Biles es la más grande

La gimnasta estadounidense conquista el oro en el concurso general y suma el segundo de los cinco títulos a los que apunta en estos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro

19 mayo 2017 18:28 | Actualizado a 21 mayo 2017 16:50
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Sorprendió que la tarde de la final del concurso general individual femenino, con Simone Biles como principal reclamo para una cita de «alta demanda» para la prensa, no se llenase la Arena Olímpica de Río, pero lo que no llamó la atención fue la esperada exhibición de la mejor gimnasta del mundo. Un huracán de potencia, técnica, dificultad y talento arrolló y volvió a asombrar en el majestuoso escenario preparado para coronar a la reina de los Juegos de Río. A la pequeña gimnasta estadounidense de 1,45 metros que aspira, y apunta a ello, a conquistar al menos cinco oros en estos Juegos que ya disfrutan de su simpatía y de sus ejercicios imposibles. De su poderoso salto en suelo y de su facilidad para ejecutar con brillantez retos de máxima dificultad.

La única gimnasta que presume de tres títulos mundiales consecutivos en el concurso general sumó su segundo oro en Río tras el ganado por equipos, en otra jornada grandiosa para quien, en la senda de Nadia Comaneci, ha revolucionado este deporte. La imparable y espectacular Biles, que sabe cómo ganarse al público dentro y fuera del tapiz, sólo encontró rivales en un aparato, las paralelas asimétricas. Es lo que peor se le da a la afroamericana de 19 años. No sólo fue superada ahí por la rusa Aliya Mustafina, sino por otras cinco rivales. Deleitó como se esperaba, no sólo en suelo, donde cerró y llegó la apoteosis final, sino también salto y barra de equilibrio a un público que, aunque apoyó al máximo a las representantes brasileñas y presionó con sus gritos, debió plegarse ante Biles y corresponder con vítores y encendidos aplausos a la diminuta gimnasta que poca veces pierde su sonrisa.

Se echó en falta en cuanto terminó en las asimétricas y los jueces concedieron 15,666 puntos a Mustafina y ella se llevó 14,966. Anteriormente, la diez veces camoeona del mundo comenzó otro día de gloria en salto, donde se impuso con 15,866 frente a los 15,633 de su compatriota Alexandra Raisman. Clavó el ejercicio Biles para llevarse la primera gran ovación de la tarde.

Después sería aún mayor, cuando finalizó el tercer aparato de la rotación, la barra de equilibrio, con la afición encantada y cruzando los dedos mientras presenciaba su difícil ejercicio. Volvió a clavarlo Biles y en cuanto levantó los brazos con una sonrisa tan radiante, el público estalló en un potente aplauso, y ya era evidente que su nota sería elevadísima e inalcanzable. Se abrazó radiante la campeona a sus preparadores y esperó paciente la puntuación. 15,433 para ella, mientras quedaban todas sus rivales por salir. A ella la tocó abrir en la barra.

Mientras sonaba en el recinto música de samba, clásica, de Pink Floyd e incluso foxtrot para algunas de las participantes, Simone Biles esperaba notas entre ejercicio y ejercicio seria y concentrada, pero en cuanto podía relajarse, recuperaba la sonrisa y saludaba brazo en alto.

Después de la tercera y penúltima rotación de salto lideraba como era previsible la general con 46,265 puntos, frente a los 44,732 de Mustafina y los 44,665 de Raisman. Faltaba el aparato en el que nadie realiza un ejercicio tan difícil, espectacular y perfecto como ella, el suelo, donde estuvo inmensa. Aunque Raisman brilló (15,433), Biles, sin un solo error fue recompensada con 15,933. La más grande esperó a ser coronada junto a su compañera Raisman (plata olímpica) y se abrazaron.

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