Baño de realidad (Albacete 2-0 Nàstic)

El Nàstic cae ante un Albacete infinitamente superior que castigó con contundencia los errores individuales de los futbolistas granas. El no salir goleado, lo mejor

02 noviembre 2018 21:46 | Actualizado a 02 diciembre 2018 15:45
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A las aficiones dañadas se les suele ilusionar con poco. El Nàstic solo necesitó una victoria frente al Oviedo para ello. Con el triunfo de la jornada pasada todos los males parecían haberse despejado. En realidad, era más un deseo que una realidad porque el Carlos Belmonte fue el escenario que se encargó de bajar a los granas a la tierra. Enrique Martín ha agitado el vestuario, le ha cambiado la cara al equipo tácticamente, pero lo cierto es que hay futbolistas que siguen demostrando un nivel individual preocupante. Si a ello le unes que enfrente había un Albacete convencido en su idea de juego y con futbolistas ideales para ejecutarla, el resultado fue de lo más coherente.  

Los primeros compases del partido no sorprendieron a nadie. El Albacete dominaba mediante el cuero con largas circulaciones cargadas de paciencia, mientras que el Nàstic se replegaba con firmeza y concentración. 

No tardó en avisar el Albacete de sus peligros. Es un equipo al que si le concedes de te mata. Tiene talento en todas las zonas del terreno de juego. El Nàstic lo comprobó en el 11’, cuando Barreiro no consiguió bajar un balón en la zona media y el conjunto manchego hiló una transición ofensiva de altos vuelos. Zozulia ejecutó la contra con un remata cruzado cargado de pólvora. En todo caso, Becerra emergió para sacar una mano tensa y desviar el disparo. El aviso estaba dado. 

A la segunda no hubo compasión. Ortuño encontró una grieta entre Cadamuro y Brugui que Eugeni intuyó con claridad. Envió en largo y el ariete de Yecla descompuso al reconvertido carrilero izquierdo en el choque. Por no hablar de un Cadamuro que desprotegió su espalda y no sería la única vez en el partido. Después lo bordó en la toma de decisión, centro tenso en boca de gol que Albentosa se introdujo en su propia puerta. El Albacete se ponía por delante de forma merecida porque el Nàstic estaba teniendo demasiados errores individuales en el tramo inicial de encuentro. 

A los equipos inseguros los conjuntos que llegan en inercia positiva los suelen someter cuando el marcador obedece a la norma. Ayer el Albacete lo volvió a demostrar. 

Lejos de relajarse, los de Ramis olieron sangre y fueron a por la sentencia. Zozulia andaba con el colmillo goteando y en un córner destapó una de las carencias que desafortunadamente Becerra está exhibiendo en sus últimos partidos. El portero grana volvió a dudar en una salida y el delantero ucraniano conectó un remate tan inverosímil como práctico. Dos a cero, la vuelta a la realidad era un hecho. 22 minutos habían hecho falta para ello. 

Con la ventaja doblada, el Albacete invitó al Nàstic a tener más el balón con el objetivo de destrozarle con sus rápidas transiciones ofensivas. Eugeni y Febas son dos lanzadores extraordinarios y Alfredo Ortuño y Roman Zozulia dos guerreros que dominan prácticamente todas las tesituras del juego. 

Ambos gozaron de varias ocasiones para poner el tercero, pero Becerra se redimió de su error en el segundo gol. Por fortuna para los granas, el colegiado no señaló un claro penalti del meta a Zozulia cuando ya encaraba a puerta vacía. 

En la segunda mitad, nada cambió. El Albacete siguió exhibiendo su superioridad al son de un equipo totalmente desatado en fase ofensiva. Valderrama, Febas, Zozulia y Ortuño hacían lo que querían ante un Nàstic totalmente desencajado que ya veía el dos a cero como un resultado amable ante lo visto sobre el terreno de juego. 

Como algo positivo, que ya es difícil, se puede sacar que el Nàstic mejoró con los cambios. Al menos, Del Moral y Dumitru consiguieron darle ese aire que necesitaba el equipo. Ofrecieron vías de respiro en los metros finales y se mostraron voluntarios sin balón a la hora de desmarcarse. Presentaron credenciales para ocupar uno de los dos puestos de la delantera en el 5-3-2, sobre todo el de un Barreiro desangelado esta campaña. 

Enrique Martín tiene mucho trabajo por delante. Ya lo ha ido advirtiendo, el equipo debe mejorar en todo. No obstante, en el foco siguen estando algunos futbolistas que están ofreciendo un rendimiento muy alejado de sus posibilidades, al menos si se consulta su historial. 

Quizás el problema no estaba solo en el banquillo y sí en el nivel de una plantilla a la que los flecos legales la protegen en muchos de sus casos. O suben su nivel o aquí no hay santo que levante a un equipo que ayer solo pudo dar gracias de no salir goledado del Carlos Belmonte. 

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