Corazón de oro (Argentina 75-95 España)

Baloncesto. España arrolla a Argentina (75-95) y consigue su segundo Mundial de la historia. Ricky Rubio, MVP

15 septiembre 2019 17:39 | Actualizado a 16 septiembre 2019 17:28
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Esta no es la España de los nombres propios, es la España de los corazones. Porque esta selección ha rendido culto al trabajo, al esfuerzo y a la superación. No ha brillado en lo estético, pero sí en lo competitivo y eso le ha permitido conquistar su segundo Mundial. Lo hizo ayer tras tumbar a Argentina en una final con poco sobresaltos, pero siempre con el respeto al rival presente (75-95). Fue en otra exhibición defensiva del conjunto de Sergio Scariolo que dominó desde el primer hasta el último minuto. 

Como a lo largo de todo el Mundial, la selección española fue liderada por sus dos máximas estrellas, Marc Gasol y Ricky Rubio, aunque el resto del equipo volvió a aportar y acudir al rescate cuando el contexto lo demandaba. Dos jugadores que siempre han subido el nivel en los momentos más importantes. Ricky Rubio (20 puntos+7 asistencias) y Marc Gasol (14 puntos+7 rebotes) aceptaron con gusto el desafío argentino y lo superaron con creces. Ambos dominaron la final con su calidad e inteligencia táctica. 

Todo lo contrario que los dos referentes de la selección albiceleste. Luis Scola (8 puntos+8 rebotes) y Facundo Campazzo (11 puntos+8 asistencias) fueron desdibujados por la intensidad defensiva de España y acabaron fundidos y descorazonados. Ambos fueron el claro reflejo de que Argentina se encontró a una selección que le igualó en corazón y le superó en talento.  
España arrancó mordiendo. Era consciente de que Argentina iba a salir como un animal malherido. Por ello se lanzó a por él sin temor alguno. Un 2-14 de parcial fue la evidencia más pura de que la selección de Scariolo tenía todo muy claro, el guion de partido y la intensidad que debía de poner sobre la pista.

En todo caso, no había dudas de que Argentina iba a volver. Nadie imaginaba una final sin sufrimiento ni sin amenaza albiceleste. Por ello, la ventaja en el marcador en aquel momento era una utopía que no tardó en confirmarse cuando Brussino clavó dos triples de manera consecutiva que ajustaron la contienda (10-14). 

Reaccionó Sergio Scariolo y tiró de segunda unidad. Apostó por el vértigo de Sergio Llull, la serenidad de Pau Ribas y la ilusión de Willy Hernangómez. Funcionó su decisión, como la mayoría que ha tomado durante el Mundial, ya que España recobró el flow en ambos lados de la pista y abrió una brecha ya importante en el marcador (14-31). Fue tan bestia que ya Argentina jamás podría recuperarse de ella. 

Antes de que finalizase el segundo cuarto emergió la figura del MVP de la Liga ACB, Nico Lapprovittola, que con nueve puntos cerró un poco la herida (27-35). Tras un intercambio final de canastas, la final se marchaba con una ventaja de 12 puntos  (31-43). 

En el tercer cuarto, España completó su obra. Lo hizo mediante una intensidad defensiva descomunal y un Ricky Rubio que apareció tras el descanso con tres faltas personales, pero con varios regalos en el bolsillo. Dos asistencias y un 2+1 del base de El Masnou dispararon la ventaja de la selección española hasta los 18 puntos (33-55).

A partir de ese momento, ya nada volvió a ser lo mismo. Porque Argentina quiso creer y ejecutó un plan a la desesperada que impresionó, pero no dañó. Al final del tercer cuarto, los de Scariolo se marcharon con una diferencia en el marcador de +19 (47-66).

El último parcial fue todavía un ejemplo más de la superioridad española. Argentina apretó con corazón y España jugó con inteligencia. La albiceleste presentó un campo de minas del que la selección salió airosa con Marc Gasol y Ricky Rubio tirando de madurez. 

El último minuto sirvió de homenaje para la segunda unidad y para los hombres de las ventanas  (Willy Hernangómez, Pierre Oriola, Xavi Rabaseda, Quino Colom y Javier Beirán). Sin ellos, esto no hubiera sido posible. Sin ellos, España tendría menos corazón.  

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