Como los autos locos por Marruecos

El tarraconense Marc Batalla toma parte en el Unidesert, un rally en el que no gana el más rápido sino el más solidario. Con un Citroën de los 70 y sin GPS, superarán dunas, piedras... y exámenes

19 mayo 2017 23:30 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:41
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El tarraconense Marc Batalla ya está en Marruecos con su Citroën Dyane de los años 70 de segunda mano, comprado por 600 euros en Terrassa. Ayer partió de Algeciras, donde llegó desde Lleida, y finalizó en Tánger la primera etapa de Unidesert, un rally solidario de nueve días por desérticas tierras africanas. Batalla es de Rodonyà, tiene 19 años y estudia mecánica de competición. Va acompañado del ilerdense Jordi Montserrat (26), su compañero en esta aventura benéfica y deportiva con, eso sí, condiciones especiales: aquí no gana el más rápido, sino el que desarrolla una correcta estrategia de equipo y un buen plan en las decisiones que se toman en cada etapa y en cada prueba. El lema de la organización es ilustrativo: ‘Conduce tan a poco a poco como puedas y tan deprisa como sea necesario’.

«Nos llamó la atención que fuera un rally diferente a los otros. En los vídeos vimos lo agradecida que era la gente allí y eso nos sedujo», cuenta Marc. En Unidesert, antes que llegar a la meta, prima el trabajo en equipo, el compañerismo, la colaboración, el esfuerzo y el ingenio. El certamen, dirigido exclusivamente a estudiantes, promueve el espíritu emprendedor y solidario. Marc y Jordi llevan más de un año trabajando en ello, desde diciembre de 2013. «Empezamos a buscar espónsors, patrocinios, el coche…», dice Batalla. Vendieron chapas y camisetas y buscaron financiación en el último rincón para poder cumplir el sueño. La inscripción costaba 1.950 euros, lo que sumado a equipamiento y carburante arroja un presupuesto que va más allá de los 3.000 euros.

Las normas establecen que el vehículo empleado debe tener más de 20 años y que no se puede usar GPS. «Ellos te ponen un localizador en el coche por si te pierdes pero como lo que se fomenta es la orientación está prohibido el uso de cualquier aparato electrónico. Eso también te evita que se rompa algo. Llevamos piezas básicas de repuesto pero cuanto menos complejo sea el coche mejor», indica Marc. ‘Lo que no existe no se puede estropear’, asesta la organización de la cita.

 

La brújula y el mapa

La brújula y el mapa marcarán el camino por dunas y valles saharianos. La ruta les llevará a cruzar Marruecos por el interior, atravesando las montañas del Atlas («estarán nevadas y será uno de los grandes peligros», dice Marc) en dirección al desierto de Erg Chebbi. En el sur se llevará a cabo la entrega de material solidario: todos los participantes deben llevar 30 kilos de utensilios escolares para los niños más necesitados de esa parte del país. El rally acabará en Marrakech, donde tendrá lugar la fiesta final, antes de volver a Algeciras (y de ahí, a bordo de su Citroën, otra vez hacia Catalunya). Completarán más de 3.000 kilómetros subidos a ese coche, en su momento destartalado pero ahora reformado para la hazaña norteafricana.

El montaje de suspensión boomerang, la instalación de asientos sacados de un desguace, la protección para que el motor no sufra con el sol o la colocación de aislantes fueron algunas de las intervenciones para poner a punto el Citroën, donde fue clave la ayuda mecánica de Josep Maria Vilalta. En suma, un coche con poco motor, pocos caballos y algo incómodo pero con un valor a explotar: arranca y frena. «Ya lo hemos probado durante bastantes kilómetros y no hemos tenido ningún problema», admitía Marc hacía unos días.

 

Orientación y habilidad

«Hemos hablado con gente que ya había participado y todos nos dicen que será una experiencia inolvidable que querremos repetir. Nos han dicho que cuidemos mucho el coche, que no hagamos el loco y que vayamos con cuidado al cruzar los ríos, por ejemplo. Nos han recomendado tranquilidad y paciencia», reconoce Marc.

Cada etapa consistirá en completar un itinerario con la ayuda de un Road Book, superando obstáculos naturales como montañas, dunas, ríos, piedras o pistas poco visibles. A eso se agregarán otras dificultades diseñadas para la ocasión, como pruebas de orientación y habilidad, ginkanas o incluso exámenes. «El objetivo es promover el espíritu formativo de los participantes», expone la organización.

El parque natural de Ifrane, la ciudad perdida de las estrellas, cráteres como La Montaña Sagrada, los khettaras (sistemas de captación de aguas subterráneas), la aldea bereber Merzouga o Aït Ben Haddou –una de las kasbahs más bellas del país– perfilan el itinerario. Marc y Jordi ya están en danza, durmiendo en campamentos de la organización o en tiendas de campaña. Tras llegar a Tánger, hoy toca viaje hasta Missour, a las puertas del Sahara.

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