Más de 14.000 voces y una promesa

El Nou Estadi volvió a ser el de las grandes ocasiones. El que, cuando se le necesita, siempre está. El que se puede tirar de él en los momentos complicados. Incluso cuando el rival se te adelanta a los diez minutos de juego por culpa de un jugador tuyo en propia puerta y necesitas sentir el calor de los tuyos. También cuando el rival mete el segundo y sabes que lo tienes más que complicado para conseguir el objetivo. No hubo tregua en las gradas. Ahora bien, si algo quedó claro tras la ida de la final es que hay que conjurarse para la vuelta. Que todavía hay eliminatoria. Que el Nàstic puede ser, la próxima temporada, equipo de Segunda División A.

Más de 14.000 almas fueron las que se conjuraron en el Nou Estadi. Concretamente, 14.591. Nunca faltaron los gritos de ánimo del Gol de Muntanya, de la peña Orgull Grana, esa que contará con medio centenar de integrantes en el duelo de vuelta entre vascos y tarraconenses. Comportamiento ejemplar el de la afición del Nàstic, con una leve excepción. Y es que, tras el segundo gol visitante, algunos objetos cayeron al campo. Nada relevante, pero sí suficiente para que el colegiado llamase la atención. Por cierto, un colegiado navarro en un partido entre un equipo vasco y un catalán. Su actuación no fue decisiva en el duelo, pero sí que se apreciaron varios detalles que no gustaron. Aquellas faltitas que se pitan en sentido contrario o aquellas entradas invisibles que no se sancionan suficientemente.