Una de las virtudes de esta propuesta es que condensa los noventa años sin ningún corte, sin apagar las luces y sin bajar el telón. A lo largo de la función se ven la evolución y los cambios en la relación de la familia, cómo cambian los roles cuando surge un nuevo cabeza de familia, cómo se viven las frustraciones por el paso del tiempo, los planes que uno hacía para su vida y lo que ha acabado siendo, las alegrías por los nacimientos, la pérdida o ausencias de los seres queridos...», explica Alberto Díaz, actor y codirector junto con Albert Prat.

El texto, publicado en 1931, es del dramaturgo y escritor Thornton Wilder, uno de los clásicos de la literatura estadounidense del siglo XX y ganador de tres premios Pullitzer. «En cuanto a estilo, la función es muy difícil de catalogar. Desde luego, no es una comedia, hay momentos para el humor o la ternura, pero hay muchos más momentos tristes que alegres, cuando van muriendo los personajes o se va viendo su envejecimiento. Tratamos de que la obra parezca una única comida sostenida en el tiempo, aunque pasen los años. Como cuando nos encontramos en Navidad: hay cambios, incorporaciones, ausencias...», comenta Díaz.

El llarg de dinar de Nadal está ambientada en Norteamérica, entre 1840 y 1930. «El público empatiza mucho con la historia de los personajes pese a la distancia en el tiempo y el lugar. No hay grandes conflictos ni acontecimientos, sino que es más una depuración de esos noventa años, pero la gente se emociona e incluso llora por el efecto espejo que se genera por la propia vivencia de cada espectador. Invita a reflexionar sobre cómo decidimos vivir la vida y qué decir o no», sostiene Díaz.

La Ruta 40 estrenó esta función en 2014 y, un año después, ganó el Premi Butaca a mejor espectáculo de pequeño formato. Tras varias temporadas en el teatro El Maldà, en 2021 la retomó con cambios en el reparto y una reformulación «para hacer una puesta a punto». Estará de gira, de momento, hasta enero.