CRÓNICA: El mejor Nàstic, el peor resultado

El Nàstic recibe un castigo excesivo y cae ante el Deportivo en el Nou Estadi (1-3). Los granas juegan un buen primer tiempo, pero ceden en el segundo. 

30 septiembre 2018 18:30 | Actualizado a 04 octubre 2018 11:48
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Mosquera tropezó con la pelota en media baldosa, en una de esas salidas de balón limpias que Natxo pretende inculcar a su nuevo desafío. Se llama Deportivo de la Coruña, no se trata de un lugar cualquiera. En la disputa, Manu Barreiro cuerpeó para conquistar la aventura. Su anatomía le aporta poder y categoría. Es un gigante delicioso, porque con los pies hace malabares. Manu provocó que la pelota quedara muerta en zona de disparo, prácticamente en la corona del área. Apareció por allí Tete Morente. No avisó. Ejecutó con la diestra y el balón voló dirección al ángulo.

Tete situó al Nàstic en franquicia con una obra de museo a los 25 minutos, de las que suelen repetir un millón de veces en los resúmenes de la tele. De paso, cambió el run run sospechoso de los hinchas hacia su fútbol por admiración infinita. 

Tete Morente es uno de esos actores sin medias tintas. O le amas o le discutes. A veces puede cambiarte de opinión en un segundo. Dispone de una calidad maravillosa para la categoría, pero se desconecta más de la cuenta. Delirios de juventud, quizás. Solo suma 21 años. En todo caso, emergió cuando el Nàstic pedía alivio. El Deportivo manejaba el partido con personalidad, arropado por su juego posicional. Movía la pelota con jerarquía.

Y eso que los granas se presentaron con el colmillo afilado, sometieron al Depor con su presión enérgica en los compases de tanteo, hasta el punto que los gallegos tardaron en conectar media docena de pases con cierta elegancia. Con el Nàstic efervescente, el precoz Figueras, de la partida en el carril diestro, recibió para ponerla de rosca. La maniobra contó con un precisión fascinante. Cayó la pelota al segundo poste en ventaja para los atacantes. Primero lo intentó Tete, aunque su tiro chocó con las piernas de Simón. Rocha se sumó desde segunda línea y armó la zurda para la culminación final. Giménez, el arquero del Depor, la escupió a la esquina.

En realidad, esos dulces presagios inaugurales certificaron un primer tiempo estético, entre dos protagonistas con ideas distintas pero igual de lícitas. El Depor respondió a la alegría grana con una grandeza deslumbrante. Dispone de un plantel con exceso de talento, a la altura del potencial presupuestario del que presume. Dos remates amenazaron a Becerra. Didier Moreno disparó desde la frontal tras un pase atrás de Simón, que se había desplegado por la derecha. Salió el balón desviado. Segundos después, Fernández no definió otro servicio de Simón al segundo poste. El origen de la acción se gestó en las botas de Marí, con un cambio de orientación con escuadra y cartabón.

Tete le modificó el paso al partido con su gol antológico. El 1-0 parecía impulsar la propuesta de Gordillo, pero el Depor renació de nuevo, a la media hora. Igualó con cierta rapidez, como un  martillo pilón. Se asociaron Carles Gil y Fernández, el primero quedó liberado para el gol, pero Becerra adivinó su intención. No pudo responder al segundo intento de Quique, un cazador silencioso. Se mueve casi de puntillas, pero dentro del área es veneno puro. 

Tete abrió el desenlace con otro misil desde media distancia que desprendía cierto aroma a gloria. Pareció desbocado Tete. Muy intenso, hambriento de ese cartel de MVP que sitúa a los futbolistas en el centro del foco. Esta vez, el tiro de Morente salió alejado del arco pero volvió a enloquecer al gentío, entusiasmado con la versión más romántica de su extremo.

El Nàstic asomó dinámico de nuevo, ni siquiera el empate le inundó de dudas. Con sus virtudes y sus defectos, pero fue de frente y le miró a los ojos a un enemigo elegido. Pero el Depor no entiende de justicias ni de ternura. Encontró la ventaja en una combinación que aparentaba inocencia. Fernández la mandó al movimiento de Saúl, que se había sumado desde el lateral zurdo. Saúl la acompañó al punto de penalti y Quique, de primeras, acertó otra vez. Dos remates, dos goles. Su status vale un traspaso. O dos en dos años (Osasuna y Depor).

El Nàstic se dejó el alma, pero tras el 1-2 fue más corazón que criterio. Nadie puede achicarle falta de querer. Esta vez se encontró a un rival que va camino de equipo de altura, que gestionó el tesoro con experiencia y finiquitó la noche con otro centro riguroso de Saúl. La cabeza de Santos confirmó el desencanto. El castigo fue excesivo. Y el fútbol, a veces, demasiado cruel.

 

 

 

 

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