Alcobendas, entre Barça y Madrid

Fue una especie de filial encubierto azulgrana a finales de los 90, mientras no cesaban los flirteos con Florentino para convertir el hockey en sección de la casa Blanca. Mañana (12.30 horas), regresa a Reus como invicto

19 mayo 2017 17:50 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:25
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Cuesta imaginar a Alcobendas como plaza de culto del hockey patines. Lo es. Ha tardado más tiempo de lo deseado en volver, su historia le obligaba a intentarlo. El regreso a la categoría de oro se ha gestado en la persistencia, no en el talonario. No han escapado de las dificultades en la tesorería en el Polideportivo José Caballero, la casa madrileña que todavía defiende este deporte a capa y espada. 
A finales de los 90, el Barcelona se postuló para echar una mano a aquellos clubs emergentes alejados de Catalunya. El desafío pasaba por construir un campeonato más repartido a nivel nacional. Invirtió especialmente en Alcobendas. Curioso. Cedió a talentos como Calero y Nani Cáceres y a esa pandilla de buenos jugadores la dirigía un culé de toda la vida como Quim Paüls, años después laureado míster azulgrana y ahora seleccionador nacional. En la plantilla figuraban piezas contrastadas de la época como Dani Viñas, De Moya, David Plaza, el brasileño Didí y un joven David Páez, estrella indiscutible del Barça casi invencible de Carlos Figueroa. También un tal Alejandro Domínguez, de sobras conocido por el templo de la calle Gaudí. 
Aquel equipo situó su rostro entre las referencias domésticas. Acabó cuarto en la 1998-99 y llegó a alcanzar una semifinal de la Copa CERS. La perdió ante el Liceo. Luis Fábregas dirigía el club, que había contado con el patrocinio de la imprenta Ruán, propiedad de Rufo Torrobas, de buena relación con el presidente del Madrid, Florentino Pérez. Cuentan lenguas sabias del lugar y alguna página de periódico deportivo que Florentino le prometió a Torrobas crear la sección de hockey del Real Madrid con el Alcobendas, una vez accediera a la presidencia. Nunca se dio. Incluso existe viejo papel cuché con Alejandro Domínguez, disputándole una bola a Ramon Benito, vestido con la camiseta del Madrid, gracias a un montaje fotográfico.
Los  flirteos con la casa blanca, cruzaron fronteras, hasta corrillos reusenses.  Antoni Martra, expresidente de la Federación Española, ejerció de intermediario con Valdano, director deportivo madridista, y Pérez. La operación no se cerró.
Hoy, el Alcobendas, entidad joven, de nacimiento en 1974, se codea con la élite de nuevo gracias al trabajo de la hormiga. Ha necesitado alejarse de los focos para diseñar un proyecto coherente, que se encuentra en las manos de Keko, el míster y excoordinador de las inferiores del Noia. De Keko hablan maravillas sus colegas estrategas. De momento, los resultados avalan su sabiduría. Con un plantel poco rimbombante, ha ganado los tres primeros fechas. Llevan la voz cantante en el José Caballero, César Candanedo y Álvaro Martínez. Nueve de nueve en el casillero amenazan al Reus este mediodía (12.30 horas). En realidad, la visita al templo se convierte en la primera prueba gigante para el Alcobendas. En el Reus retumba la etiqueta de favorito. Además se precisa con urgencia el éxito.
Cuesta imaginar a Alcobendas como plaza de culto del hockey patines. Lo es. Ha tardado más tiempo de lo deseado en volver, su historia le obligaba a intentarlo. El regreso a la categoría de oro se ha gestado en la persistencia, no en el talonario. No han escapado de las dificultades en la tesorería en el Polideportivo José Caballero, la casa madrileña que todavía defiende este deporte a capa y espada. 

A finales de los 90, el Barcelona se postuló para echar una mano a aquellos clubs emergentes alejados de Catalunya. El desafío pasaba por construir un campeonato más repartido a nivel nacional. Invirtió especialmente en Alcobendas. Curioso. Cedió a talentos como Calero y Nani Cáceres y a esa pandilla de buenos jugadores la dirigía un culé de toda la vida como Quim Paüls, años después laureado míster azulgrana y ahora seleccionador nacional. En la plantilla figuraban piezas contrastadas de la época como Dani Viñas, De Moya, David Plaza, el brasileño Didí y un joven David Páez, estrella indiscutible del Barça casi invencible de Carlos Figueroa. También un tal Alejandro Domínguez, de sobras conocido por el templo de la calle Gaudí. 

Aquel equipo situó su rostro entre las referencias domésticas. Acabó cuarto en la 1998-99 y llegó a alcanzar una semifinal de la Copa CERS. La perdió ante el Liceo. Luis Fábregas dirigía el club, que había contado con el patrocinio de la imprenta Ruán, propiedad de Rufo Torrobas, de buena relación con el presidente del Madrid, Florentino Pérez. Cuentan lenguas sabias del lugar y alguna página de periódico deportivo que Florentino le prometió a Torrobas crear la sección de hockey del Real Madrid con el Alcobendas, una vez accediera a la presidencia. Nunca se dio. Incluso existe viejo papel cuché con Alejandro Domínguez, disputándole una bola a Ramon Benito, vestido con la camiseta del Madrid, gracias a un montaje fotográfico.

Los  flirteos con la casa blanca, cruzaron fronteras, hasta corrillos reusenses.  Antoni Martra, expresidente de la Federación Española, ejerció de intermediario con Valdano, director deportivo madridista, y Pérez. La operación no se cerró.

Hoy, el Alcobendas, entidad joven, de nacimiento en 1974, se codea con la élite de nuevo gracias al trabajo de la hormiga. Ha necesitado alejarse de los focos para diseñar un proyecto coherente, que se encuentra en las manos de Keko, el míster y excoordinador de las inferiores del Noia. De Keko hablan maravillas sus colegas estrategas. De momento, los resultados avalan su sabiduría. Con un plantel poco rimbombante, ha ganado los tres primeros fechas. Llevan la voz cantante en el José Caballero, César Candanedo y Álvaro Martínez. Nueve de nueve en el casillero amenazan al Reus mañana al mediodía (12.30 horas). En realidad, la visita al templo se convierte en la primera prueba gigante para el Alcobendas. En el Reus retumba la etiqueta de favorito. Además se precisa con urgencia el éxito.

 

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