Convite con brillo plateado

El Municipal se vistió con sus mejores galas de la mano de 4.700 almas testigos de un ascenso histórico

19 mayo 2017 19:12 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:24
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Como si fuera el conocido tema de Serrat ‘Hoy puede ser un gran día’, el Municipal de Reus se vistió de optimismo mucho antes del pitido inicial. Así se planteó el partido la afición, como un mero trámite antes de destapar los aires de celebración. Fue imposible reprimir los sentimientos de alegría e impulsos de felicidad. El encuentro que tenía que certificar el ascenso a Segunda A se convirtió en una fiesta.

Cerca de 4.700 personas se dieron cita en el feudo rojinegro. Nadie se quiso perder un capítulo para la historia, de esos que se graban en vídeo, smartphone mejor dicho en estos días. Es una de esas historias que cuando uno envejece mantiene en el recuerdo para contarla a futuras generaciones. Presumir de que estuvo en el primer ascenso del Reus a la Liga de Fútbol Profesional, mientras se saca pecho, a lo palomo.

Mención merecen los infiltrados a una fiesta reusense en la que poco pintaban. 250 seguidores del Racing aguantaron con estoicismo el festejo de toda una ciudad. Se hicieron escuchar en el arranque del duelo, pero ni tan sólo llegará a ser una anécdota del combate. Al menos, como bien me contaba un periodista del Diario Montañés, «han disfrutado de un par de días en Salou». Eso que se llevan.

La multitud de medios de comunicación también denotaba que algo rico se cocinaba. Los departamento de prensa y de logística del club se debieron de partir la espalda montando mesas y sillas para dar lugar a todos los informadores. No fuera a ser que alguien se perdiera un ascenso de leyenda.

Todo el campo se contagió de los ánimos que se gestaban desde el rincón donde cantaban los ‘Red Blacks’. Fueron los impulsores de infinitos cánticos dedicados al flamante equipo de la categoría de plata, de respeto hacia el contrincante de eliminatoria de ascenso con «El Racing es de Primera» y, sobre todo, la ola. Como si fuera el Mundial de México 86 la gradería se alzaba simulando a las olas que bañan la Costa Daurada. Ayer más que nunca eran rojinegras.

Aunque suene mal, el estadio se quedó pequeño para la ocasión. Sin duda si elReus quiere competir en Segunda A las reformas deberían ser obligadas. Pero volviendo a ayer, los hinchas que no hallaron un asiento superaron de largo el centenar. Incluso los jugadores de la primera plantilla que no entraron en la convocatoria como Fernando, Cassamá o Miguel Marín –así como el excapitán Jaume Delgado– se tuvieron que sentar en las escaleras en el mejor de los casos.

Se prohibe la invasión

«Se informa que está prohibida la invasión de campo al finalizar el encuentro». Las palabras del speaker Jordi Benavent en el 85’, con la eliminatoria en el bolsillo sellado con cremallera y candado, no hicieron más que incitar las ansias de la parroquia rojinegra de saltar al campo. El play off se superó de manera limpia, sin tretas ni rechinches, y con el triple pitido la afición pisó el pasto para unirse a sus ídolos con la misma deportividad.

Los jugadores agradecieron el apoyo de la afición. Un cariño que se ha multiplicado en las últimas semanas. El triunfo del Reus no fu el inicio de una fiesta, sino que resultó la continuación de un festejo que empezó antes del partido. Un convite con brillo plateado.

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