Albert Casanovas (Reus, 1985) ha resistido el paso del tiempo, la oportunidad no le ha llegado hasta los 32 años, probablemente en la plena madurez de su carrera. Como su rol huye del ruido y de los resúmenes televisivos, ha necesitado esperar más tiempo de lo que seguramente merecía. El rendimiento de Casanovas lleva un puñado de años asomando por el máximo nivel. La llamada de Alejandro Domínguez, justo después de Semana Santa, le abrió las puertas de la selección. Antes del desafío mundial en China, se encargó de conquistar el continente como jefe de filas de su Reus.
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Los chicos de Domínguez necesitaron digerir una decisión arbitral sospechosa para atrapar el título. En ella se vio involucrado Raúl Marín (Reus, 1986), el otro rojinegro citado por Domínguez. A cuatro segundos para la conclusión y con 3-2 para España, una falta en el rincón a Diogo Rafael se convirtió en tiro directo sin aparente sentido. El empate de Helder Nunes oscureció la figura de Marín, que no regresó al juego, aunque no lamentó males mayores y celebró. Ya colecciona hasta Mundiales. Casanovas decidió echarle una mano a su socio en esa tanda fratricida, que huye a menudo de la justicia. No sólo culminó un penalti. Coronó un campeonato mayúsculo y se confirmó como un jugador Mundial.