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“Estoy en shock, todavía no me lo creo”, aseguraba Catalina Corró tras recibir su medalla de oro conseguida en la prueba de los 400 estilos, siendo la segunda conseguida por la delegación española en los Juegos Mediterráneos. No era para menos, la nadadora mallorquina es la protagonista de una de esas historias en las que la superación triunfa.
El 29 de marzo de 2017, Corró recibía una de esas noticias que cambian la vida de cualquier persona en cuestión de segundos. Un mazazo para que ni la mente infranqueable de un deportista está preparada. Se le había detectado un tumor en la cabeza del que se le tenía que intervenir de inmediato en una operación compleja y extensa. Por suerte, todo salió bien. Se operó en Mallorca y ni las 50 grapas que tuvo en su cabeza le frenaron en su objetivo de poder regresar a las piscinas.
Tras dos meses sin tocar el agua, Corró regresó en septiembre al CAR de Sant Cugat para preparar la temporada. El hecho de poder volver a nadar profesionalmente ya era un éxito imponente. Ayer, apuntilló su historia de superación con un triunfo descomunal en una prueba en la que Mireia Belmonte partía como favorita. No solo consiguió el oro, también destrozó el record de los Juegos Mediterráneos con un tiempo de 4.39.42.
Corró seguía sin asimilar la magnitud de su triunfo y más después de unos tiempos recientes tan convulsos. “Ha sido un año muy difícil para mí y en la vida pensaría que quedaría primera y que haría récord por lo que estoy súper contenta”, aseguraba la nadadora. Respecto sobre quien se había acordado después del triunfo, Corró aseguró que “sobre todo de mi familia que no ha podido estar aquí y de mi entrenador que si no hubiera sido por él no hubiera estado aquí”.
