Crónica: Empate de los buenos (Nàstic 1-1 Lleida)

Nàstic y Lleida Esportiu protagonizaron un partido vibrante e intenso que acabó en justas tablas. Se adelantó el Lleida y Bonilla igualó de penalti

16 febrero 2020 18:28 | Actualizado a 17 febrero 2020 17:39
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Nàstic y Lleida ofrecieron un choque vibrante. Un duelo que no bebe de categorías sino de fútbol en estado puro. Apasionado en la grada, intenso en el verde y con registros de todo tipo. Un Lleida inteligente y dominador en los primeros minutos. Un Nàstic corregido tácticamente y empujado anímicamente para equilibrar el resultado. Palos, penaltis, expulsiones, enredos y discusiones para cerrar un episodio más de la rivalidad entre capitales provinciales con un final justo y satisfecho. Pudo ganarlo el Lleida pero el Nàstic se recompuso y solo la mala fortuna de los palos impidió el triunfo local.

De las pocas cosas que uno puede echar de menos de la Segunda B son los enfrentamientos territoriales históricos. Lleida y Nàstic siempre han pugnado por el tercer cajón del podio de los clubes catalanes, por detrás de Barça y Espanyol. Esa plaza está hoy por hoy, por categoría, en manos del Girona, pero la rivalidad por cuál de los equipos era el mejor de la Catalunya provincial se mantiene viva entre granas y azulados. Muchos enfrentamientos legendarios llevan a sus espaldas los aficionados de ambos conjunto como para pasar por alto otro duelo eléctrico en un Nou Estadi que echó chispas. Y eso que faltó a la cita Pedro Martín, el delantero de los 180.000 euros que pagó el Nàstic este verano al Lleida por hacerse con sus servicios. Una lesión le dejó fuera de la convocatoria.

Dirigió los primeros compases del partido un Lleida que supo imponerse en el centro del campo con una superioridad numérica previsible. Admitía Seligrat en rueda de prensa que esa población de la medular para cargar el interior y progresar después por los costados, sobre todo el izquierdo, era una disposición que había trabajado con su equipo durante toda la semana. Pero no fue suficiente. La excelente ejecución de esa secuencia hizo imposible que los futbolistas granas pudieran taparla y evitar el 0-1 con el que se adelantó el Lleida. Marc Martínez, un exjugador del Nàstic que se marchó de Tarragona tras el ascenso a Segunda, culminó la buena salida visitante perforando con potencia la red grana.

Por primera vez en este 2020 el Nàstic se veía por detrás en el marcador. La respuesta a esa situación tardó unos minutos. Los que necesitó el banquillo para dar las instrucciones adecuadas. Fausto Tienza se ocupó del aspecto emocional. Su intensidad le puso una marcha más a sus compañeros para sacudirse del dominio y empezar a llevar el partido a su terreno. Ese empuje llevó al empate de penalti transformado por Bonilla.

El arrebato tarraconense se prolongó tras el paso por el vestuario. Las líneas granas estaban apostadas más próximas a los dominios de Pau y expuestas de manera que bloquearon la organización ilerdense. De la seguridad visitante de los primeros minutos en la circulación de balón ya no quedaba ni rastro. Los de Molo sufrían para llegar terreno rival. Ante esas dificultades optaron por cambiar su papel. En lugar de proponer prefirieron retener el crecimiento local. Frenar el ímpetu tarraconense que les había comprometido un partido cuesta abajo tras el tanto de Marc Martínez.

Con el partido disputándose en el campo del Lleida el 2-1 sobrevoló en los primeros instantes del segundo acto. Pol Ballesteros detectó un pasillo y trazó una diagonal invencible. Encontró a Carbia cuando el camino se le bloqueó. El menudo tarraconense la enganchó de primeras para cruzar una pelota que topó con los dos palos antes de acabar en los brazos del meta Pau.

El Lleida seguía más preocupado del árbitro que de recuperar el ritmo. Es cierto, que no fue el mejor partido del colegiado valenciano Héctor Rodríguez. Para ninguno de los dos equipos. Bailó al son de las quejas y los ademanes de los futbolistas de ambos conjuntos a la hora de señalar los castigos. Era difícil interpretar qué era falta o penalti y qué no. Desquiciante para todos, pero más para los visitantes que acabaron sin entrenador principal por la expulsión de Molo, muy crítico en la sala de prensa con la labor colegial.

Ver a un Lleida menos creativo le vino bien al Nàstic. Los granas pudieron relanzar su escaso fútbol de ataque sin muchas preocupaciones defensivas. Para las pocas que llegaban estaban Jesús Rueda y un inmenso Juan Rodríguez. El gallego exhibió todas las virtudes defensivas que se le piden a un central: anticipación, fuerza física, contundencia, corrección y entrega. Excelente respuesta del de Cedeira a la competencia en defensa. Una pugna por la titularidad tan elevada como para dejar fuera a Pol Domingo y Goldar, dos futbolistas que han rallado a gran nivel siempre que han saltado al campo. Goldar volvió a hacerlo en el medio del campo cuando relevó a un cansado Fausto Tienza. Estuvo 14 minutos en el verde antes de tener que abandonarlo por lesión y dejar a Pol Domingo. El canterano entró como un bisonte para arrimar el hombre en un partido que era ya una guerra física abocada a las tablas.

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