Cuando abrir vías por paredes verticales se convierte en un oficio

El escalador Toni Arbonés es uno de los impulsores de la escalada en Siurana, donde ha creado unas 400 vías

04 junio 2018 08:08 | Actualizado a 04 junio 2018 08:18
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«La roca del Priorat es como sus frutos, las arbequinas o las avellanas; pequeños, pero muy gustosos». Por la carretera que conduce al barranco de Fontscaldes se ve un gran desplome en la pared. Se trata de una vía de escalada impresionante del sector de El Pati, la Kale Borroka (8b+). Como su nombre indica, este carril rocoso representa la lucha en la calle. No la combatió un hombre que se rinda a la primera. Su autor ha abierto más de 1.000 vías por el mundo. Se llama Toni Arbonés.  

Nuestro protagonista, que ya ha superado el medio siglo de vida, vino a vivir a Siurana en 1991. Era un pueblo olvidado. No había carretera -asfaltada en el 96-, a duras penas agua y sólo vivían cinco personas. Fue el primer escalador que rompió con todo; su vida en Barcelona, su familia, la novia, los estudios de ingeniería industrial, para venirse a las montañas del Priorat a escalar. 

Siurana era un territorio virgen. En esos días sólo había unas 40 de las 1700 vías de hoy. Aunque la roca estaba por todas partes y era un paraíso de la escalada, la palabra turismo no había llegado. Empezaban años dorados para los escaladores. Era una forma de vida contracultural, incluso ligada a movimientos como el punk o el hippie. Explorando la roca, vivían en la cresta de una ola que no veía fin. Poco a poco gentes de todos los rincones, sumando el baremo actual de unos 40.000 escaladores al año, se vinieron hasta Siurana por y para la escalada, ya convertida en un deporte.

Llegó a Siurana cuando sólo había unas 40 vías de escalada, hoy en día hay cerca de 1700

Toni fue uno de esos apasionados que abría y equipaba vías. Un trabajo que surgía de sus inquietudes. Entonces nadie pagaba por ello. Durante estos años, calcula que ha abierto unas 400 vías en Siurana. Llegó a equipar 80 en un año, pero tenían que ser de calidad. Se obsesionaba con ellas y hasta que no lograba finalizar una no pasaba a la siguiente, fueran tres horas o tres días. «No es una ciencia exacta. Visualizas la vía, la rapelas desde arriba, estudias su estructura, pero tiene que tener algo que te atraiga. Es mi manera de expresarme, como un arte, y quieres compartirlo». Con esa filosofía, se ha convertido en un escalador migratorio.

Madagascar, Marruecos, Argentina, Chile, son algunos de los cerca de 40 países en los que ha escalado Toni. Con ese afán de niño aventurero que quería ser astronauta para explorar nuevos territorios, se encuentra ahora mismo en Liupanshui, en China,  abriendo y equipando vías. Su vinculación con el país asiático empieza con una expedición de 15 equipadores en la región de Getu. Allí, en una cueva inmensa de 200 metros de alto, los chinos alucinaron con su destreza. Tiempo después le fueron a buscar a Siurana para que liderara expediciones de equipadores por las afueras de varias ciudades de China, donde contabiliza que ha abierto cerca de 200 vías. 

«Nihao wokepa!», les gritaba Toni a los chinos colgado de un columpio de bambú en esa gruta espectacular de Getu. Allí abrió una de sus vías más agradecidas (180m, 8a), ‘Hola, tinc por!’. Otra es ‘L’estranger boig’ (650m, 8a), en Madagascar, un pilar verde  que cambia de color, de naranja a verde por un liquen seco que se vuelve fluorescente, pero sin humedad y no resbala.   

Madagascar, Marruecos, Argentina, Chile, son algunos de los cerca de 40 países en los que ha escalado Toni

Otro proyecto potente de nuestro aperturista pionero fue en Marruecos. Anthropocene (8a, 470 m) es una vía de largo recorrido en el Atlas, en una región que se ha abierto a la escalada. La primera vez que Toni visitó esta zona, hace más de 20 años, nadie llevaba zapatos y se tardaban dos días en llegar. Ahora hay una carretera, tienen electricidad, internet y varios refugios.  

La escalada es un motor para el desarrollo territorial. En Siurana tenemos un ejemplo, sobre todo gracias a grandes gestas. Cuando el alemán Alex Huber equipó La Rambla (9a) en 1994 fue un momento histórico. Toni pensaba que pasarían décadas hasta que se pudiera abrir una vía tan bestia. Nueve años después, Ramón Julian, Ramonet, hizo la cumbre, fue como el récord mundial.

En esta tradición, Toni ha hecho de guía de grandes escaladores como Adam Ondra, el primer 9c de la historia; ha escalado junto a Kurt Albert y Wolfang Güllich, los padres de la escalada libre, extrema o moderna -como prefiera-, conocida como Rotpunkt, por el punto rojo pintado en la entrada de una vía cuando se había subido de esta forma. Pese a que la erosión ha degradado estas marcas triunfales, cada vez hay más adeptos todoterrenos que siguen la pasión y oficio de Toni. El reto de subir por paredes verticales. 

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