De Lleida llegó Álex Colorado (Jerez, 1984) un mes de julio de 2013. Entonces su nombre no despertó entusiasmo desmesurado en el Estadi. Había referencias, pero no abundaban. Fue un fichaje de Emili Vicente, que en esa época había firmado contrato con el Reus, tras la era Castillejo. Vicente puede considerarse padre deportivo de Álex Colorado. Le confió en Lleida y también en Reus. Por eso se lo trajo. Con el míster ilerdense, Colorado enseñó repertorio en el doble pivote. En la cocina del juego. Rápido se ganó la aclamación popular del Estadi. A su juego preciosista, Colorado añade una misteriosa capacidad para agradar a los hinchas. Ahora mismo los lleva en el bolsillo. El rendimiento del andaluz agradó también a la planta noble, que el junio de 2014 prolongó dos años el contrato. En el camino se cruzó Natxo González, que inauguraba proyecto en el Estadi como jefe de la pandilla.
Entre los dos hubo tiranteces y algunas suplencias, aunque Natxo le encontró acomodo en el once. Ya no como pivote. Le prefiere de enganche, cerca de la portería. Sus regristros goleadores hablan a favor de esa apuesta del técnico. En el actual curso suma 11, uno menos que Edgar Hernández, el máximo artillero. Colorado ha adornado su ciclo en el Reus con la capitanía que luce los domingos y una cifra mágica. Ante el Cornellà se sumó al club Centenario. Acumuló 100 apariciones con el Reus, 95 en Liga y cinco en Copa del Rey.
Finaliza contrato
El futbolista pretende completar su idilio eojinegro con ese soñado ascenso a Segunda División. Estrenará condición de centenario en un escenario repleto de mística como El Sardinero, la casa del Racing de Santander, rival rojinegro en la eliminatoria de campeones del play off. Colorado finaliza contrato el 30 de junio y es uno de los productos con mayor mercado dentro del panorama futbolístico en Segunda B, aunque el deseo del mediapunta pasa por renovar con el Reus. Hasta el momento ni el club ni el jugador se han sentado a negociar.
Colorado se encuentra totalmente integrado a la ciudad, donde ya resiste junto a su pareja, después de dos años de traslados diarios desde Lleida. Probablemente ha hallado el clima perfecto para expresarse a buen nivel sobre el césped y también fuera de él. Antes de pensar en el futuro, el capitán aspira, dentro de 15 días, a volver a la Plaça Prim y subirse al balcón del Mercadal para celebrar un premio ansiado. Ese ascenso le quita el sueño, como al resto de sus compañeros. El histórico Racing es el último obstáculo.