CF Reus. 'El indomable Calderé'

El míster exhibe su extrema pasión por el fútbol en Castalia. Mantiene el pronto volcánico, aunque reconoce controlar mejor las emociones. En Castellón le piden el regreso a Segunda B. Mañana, amistoso ante el Reus (20.00 horas), al que dirigió de 2007 a 2009

19 mayo 2017 22:05 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:25
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Ramon Moya, director deportivo del Castellón, pidió a gritos un revulsivo para hacer levitar al equipo, inmerso en una situación desoladora en noviembre de 2014. Moya había hecho carrera en el Espanyol, el Nàstic o Sabadell como técnico. Ya como ejecutivo acudió a Ramon Calderé (Vila-rodona, 1959) para que Castalia recobrara el entusiasmo. Su histórico Castellón necesitaba un golpe de efecto para huír de la cueva. Caminaba en el alambre. Casi coqueteando con el fuego del descenso.
Calderé no engañó a nadie. Casi nunca lo hace. Si de algo puede presumir el de Vila-rodona es de transparencia. Y el fútbol suele castigar las verdades. Le ha pasado a Ramon, pero nunca ha renunciado a su yo. 
Compareció por Castalia como una especie de mago con varita. El clavo ardiendo al que agarrarse. Cogió al equipo en estado de depresión y le inyectó energía. La que desprende su pasión feroz por el fútbol. Cambió el escenario. Se instaló en Castellón el optimismo desmesurado.
Calderé modificó el estado de ánimo con argumentos, no con palabrería barata. Siempre sintió devoción por el fútbol atrevido. Desenfadado. Muy el estilo de ese carácter ganador que le hizo jugador de élite. Convenció a sus chicos con su mensaje directo y aquel Castellón desolado terminó campeón del grupo VI de Tercera, en junio de 2015. Nadie soñó en algo similar meses antes, cuando las urgencias amenazaban a un club agobiado por la deuda económica  y  en pleno concurso de acreedores.
Castalia decoró su cemento con 14.000 almas en el play off de ascenso a Segunda B. La hazaña se quedó sin guinda. El Linares y el Haro, en una tanda de penaltis cardíaca, cortaron la aventura. Sólo 48 horas después, Calderé estaba renovado.
Ramon Moya no dio tumbos. Le entregó el proyecto y le ofreció parte de la responsabilidad en el diseño del nuevo plantel. El ascenso urge. De ahí que el club haya apostado fuerte. 
Futbolistas con un pasado lujoso como Saizar o Rubén Suárez lideran la propuesta. El técnico ha recuperado al mediapunta Lolo, con el que se entendió especialmente en Teruel. También ha firmado al ex del Reus, Rubén Fonte. El míster sabe que no hay coartadas posibles. En realidad, no suele exponerlas. Su currículum habla: Tres ascensos a Segunda B con Badalona, Teruel y Burgos, donde terminó adorado por los hinchas, y dos más de Primera Catalana a Tercera, con Cornellà y Castelldefels, le convierten en un valor seguro.
Recuerdos de Reus
En Reus, el trabajo se quedó incompleto, aunque entregó su alma. Llegó al club en verano de 2007 y sustituyó en el cargo a Natxo González, con el que se reencontrará esta noche (20.00), en el amistoso que el Reus jugará en Castalia. Dos temporadas en el Estadi dieron para mucho. Clasificó al equipo para la fase de ascenso siempre, pero no logró tirar la puerta de Segunda B. 
Su pronto volcánico le  distinguió y le perjudicó. Ante el Ourense, en 2007, en la final de la Copa Federación, le ofreció de forma simbólica la cartera al colegiado con motivo de protesta. Sus desencuentros con los jueces frecuentaron demasiado. Incluso fue detenido en aquel polémico partido de vuelta del play off en Sangonera, en junio de 2008. El míster asegura haber aprendido de los errores. Controla mejor las emociones y se muerde más la lengua. Eso sí, su esencia es indomable.
Ramon Moya, director deportivo del Castellón, pidió a gritos un revulsivo para hacer levitar al equipo, inmerso en una situación desoladora en noviembre de 2014. Moya había hecho carrera en el Espanyol, el Nàstic o el Sabadell como técnico. Ya como ejecutivo acudió a Ramon Calderé (Vila-rodona, 1959) para que Castalia recobrara el entusiasmo. Su histórico Castellón necesitaba un golpe de efecto para huír de la cueva. Caminaba en el alambre. Casi coqueteando con el fuego del descenso.

Calderé no engañó a nadie. Casi nunca lo hace. Si de algo puede presumir el de Vila-rodona es de transparencia. Y el fútbol suele castigar las verdades. Le ha pasado a Ramon, pero nunca ha renunciado a su yo. 

Compareció por Castalia como una especie de mago con varita. El clavo ardiendo al que agarrarse. Cogió al equipo en estado de depresión y le inyectó energía. La que desprende su pasión feroz por el fútbol. Cambió el escenario. Se instaló en Castellón el optimismo desmesurado.

Calderé modificó el estado de ánimo con argumentos, no con palabrería barata. Siempre sintió devoción por el fútbol atrevido. Desenfadado. Muy el estilo de ese carácter ganador que le hizo jugador de élite. Convenció a sus chicos con su mensaje directo y aquel Castellón desolado terminó campeón del grupo VI de Tercera, en junio de 2015. Nadie soñó en algo similar meses antes, cuando las urgencias amenazaban a un club agobiado por la deuda económica  y  en pleno concurso de acreedores.

Castalia decoró su cemento con 14.000 almas en el play off de ascenso a Segunda B. La hazaña se quedó sin guinda. El Linares y el Haro, en una tanda de penaltis cardíaca, cortaron la aventura. Sólo 48 horas después, Calderé estaba renovado.

Ramon Moya no dio tumbos. Le entregó el proyecto y le ofreció parte de la responsabilidad en el diseño del nuevo plantel. El ascenso urge. De ahí que el club haya apostado fuerte. 

Futbolistas con un pasado lujoso como Saizar o Rubén Suárez lideran la propuesta. El técnico ha recuperado al mediapunta Lolo, con el que se entendió especialmente en Teruel. También ha firmado al ex del Reus, Rubén Fonte. El míster sabe que no hay coartadas posibles. En realidad, no suele exponerlas. Su currículum habla: Tres ascensos a Segunda B con Badalona, Teruel y Burgos, donde terminó adorado por los hinchas, y dos más de Primera Catalana a Tercera, con Cornellà y Castelldefels, le convierten en un valor seguro.

Recuerdos de Reus

En Reus, el trabajo se quedó incompleto, aunque entregó su alma. Llegó al club en verano de 2007 y sustituyó en el cargo a Natxo González, con el que se reencontrará mañana (20.00), en el amistoso que el Reus jugará en Castalia. Dos temporadas en el Estadi dieron para mucho. Clasificó al equipo para la fase de ascenso siempre, pero no logró tirar la puerta de Segunda B. 

Su pronto volcánico le  distinguió y le perjudicó. Ante el Ourense, en 2007, en la final de la Copa Federación, le ofreció de forma simbólica la cartera al colegiado con motivo de protesta. Esos desencuentros con los jueces frecuentaron demasiado. Incluso fue detenido en aquel polémico partido de vuelta del play off en Sangonera, en junio de 2008. El míster asegura haber aprendido de los errores. Controla mejor las emociones y se muerde más la lengua. Eso sí, su esencia es indomable.

 

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