CF Reus. 'El reset de Edgar Hernández'

El delantero de Gavà se ha acostumbrado a los caminos de piedras. Llegó al Reus como referencia, pero la falta de confianza le ha perjudicado. Confía en que el gol ante el Mallorca B sea el inicio del despegue

19 mayo 2017 23:33 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:37
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Gavà siempre fue el hábitat natural de Edgar Hernández (Barcelona, 1987), un ‘rascacielos’ (1,87 m) vestido de delantero centro. Su vida deportiva ha transitado por caminos de piedras. Ha vivido continuas idas y venidas. Altibajos emocionales que han endurecido la piel de este chico introvertido, muy comprometido con los proyectos deportivos de su pueblo, sobre todo los que forman parte del fútbol de los niños.
Edgar acaba de cumplir 28 años y ha encontrado la madurez en su profesión. Los días oscuros ya no le quitan demasiado el sueño. Reflexiona bajo el equilibrio, aunque él mismo reconoce que su carácter le exige disfrutar de confianza sobre el césped para ser feliz. Curiosamente lo que espera conseguir en el CF Reus en este tramo crucial del campeonato doméstico.
Edgar empezó como cualquier chaval de barrio. En la escuela del Gavà entendía el fútbol como un simple juego. Eso sí pronto se iba a dar cuenta de que aquello era su vida. Hernández emigró a la Academia prestigiosa del Cornellà en edad infantil. Como su compañero Edgar Badia formó parte de esa pequeña fábrica de talento. Sus cualidades empezaban a asomar la cabeza. Su enorme potencial físico nunca fue incompatible con su facilidad para asociarse. Esa característica le hacía todavía más completo, más apetecible, aunque le restaba un mundo por recorrer. El Atlètic de Ciutadella, en Tercera División, se convirtió en su primera experiencia profesional. Su rendimiento causó sensación en la isla. El Zaragoza le firmó para su filial en verano de 2008. Convivió con la quinta de Ander Herrera y Marcelino, por aquel entonces técnico del primer equipo maño, se ‘enamoró’ de sus fundamentos. En febrero de 2009 le incluyó con los mayores y llegó a ser citado hasta en 8 convocatorias. No pudo debutar. Sí vivió el ascenso aragonés a Primera.
Consolidación y salto
Edgar dejó la etiqueta de promesa en el Alicante (2008-09), ya en Segunda B. En aquella época, el segundo equipo de la ciudad se había ganado cierto prestigio en la categoría de bronce. Cuando Edgar fichó acababa de descender de Segunda A. Era candidato al regreso. No le fue mal al atacante. Disputó 32 partidos y anotó seis goles.  Otro filial se cruzó en su camino en junio de 2009. Vigo, la casa del Celta, su próximo destino.
En Galicia experimentó la otra cara del caprichoso fútbol. No gozó de protagonismo y una lesión le cortó. Edgar necesitó hacerse fuerte. Lo pasó mal. Pensó mucho en la soledad del delantero, una posición siempre especial. Los amantes del gol suelen encontrarse en primera línea de fuego. Mil ojos les analizan. 
Hernández tomó una decisión difícil, pero se cargó de razón. Regresó a casa y se reinventó. Su vuelta fue un ‘reset’ en toda la regla. Cuatro meses en el Gavà bastaron para ponerse de nuevo en el mercado. Su talento nunca estuvo bajo sospecha. 
El Sant Andreu le cazó en el mercado de invierno de 2011. Vivió un idilio feliz en el Narcís Sala. Compartió viaje con su actual compañero Moyano, con el grana Marcos y con el ex rojinegro Nando. En su segundo trayecto como ‘quatribarrat’ explotó. 17 goles en el curso 2012-13 alumbraron su perfil. Se ganó su primer contrato en la élite. Le fichó el Sabadell, ya en Segunda A.
Simbolizó el premio a mucho tiempo invertido en un sueño. Edgar quería atrapar esa oportunidad que le daba el destino. Alcanzó los 21 partidos en su debut en la categoría de plata la pasada temporada, aunque sólo cinco los empezó como titular. Cuando parecía que el segundo año iba a consolidarle, el Sabadell decidió cederle y él se rebeló. Quería salir libre de ataduras. El Reus entró en la puja.
En realidad, Sergi Parés no paró de transmitirle al director deportivo arlequinado José Antonio Gordillo el deseo rojinegro por disfrutar de Edgar. La negociación pasó a asemejarse a una ‘guerra fría’ durante el verano. Y es que no sólo el Reus quería al jugador. Los mejores equipos de Segunda B suspiraban por él. Parés tuvo paciencia y le esperó hasta el último segundo del mercado. Edgar firmó sobre la bocina y libre. Hasta el momento 5 goles iluminan sus registros. Le ha faltado continuidad. Eso que tanto aman los futbolistas. Edgar está convencido de que su éxtasis ante el Mallorca B inicia una bella historia. 14 finales restan.
Gavà siempre fue el hábitat natural de Edgar Hernández (Barcelona, 1987), un ‘rascacielos’ (1,87 m) vestido de delantero centro. Su vida deportiva ha transitado por caminos de piedras. Ha vivido continuas idas y venidas. Altibajos emocionales que han endurecido la piel de este chico introvertido, muy comprometido con los proyectos deportivos de su pueblo, sobre todo los que forman parte del fútbol de los niños.

Edgar acaba de cumplir 28 años y ha encontrado la madurez en su profesión. Los días oscuros ya no le quitan demasiado el sueño. Reflexiona bajo el equilibrio, aunque él mismo reconoce que su carácter le exige disfrutar de confianza sobre el césped para ser feliz. Curiosamente lo que espera conseguir en el CF Reus en este tramo crucial del campeonato doméstico.

Edgar empezó como cualquier chaval de barrio. En la escuela del Gavà entendía el fútbol como un simple juego. Eso sí pronto se iba a dar cuenta de que aquello era su vida. Hernández emigró a la Academia prestigiosa del Cornellà en edad infantil. Como su compañero Edgar Badia formó parte de esa pequeña fábrica de talento. Sus cualidades empezaban a asomar la cabeza. El enorme potencial físico nunca fue incompatible con la facilidad para asociarse. Esa característica le hacía todavía más completo, más apetecible, aunque le restaba un mundo por recorrer. El Atlètic de Ciutadella, en Tercera División, se convirtió en la primera experiencia profesional. El rendimiento causó sensación en la isla. El Zaragoza le firmó para el filial en verano de 2008. Convivió con la quinta de Ander Herrera y Marcelino, por aquel entonces técnico del primer equipo maño, se ‘enamoró’ de sus fundamentos. En febrero de 2009 le incluyó con los mayores y llegó a ser citado hasta en 8 convocatorias. No pudo debutar. Sí vivió el ascenso aragonés a Primera.

Consolidación y salto

Edgar dejó la etiqueta de promesa en el Alicante (2008-09), ya en Segunda B. En aquella época, el segundo equipo de la ciudad se había ganado cierto prestigio en la categoría de bronce. Cuando Edgar fichó acababa de descender de Segunda A. Era candidato al regreso. No le fue mal al atacante. Disputó 32 partidos y anotó seis goles. Otro filial se cruzó en su camino en junio de 2009. Vigo, la casa del Celta, su próximo destino.

En Galicia experimentó la otra cara del caprichoso fútbol. No gozó de protagonismo y una lesión le cortó. Edgar necesitó hacerse fuerte. Lo pasó mal. Pensó mucho en la soledad del delantero, una posición siempre especial. Los amantes del gol suelen encontrarse en primera línea de fuego. Mil ojos les analizan. 

Hernández tomó una decisión difícil, pero se cargó de razón. Regresó a casa y se reinventó. Su vuelta fue un ‘reset’ en toda la regla. Cuatro meses en el Gavà bastaron para ponerse de nuevo en el mercado. Su talento nunca estuvo bajo sospecha. 

El Sant Andreu le cazó en el mercado de invierno de 2011. Vivió un idilio feliz en el Narcís Sala. Compartió viaje con su actual compañero Moyano, con el grana Marcos y con el ex rojinegro Nando. En su segundo trayecto como ‘quatribarrat’ explotó. 17 goles en el curso 2012-13 alumbraron su perfil. Se ganó el primer contrato en la élite. Le fichó el Sabadell, ya en Segunda A.

Simbolizó el premio a mucho tiempo invertido en un sueño. Edgar quería atrapar esa oportunidad que le daba el destino. Alcanzó los 21 partidos en su debut en la categoría de plata la pasada temporada, aunque sólo cinco los empezó como titular. Cuando parecía que el segundo año iba a consolidarle, el Sabadell decidió cederle y él se rebeló. Quería salir libre de ataduras. El Reus entró en la puja.

En realidad, Sergi Parés no paró de transmitirle al director deportivo arlequinado José Antonio Gordillo el deseo rojinegro por disfrutar de Edgar. La negociación pasó a asemejarse a una ‘guerra fría’ durante el verano. Y es que no sólo el Reus quería al jugador. Los mejores equipos de Segunda B suspiraban por él. Parés tuvo paciencia y le esperó hasta el último segundo del mercado. Edgar firmó sobre la bocina y libre. Hasta el momento 5 goles iluminan sus registros. Le ha faltado continuidad. Eso que tanto aman los futbolistas. Edgar está convencido de que su éxtasis ante el Mallorca B inicia una bella historia. 14 finales restan.

 

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