CF Reus: Relevo de cuna

Ferran Asensio lideró aquel Reus pionero de 2012, en el que también militó Sergi Masqué. Éste y el canterano Ramon Folch disfrutan ahora del mejor equipo de la historia del club

19 mayo 2017 22:49 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:12
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Un 9 de diciembre de 2012, en la Ciudad Deportiva del Mallorca, la rodilla derecha de Ferran Asensio se partió por la mitad. La vida deportiva del central corrió serio peligro. Se operó el cruzado, pero el cartílago tambaleó. Un año de lucha para recuperar su pasión vocacional le quitó el sueño. Invirtió horas. Sacrificó días de compañía con sus amigos, por la soledad de una camilla, por el hierro del gimnasio.

No logró recuperarse para la máxima exigencia, pero tampoco importó. Ferran había echado raíces mucho antes. Siete temporadas de fidelidad al Reus le convirtieron en referencia. Siempre fue un tipo respetado por los hinchas. Un líder silencioso.

Aquel central valiente en las disputas, físico, poderoso en las artes aéreas, presume de formar parte de una generación indispensable para la actual salud del Reus. Una generación reconocible, con ADN de la casa. El Reus que conquistó la Segunda B con una octava plaza en 2012, lo defendió gente entusiasta, extremadamente comprometida, respetuosa con la entidad y su idea. Ferran era voz autorizada de aquel vestuario, junto a Álvaro, Ángel, Sangrà, Sergi Durán, Taranilla o Sergi Masqué, entre otros muchos. Chicos de toda la vida. Ese plantel, guiado por Santi Castillejo, firmó el mejor registro en la categoría de bronce hasta hace poco. Su legado ha durado tres años.

«El club ha cambiado desde entonces. Ahora la estructura es más profesional y se ha mejorado, aunque guardo grandes recuerdos de aquella época», confiesa el vallense, que a menudo rememora que su sueño de chico siempre fue debutar con el primer equipo del Valls, en el estadio de El Vilar. Lo cumplió rápido, de juvenil.

Traspaso de poderes

Ferran sucedió a Álvaro en las labores de capitán el curso pasado. Coronó su ciclo. Este verano ha traspasado honor a alguien que conoce el milímetro. Con Sergi Masqué ha compartido mil batallas. La relación entre ambos va más allá del verde. Masqué es reusense de cuna. Ganxet de sangre, rojinegro casi de chupete. Completó el trayecto de formación desde benjamines y ahora disfruta de un privilegio.

Los domingos, cuando Natxo González confía en sus servicios, luce brazalete y dedicación pasional hacia el club de su vida. «Para mí vivir un play off de ascenso a Segunda A sería lo máximo. Y subir ya ni te digo», admite. Masqué guarda registros brillantes en su estantería de casa. En la actualidad se ha convertido en el futbolista con más partidos con el Reus en Segunda B. 152 apariciones de este mediapunta de noviazgo eterno con la pelota. También se ha postulado como uno de los elegidos del mejor Reus de la historia. El actual. El que Natxo dirige con exigencia. Como mínimo, este talentoso plantel alcanzará la quinta plaza, aunque el sueño se llama play off. Relevará con dignidad al de 2012.

Ramon Folch necesitó ganarse la vuelta a casa con un viaje de varias estaciones. Como Masqué se formó en la Academia rojinegra antes de emigrar. El pivote se ha especializado en el trabajo de la hormiga. No hace ruido pero termina conquistando a sus jefes. En Cuenca alcanzó la plenitud y regresó en junio de 2013. Ramon, con 25 años, ha decidido no conformarse con un papel secundario. Se hace difícil pensar en un once ideal del Reus sin la presencia de este centrocampista equilibrado, especialista en el oficio del tocar y moverse.

Ramon miró con ojos de admiración a Ferran Asensio y Sergi Masqué cuando éstos deleitaban al Estadi y él todavía era proyecto. «Compartir vestuario con ellos es un orgullo para mí. He aprendido mucho en estos dos años», confirma.

El tridente de protagonistas comparten nexos comunes inevitables. Simbolizan la transición de dos equipos históricos, pero también visten perfiles semejantes. Protegen los valores que ha trabajado el Reus durante los últimos tiempos. Sienten el escudo que sostienen cada domingo. Ferran Asensio fue ejemplo. Masqué y Folch mantienen viva su herencia.

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