Bartomeu 'ofrece' su cabeza a Messi

Fútbol. Una propuesta envenenada porque sabe que el argentino tiene decidido irse

27 agosto 2020 14:09 | Actualizado a 28 agosto 2020 15:25
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Uno se imaginaba un adiós memorable. Leo Messi, con 36/37 años, abandonaba un Camp Nou abarrotado coreando su nombre mientras sus compañeros le hacían el pasillo. Como sucedió con Xavi, Iniesta o Totti, en la Roma. No me cabía otra despedida posible del que ha sido el mejor jugador de la historia del FC Barcelona. Mucho menos que su marcha se convirtiera en un vodevil de mal gusto. Un episodio sonrojante. Peor si cabe que la humillación sufrida en Lisboa por el Bayern.

Desde el burofax del propio Messi hasta el último movimiento planeado del presidente Josep Maria Bartomeu. Todo suena a uno de los delirantes episodios de La Trinca. El dirigente azulgrana sabe que la decisión del futbolista argentino es irreversible. Bartomeu ha demostrado durante su mandato -desde que cogió el relevo de Sandro Rosell- una fenomenal capacidad estratégica para recortar problemas. Su habilidad para esquivar sentencias de culpabilidad cargadas al a la institución, Barçagates o crisis deportivas, por poner tres ejemplos, es pareja a la destreza de Messi para sentar rivales. En su último dribling para tratar de seguir progresando con el Barça a su pies y alcanzar el área rival, el presidente ha deslizado que ofrece su cargo si el argentino rectifica su decisión de marcharse. Un brindis al sol de la misma magnitud que el que se asegura dejar de fumar si ve a un cerdo volador. 

Esta vez, mantendrá la poltrona, pero por mucho que intente ocultarse detrás de Ramón Planes, como hizo en la presentación de Trincao, el verso final de su estancia en el palco del Camp Nou quedará grabado entre los legados más negros de la entidad barcelonista. Junto el de su predecesor y el trato que dispensó tanto a Johan Cruyff -le quitó el reconocimiento de presidente de honor- como a Pep Guardiola.

Todo apunta a que nada hará cambiar la voluntad de Messi de reencontrarse con Pep Guardiola en el Manchester City para asaltar juntos el trono europeo. El ‘10’ sabe que todavía le queda una Champions League y un Balón de Oro más para acabar de bordar su carrera y toda una época futbolística. El City, semifinalista de la última edición del torneo continental, le ofrece el camino más rápido al título europeo. Solo falta por determinar el precio de su salida.

Y aquí es donde se encuentra la partida de póquer. Messi no quiere cerrar su etapa en el club de su vida, al que ha dedicado sus mejores años, en los tribunales. El burofax del pasado martes -que pedía acogerse a una cláusula de su contrato para salir gratis- era un mensaje claro a la directiva de que se sentaran a negociar su traspaso al City. Lo podía haber hecho en privado o incluso en una rueda de prensa. Pero el argentino acumula tal hastío con la directiva actual que no ha sido capaz de distinguir a la junta del club. Las silenciosas afrentas que Bartomeu y sus secuaces han ido vertiendo sobre el argentino han conseguido que después de levantarse tras las derrotas ante el Inter en 2010, Juventus (2017), Roma (2018) y Liverpool (2019), el histórico 2-8 frente al Bayern haya sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia del delantero rosarino. Se quiere ir, aunque ello le suponga romperse el alma dejando atrás su Barcelona. A la espera de que la delegación del City se presenten en las oficinas del Barça la próxima semana, el jugador tiene previsto someterse a las pruebas PCR que los miembros de la primera plantilla del Barcelona pasarán el domingo antes de empezar la pre temporada el lunes.

Bartomeu ha querido mandar la pelota al tejado de Messi, sin ser consciente de que el argentino la puede controlar, ponerla al piso y darle un baño de oro para colocarla junto a las otras seis que adornarán su futura casa en Manchester.

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