Cádiz - Nàstic (0-0): Botín agridulce

Stéphane Emaná tuvo la victoria en el último minuto con un mano a mano que no materializó. Ortuño también pudo liquidar al Nàstic con un penalti que mandó al limbo

19 mayo 2017 15:23 | Actualizado a 23 mayo 2017 10:11
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El Cádiz es un equipo extremadamente consciente de sus virtudes. Las explota hasta el fin. Tanto, que a veces su juego resulta parecer tan previsible como peligroso. Más lo segundo que lo primero. Su trayectoria durante este curso es el principal aval que refuerza esta teoría. Su dinanismo y verticalidad se vuelven incontenibles durante ciertos instantes de los encuentros. Un equipo preparador para penalizar hastas la agonía cualquier error tonto del rival.

Merino era consciente de ello. Sabía que tipo de partido debía de diseñar para cortocircuitar la fase ofensiva amarilla. La defensa de cinco planteada invitaba a pensar que el Nàstic podría plantear un encuentro espeso. Un choque donde la solidez se impusiera al talento. El Nàstic encontró ese fiabilidad defensiva con el balón en los pies durante muchas fases del encuentro. Mover al Cádiz sin balón era una manera similar a la de cabrear a un animal doméstico arrebatándole su juguete favorito.

Sin embargo, aquello podría tener catástroficas consecuencias para el devenir del encuentro. El Cádiz se disfrazaba bajo el disfraz de víctima. En el fondo, sabía que estaba en su salsa. Sus dos puñales por banda son auténticos velocistas. Si tienen espacios para correr hacen trajes a medida. Álvaro García y Salvi tienen esa capacidad de llegar siempre en primer lugar a las rebajas del Corte Inglés. El primero lo dejó claro con una cabalgada por la derecha en la que daba síntomas de desbocamiento total. No se había ni cumplido el minuto uno de encuentro. La espalda de Molina se le presentó ante sus ojos. Se le dibujo un pasillo hacía al gol de manera instantánea. Condujó y entregó un paquete con Ortuño como destinatario. El delantero, sorprendentemente, no estaba en casa. La mandó fuera cuando el Carranza ya cantaba el tanto inicial.

No tardó en responder el Nàstic dándole de su propia medicina al Cádiz. Verticalidad sin pudor. Stéphane Emaná lanzó un desmarque a la espalda de la defensa cadista que Bouzón interpretó con alma de ‘quaterback’. El camerunés enganchó a bote pronto, pero Cifuente sacó una mano que engrosa su colección de paradasa lo largo del curso. El Nàstic se había despertado de la siesta. Lo hizo de manera electrizante. Se destapó. Tuvo posesiones imponentes. Se diluyeron con el el transcurso de los minutos. El Cádiz se relamía. Sabía que en la segunda parte se iba a encontrar con más espacios.

Y así fue. El Nàstic volvió a sestear en la reanudación. Ortuño le volvió a perdonar la vida. El malo de la película estaba teniendo compasión. Interpretó Merino cn rápidez el cambio en la trama que se estaba produciendo. Regresó al pasado reciente. Imitó la estrategia utilizada en el Colisem. Pasó a defensa de cuatro, situando a Luismi en la media y sustituyendo a Zahibo por Jean Luc. Quería plantear un combate de golpe a golpe. Convertir las virtudes cadistas en defectos fatídicos.

Ortuño perdona

Aquello debía agitar el encuentro. Sin embargo, significó todo lo contrario. De repente, los espacios desaparecieron. Todo se igualó. La solidez se imponía al talento. El Cádiz, pero, volvió a demostrar su gran madurez en el juego. Eso le sirve para llevarse muchos encuentros por pequeños detalle. No necesita grandes alardes. Hinca el cuchillo sin compasión. Mossa cayó en la trampa. Hizo un penalti temerario. Era la segunda amarilla. Ortuño no tenía el día. Le volvió a perdonar la vida al Nàstic. Lanzó el penalti a las nubes. El partido se ponía cuesta arriba. De repente, un empate era un botín muy valioso. Merino captó el mensaje. Retiró a Álex López e incrustó a Perone en la zaga. Había que nadar para guardar la ropa. Ya lo avisaba el gaditano en rueda de prensa, no hay que perder lo que no se gana en 80 minutos. Completó la trinchera con la entrada de Suzuki por Valentín. El Cádiz apretó con más corazón que fútbol. Sin espacios se vuelve un rival más dócil. La presión también juega en contra de los de arriba. Stéphane tuvo la victoria en una contra que no fructificó. La falta de oxígeno le penalizó. El Nàstic rescató un punto que puede ser clave de aquí a cinco jornadas.

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