Aburrimiento y desilusión (Nàstic 0 - 0 Huesca)

El equipo de Juan Merino es incapaz de ganar en casa en un partido en el que sólo disparó una vez a puerta.

19 mayo 2017 16:35 | Actualizado a 19 mayo 2017 16:35
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La ocasión para sacar la cabeza de la cola era deliciosa. Presentaba todos los ingredientes para mandar un recado a sus rivales directos en la pelea por la salvación. El equipo venía de ganar en Lugo, un triunfo que había recuperado los ánimos en la afición. Ilusionada, la hinchada grana acudió al Nou Estadi confiada en ver un triunfo vital. No se podía imaginar que el equipo volviera a mostrar las dudas y las carencias de la primera vuelta. Esa imagen borrosa, indolente y carente de garra. Todos los buenos síntomas mostrados desde la llegada de Juan Merino se evaporaron con un empate insulso ante el Huesca.

El Nàstic no se mereció ganar. Para hacerlo hay que disparar a portería. Sino difícilmente se puede conseguir el triunfo. Solo Muñiz puso a prueba a Sergio Herrera en todo el partido. Uno de sus lanzamientos de falta 'bomba' desde 30 metros. Nada más. Todo el bagaje ofensivo grana fue inofensivo y murió antes de alcanzar la meta aragonesa.

El fútbol de unos y otros aburrió hasta las piedras del Nou Estadi. Era lo que quería el Huesca. Juan Antonio Anquela instruyó a sus hombres para que adormecieran el partido. Ralentizó el juego todo lo que pudo y más. Venían al Nou Estadi a por un punto. Un empate que les ayudara a frenar la racha negativa del 2017. Consiguieron su objetivo con el mínimo esfuerzo. Bien arropados en defensa a la espera de que fuera el rival quien llevara el peso del partido y les pusiera a prueba. Apenas sufrieron.

El conjunto de Juan Merino cumplió con su papel protagonista durante los primeros minutos del partido. Dejó el vértigo del fútbol directo por las combinaciones por el piso. Parecía que maduraba el encuentro y sería capaza de llevarlo a su terreno. Pero le faltó más empeño. Se abandonaron a las primeras de cambio y cayeron en un planteamiento soporífero ante la falta de ideas creativas.

Toda la producción ofensiva pasaba por Emaná. Ya no porque sea el que más calidad tiene de la plantilla, que lo es, sino porque el camerunés fue el jugador que más ganas puso en tirar hacia arriba. Hizo de segundo delantero, como le tocaba, de mediapunta y hasta de interior. Tareas que correspondían a Juan Muñiz y Cordero, pero que ni uno ni otro supieron llevar a cabo.

El sevillano acertó en tareas defensivas con recuperaciones importantes en transición. No estuvo igual de preciso en los trescuartos de campo. Sus envíos no encontraban destinatario y llegó a desesperar. Juan Muñiz, simplemente, se perdió entre líneas.

A Merino le faltó arriesgar. Se aferró al sistema de cinco defensas hasta las últimas consecuencias. Sí, ese dibujo le da consistencia al equipo y logró, por vez primera, dejar su portería a cero. Pero en situaciones desesperadas, como la del Nàstic, exige un poco más de atrevimiento. Seguro que confía en sacar rédito al punto en un futuro, pero los rivales directos ganan y la salvación puede quedarse a cinco puntos justo antes de visitar al líder, el Levante, que recibirá al Nàstic disgustado con la derrota en Alcorcón.

El equipo grana acabó el partido atacando de manera desordenada. Carente de ideas y chocando una y otra vez contra el muro defensivo oscense, al que no llegaron a rasgar en ningún momento.

Ni siquiera sacaron épica para colgar balones al área que hiciera recular al rival. No. Pelotearon hasta la saciedad en zonas muertas e improductivas, mientras el reloj corría a favor de los oscenses.

Era un partido para sacar orgullo. Para ganar como fuera esos tres puntos que confirmaran su recuperación. Sin embargo, acabó con la afición aburrida y desilusionada.

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